lunes, 6 de mayo de 2013

Soluciones para el transporte y el tránsito en R.D.



Santo Domingo,R.D.- Las paredes del Centro Bonó deben estar retumbando todavía luego del panel que analizó y propuso soluciones para el transporte y el tránsito. Las ponencias y las preguntas que allí se escucharon deben haber esclarecido a quien anduviera buscando razones para tanta sinrazón en las calles y carreteras del país. Fueron las preguntas las que estimularon las neuronas de los ponentes. Las interrogantes buscaron y encontraron respuestas en base a las experiencias de cada quien.
¿Qué se buscaba en aquel encuentro? ¿Soluciones individuales o colectivas? ¿Se perseguían medidas adecuadas para todos o pretendían perpetuar el ¡sálvese quien pueda! que predomina en las calles? Al principio, muchos de los que estaban en el Centro Bonó se imaginaban en un carrito, excesivamente usado, para resolver sus problemas de transporte. Los administradores del Estado dominicano, con su dejadez, no les han dejado más que soluciones individuales. Igual que tenemos que disponer de inversores o plantas eléctricas de emergencia para solucionar el problema de los apagones. O la obligación de usar cisternas y tinacos elevados porque el agua potable no llega con la asiduidad necesaria en cantidades suficientes.
A nadie hubo que explicar en aquel encuentro que el tránsito en cualquier parte del país ha empeorado en la década reciente. Interesante fue escuchar con lujo de detalles cómo el inmenso gasto de miles de millones de dólares en obras suntuosas y deficientes ha logrado que todo sea peor. Acertadamente, se mencionaron los nombres y apellidos de los funcionarios que, con enorme descaro, se han corrompido hasta el asco. Torres inmensamente altas, repletas de oficinas y residencias, como las del Nueva York chiquito con que sueña Leonel Fernández, se construyen gracias al manejo poco pulcro del dinero puesto a su cargo. Mientras, los embotellamientos en el tránsito se multiplican a lo largo y ancho de los centros urbanos.
Muchos allí se enteraron de las enormes cantidades de combustible que se exoneran de impuestos para beneficio de las grandes empresas nacionales y extranjeras. La Barrick Gold y varios empresarios poderosos fueron mencionados varias veces como los beneficiarios directos del aumento de los impuestos a los bienes básicos de la familia dominicana. Mientras, el ciudadano común tiene que financiar esos urticantes privilegios pagando los precios más altos del continente por el combustible.
Hubo consenso generalizado de que la corrupción ha predominado en las obras de construcción vinculadas al sector transporte. ¡Ah! Y con la impunidad garantizada. Muchos salieron del Centro Bonó convencidos de que el grupo corporativo gobernante nunca ha estado interesado en solucionar los problemas del tránsito y del transporte. El verdadero objetivo ha sido el de acumular capitales para perpetuarse en el poder político de la nación hasta convertirse en furiosos competidores de los empresarios que han agotado décadas para crear sus capitales. Estos políticos, olvidando al país, solo buscan acumulación para beneficio personal.
En ese encuentro del Centro Bonó no solo se denunciaron las actuaciones dañinas de los recientes administradores del Estado. De allí surgió un proyecto modelo que, con la participación de los habitantes de los barrios, servirá para demostrar que SÍ se pueden solucionar los problemas del orden, la disciplina y el respeto mutuo en el transporte de una zona de la ciudad. Un grupo de profesionales, de transportistas y de residentes se han propuesto organizar, por su propia cuenta, un sector de la ciudad capital para que sirva de modelo a ser aplicado en toda República Dominicana. Ya que las autoridades nacionales han demostrado su incapacidad para lograr un mejoramiento mínimo del transporte, un sector de la sociedad civil, cohesionado por el Centro Bonó, demostrará que se puede salir del caos si lo asume el pueblo mismo, la gente de a pies, sin tirar piedras ni quemar gomas.
Ha llegado el momento en que hay que mandar a callar las promesas politiqueras y lograr que levanten la voz los barrios y las organizaciones de la sociedad civil. No se le puede tener miedo a lo inmenso de la tarea si cada ciudadano asume la responsabilidad de contribuir a la pacificación del tránsito que tantas víctimas produce a diario en nuestro país.
Que no se diga más. Que hable el trabajo de los bien intencionados.

por: HAMLET HERMANN

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