sábado, 24 de noviembre de 2018

EL AGUA Y LAS TRES DIMENSIONES DEL DESARROLLO SOSTENIBLE


Pobreza
  • Cerca de 1.200 millones de personas viven en áreas donde el agua escasea físicamente (UN-Water y FAO, 2007). El acceso limitado al agua por parte de los pobres puede ser fruto no solo de presiones económicas, sino también de presiones sociopolíticas y ambientales, de gobernanza y capacidades humanas débiles, y de una falta de infraestructuras (Comprehensive Assessment of Water Management in Agriculture, 2007).
  • Erradicar la pobreza extrema y el hambre ha sido la prioridad número uno en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Se han hecho grandes avances en muchos países (como Brasil, China e India) para reducir la pobreza. Sin embargo, en 2012, 1.200 millones de personas vivían aún en la pobreza extrema (Lockhart y Vincent, 2013).
  • Aunque los enfoques de gestión integrada de los recursos hídricos se guían por una preocupación equilibrada por la eficiencia económica, la sostenibilidad ambiental y la igualdad social, en la práctica, al objetivo de la igualdad social se le da menos prioridad a la hora de tomar decisiones relacionadas con la asignación de agua (WGF, 2012). Grupos comparativamente sin poder tienden a quedar excluidos del acceso al agua.
  • El crecimiento no inclusivo, junto con la asignación inapropiada de recursos hídricos y servicios y una demanda
    creciente de agua corren el riesgo de hacer que las sociedades sean más inestables y propensas a tensiones y
    conflictos.
Desarrollo económico
  • Las inversiones en infraestructuras hídricas son fundamentales para liberar todo el potencial de crecimiento económico en las etapas iniciales del desarrollo económico de un país. Una vez que los beneficios marginales del desarrollo posterior decrecen, el énfasis debe desplazarse paulatinamente hacia la construcción de capacidades humanas e institucionales para mejorar la eficiencia hídrica y la sostenibilidad y garantizar los beneficios del desarrollo económico y social.
  • El suministro de agua (cantidad y calidad) allí donde el usuario lo necesite debe ser fiable y predecible para apoyar las inversiones sostenibles desde el punto de vista financiero en las actividades económicas. Ello requiere infraestructuras tanto materiales como inmateriales que se financien, exploten y mantengan de forma fiable.
  • Las infraestructuras para reducir el riesgo de escasez de agua y gestionar los desastres relacionados con los recursos hídricos pueden hacer que los esfuerzos de un país para desarrollarse resulten más sostenibles reduciendo su vulnerabilidad y/o aumentando la resiliencia de las economías ante acontecimientos extremos.
  • Para evitar resolver un problema empeorando otro, es esencial entender cómo están vinculadas entre sí a través del agua distintas áreas de la economía (WWAP, 2012).
  • Las medidas de mejora de la gestión de los recursos hídricos han mostrado unas considerables ganancias económicas. Una inversión de entre 15.000 y 30.000 millones de dólares estadounidenses en la mejora de la gestión de los recursos hídricos en los países en desarrollo puede dar unos beneficios anuales directos del orden de 60.000 millones de dólares estadounidenses. Cada dólar que se invierte en la protección de las cuencas hidrográficas puede ahorrar entre 7,5 y 200 dólares en costes para nuevas instalaciones de tratamiento y filtración de aguas (SIWI, 2005).
  • Las políticas de apoyo a la generación de ingresos para los pequeños productores fomentan el crecimiento económico en las áreas rurales. Por ejemplo, se calculó la tasa interna de rendimiento de la inversión en el riego a gran escala en África Central en el 12%, mientras que la cifra correspondiente a la inversión en riego a pequeña escala en el Sahel se situó en el 33% (UN-Water, 2013).

Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos
Secretaría del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos
División de Ciencias del Agua, UNESCO

viernes, 23 de noviembre de 2018

Análisis De Los Conflictos Por El Agua En América Latina Y El Caribe

En los últimos años la región ha observado un creciente nivel de conflictividad en relación con el desarrollo y emplazamiento de emprendimientos productivos, en especial aquellos extractivos y de gran envergadura que —por implicar el uso intensivo de recursos naturales y de agua en particular— impactan en las condiciones de vida de la población y en el medio ambiente. Es común que esas disputas se caractericen por una alta polarización, ausencia de espacios de diálogo, asimetrías informativas, poca transparencia, insuficiencia o dificultad de manejo de evidencias científicas, intereses ocultos y conflictos de valores e ideologías subyacentes. Todo esto dificulta su abordaje y conduce en muchos casos a mecanismos no deliberativos de resolución caracterizados por altos costos de transacción.
Los conflictos por el agua (CpA) son el resultado de la multiplicidad de demandas o aspiraciones que confluyen sobre los limitados recursos hídricos y que no pueden satisfacerse simultáneamente; materializan relaciones antagónicas que surgen de la colisión de posiciones e intereses en torno a la cantidad, calidad y oportunidad de agua disponible para los diferentes actores.
Si bien el agua tiene un lugar preponderante en el núcleo de las disputas, se presentan en ellas connotaciones culturales, históricas, territoriales, sociales, políticas, económicas y distributivas que son claves para su comprensión y resolución, haciendo especialmente necesarios los abordajes interdisciplinarios.
Los CpA no constituyen hechos aislados, sino un aspecto estructural de la dinámica social que obedece a múltiples causas, derivadas en muchos casos de las debilidades en la gobernabilidad del agua y el aumento de la capacidad de movilización de la sociedad civil, pero también de una distribución social injusta y de diferencias ideológicas. Por otra parte, si bien los CpA están generalmente dotados de una connotación negativa, ellos pueden constituir una forma de expresión donde se confrontan discursos, emergen nuevos actores y aspiraciones políticas y sociales, y se generan propuestas y oportunidades.
Los CpA revisten usualmente el carácter de conflictos ambientales o socio ambientales, dado el lugar central y preeminente que el recurso hídrico posee en el ecosistema y en la sociedad. Ellos presentan también una escala espacial y territorial muy diversa que puede ir desde lo local, regional y nacional hasta la esfera internacional o transfronteriza cuando el recurso es compartido por dos o más Estados. Estas escalas varían la naturaleza del conflicto, así como el marco jurídico y los instrumentos disponibles para su resolución.
El primer desafío que se plantea en el análisis de los CpA es la falta de claridad en los desacuerdos.La opacidad sobre los actores e intereses involucrados y su diversidad y heterogeneidad, conducen a escenarios de confusión que impiden comenzar el diálogo, alargan e intensifican las disputas y controversias y, consecuentemente, demoran las soluciones.
Concepto y tipología de los conflictos por el agua
El agua, aun más que otros recursos naturales, presenta una serie de características que, en caso de un abordaje inadecuado, pueden promover la conflictividad. La tipología de conflictos atiende, inicialmente, a estos rasgos del recurso. La primera de ellas se vincula con la movilidad inherente al ciclo hidrológico, que no atiende a límites políticos, administrativos ni jurídicos, y con ello dificulta la determinación y aplicación de derechos sobre el agua, generando incertidumbre.
La segunda reside en la diversidad de usos del agua, que puede dar lugar a rivalidad en los aprovechamientos. Un tercer rasgo del agua que puede propiciar conflictos es su naturaleza unidireccional y la asimetría de las interrelaciones e interdependencias entre los usuarios ubicados aguas arriba y aguas abajo en un sistema hídrico integrado.
En términos generales, un conflicto es una clase de relación social cuyos participantes persiguen objetivos incompatibles entre sí. En el caso del agua, esas pretensiones discordantes se vinculan con su aprovechamiento real o potencial. Con base en estos aspectos, es posible ensayar la tipología que se presenta a continuación.
a) Conflictos entre usos
Estos conflictos ocurren cuando el recurso no satisface (cuantitativa, cualitativamente o en el tiempo) las demandas que generan los diferentes destinos del agua de una cuenca. Esta categoría incluye conflictos entre usos actuales entre sí (riego, abastecimiento de agua potable, generación hidroeléctrica, minería, etc.), entre éstos y nuevos usos (modalidades extractivas novedosas, aprovechamientos que implican un uso más intensivo, en el sentido de mayor uso consuntivo o mayor impacto ambiental) y la posibilidad de reservar una porción del recurso para aprovechamientos futuros (trasvases entre cuencas, mantenimiento de caudales ecológicos, etc.). Esta insuficiencia del recurso se agrava por el hecho de que los derechos o permisos de su uso suelen no estar debidamente delimitados —aun menos en todos sus atributos—, protegidos ni inscritos. Desde esta perspectiva, una muestra especialmente sensible para América Latina y el Caribe es la de las industrias extractivas, aunque también en forma cada vez más perceptible lo son la agricultura intensiva y la expansión urbana descontrolada. Los sectores de minería y petróleo resultan claves para las economías de muchos países y suponen para la región miles de millones de dólares en inversiones predominantemente extranjeras. Paralelamente, ese tipo de industrias demanda la utilización de grandes cantidades de agua para sus operaciones, lo que muchas veces se traduce en disputas con otras actividades. La situación de tensión entre los beneficios derivados de las inversiones y la preservación del recurso se ha visto agravada en los últimos años ante la proliferación de proyectos como resultado del aumento de los precios internacionales de esas materias primas. Muchos emprendimientos que eran técnicamente o económicamente inviables hasta hace pocos años se han vuelto atractivos para los inversores, incrementando la demanda de agua para estos nuevos usos.
Cabe agregar que es habitual que surjan CpA de este tipo en relación con los usos que dependen del almacenamiento en embalses para asignar el caudal anual en el tiempo: la generación de hidroelectricidad necesita manejar los caudales
para satisfacer la demanda energética que se concentra en los meses de invierno, estando desfasada en el tiempo de las necesidades estacionales para el uso agrícola (verano).
Un aspecto muchas veces soslayado al analizar los conflictos entre usos se relaciona también con los destinos no extractivos del agua, los cuales en ocasiones poseen una trascendencia económica, ambiental y social decisiva (valor paisajístico, turismo, comercio inmobiliario, etc.). Estos usos también ingresan en conflicto con otros —especialmente los extractivos— y merecen un tratamiento mucho más minucioso del que reciben actualmente.
La competencia entre los usos agrícola, industrial y doméstico está entre los principales factores de generación de CpA entre los medios urbano y rural. La demanda creciente de agua para uso doméstico e industrial como resultado de las tendencias de expansión urbana imperantes en el último siglo produce el agotamiento de las fuentes de agua cercanas a los grandes centros poblacionales y obliga a echar mano de aquellas cada vez más distantes y costosas, a menudo privando de este recurso a las zonas rurales próximas y causando graves efectos económicos, sociales, culturales y ambientales sobre las áreas desde las cuales el recurso se transfiere.
También el aumento de descargas de aguas servidas en los cuerpos de agua cercanos a las zonas urbanas constituye una fuente directa de CpA entre usos industriales, agrícolas, domésticos, turísticos y recreativos asociados a la calidad del recurso.
Otra causa de CpA en este ámbito es la obstaculización de las vías de drenaje urbano por obras como resultado de los desarreglos en la expansión urbana. La mayoría de las ciudades en la región, tanto las ubicadas en zonas de lluvias frecuentes como aquellas sujetas a altas variaciones en intensidad de lluvias o al efecto de crecidas de ríos, carecen de infraestructura de drenaje urbano adecuada y, en general, han sido desarrolladas sin planificación urbana, territorial ni de uso del suelo. La sistemática ocupación de los cauces y las planicies de inundación es entonces una creciente fuente de conflicto.
b) Conflictos entre usuarios
Este tipo de CpA se centra en las características de los diferentes actores que comparten el recurso hídrico y sus intereses en competencia, siendo especialmente sensibles hoy los vinculados con empresas y grupos vulnerables, usuarios consuetudinarios y los formales o entre usuarios actuales y potenciales.
Otro actor recurrente de los CpA entre usuarios es el sector minero. Estas firmas, sea en etapa de exploración o explotación, se vuelven protagonistas de las disputas por dos grandes razones: primero, por la obtención —generalmente vía la asignación por parte del Estado, pero también en algunos casos por mecanismos de mercado o simplemente por hacer uso de “aguas del minero”— de derechos de explotación sobre fuentes de agua que venían siendo controladas y utilizadas—de jure o de facto, y normalmente con menor intensidad (menor uso consuntivo)— por
la comunidad de la zona del proyecto, ocasionando con ello disputas relacionadas con la cantidad del recurso. Y en segundo lugar por la contaminación potencial, que aumenta exponencialmente la reacción de los afectados.
Los CpA que involucran a usuarios vinculados con la minería no siempre enfrentan, sin embargo, a grandes empresas con las poblacioneslocales afectadas. En ocasiones, la denominada minería informal configura un problema ambiental y social de mucha mayor complejidad y gravedad que el anterior, debido a la dispersión espacial y dificultad para el control e identificación de los responsables.
Los conflictos entre usuarios tradicionales —en especial, indígenas y campesinos— y actividades económicas, como minería y riego, suelen relacionarse con la debilidad de los sistemas de protección de los usos consuetudinarios. En general, las legislaciones priorizan la protección de los usos con derivación (extractivos) en desmedro de los que son sin derivación; es decir, aquellos usos in situ asociados al régimen natural de las aguas, tales como pesca, abrevadero o el uso de pastizales resultantes de la recurrencia de aguas.
Cabe agregar que en la mayoría de los países de la región es común que una parte importante de los aprovechamientos se realice sin derechos ni permisos de uso (o descarga) regularizados ni inscritos en registro público alguno y cuyas características resultan difícil de constatar, y también que los usuarios no respeten las condiciones de extracción o vertimiento. Los derechos o permisos debidamente registrados normalmente se limitan a los usuarios más nuevos. Esa falta de identificación dificulta la protección de los derechos y usos, y es una importante fuente de los CpA.
c) Conflictos con actores no usuarios
Los conflictos no sólo se producen entre quienes comparten el recurso, sino también frente a terceros. La primera fuente de este tipo de CpA son las intervenciones sobre una cuenca no vinculadas directamente con el uso del agua, como extracción de áridos, deforestación o construcciones que afectan su capacidad natural para captar, retener, depurar, infiltrar, recargar, evacuar, transportar y distribuir agua en cantidad, calidad y oportunidad.
En un plano más general, también se producen conflictos cuando se desplazan de la agenda pública las necesidades de conservación y gestión del recurso hídrico, por ejemplo con la priorización de otras erogaciones presupuestarias en desmedro de las necesarias para la gobernabilidad del agua.
d) Conflictos intergeneracionales
Los conflictos intergeneracionales involucran la tensión entre las necesidades y preferencias de las generaciones actuales y la preservación del recurso como derecho de las generaciones futuras. Cabe observar que todo uso de agua conlleva un impacto futuro, por lo que el tema es si estos efectos son transitorios o permanentes y, en este último caso, cómo son manejados, compensados y mitigados.
Los conflictos intergeneracionales vinculados con los grandes emprendimientos se ven agravados por un factor clave: la sujeción de esos proyectos a los regímenes internacionales de protección de las inversiones extranjeras.
e) Conflictos interjurisdiccionales
Este tipo de CpA refleja la tensión entre los objetivos y competencias de las diferentes divisiones político-administrativas, como resultado de su falta de correspondencia con los límites físicos o territoriales de las cuencas y los problemas de fragmentación y falta de coordinación que ello trae aparejado. Los CpA interjurisdiccionales se pueden dar tanto entre países como entre municipios, estados, regiones y provincias que comparten una misma cuenca y que, consecuentemente, compiten por un recurso escaso y por la transferencia de las externalidades o impactos negativos de la intervención humana sobre él. La posibilidad de surgimiento de un CpA de este tipo presenta una especial gravitación en el caso de recursos compartidos entre países, debido a las insuficiencias que en muchos casos presenta el derecho internacional.
f) Conflictos institucionales
Estos conflictos ponen de manifiesto las disputas entre los diferentes actores públicos y privados cuyos ámbitos de actuación impactan en la gestión y en el aprovechamiento del agua. A nivel gubernamental se plasman en la falta de coordinación entre las autoridades de agua y las áreas encargadas de obras de infraestructura, medio ambiente, ordenamiento territorial, planificación, generación de energía, servicios de agua potable, agricultura y otros sectores. En el plano privado, se relaciona con el surgimiento de intereses sectoriales y grupos de presión. La intervención de múltiples actores institucionales en el análisis, aprobación y supervisión de los proyectos que impactan en los recursos hídricos y en los ecosistemas relacionados, es una de las principales fuentes de inconsistencias gubernamentales, que son campo especialmente propicio para el surgimiento de CpA.
Paradigmas
Las posiciones de los sujetos que intervienen en los conflictos descritos están enmarcadas en paradigmas que expresan las diversas dimensiones del desarrollo sustentable o de los usos del agua que, en la mayoría de los casos, se presentan entrelazadas y no de manera pura.
1. Paradigma económico
Por paradigma económico se entiende la consideración preponderante de la faceta económica del agua por parte de la legislación, su concepción unidimensional como factor o insumo de los procesos de producción de bienes y servicios; es decir, como recurso productivo o económico. Esta visión hace hincapié en el aprovechamiento del recurso y, por ende, tiene como eje la obtención de derechos sobre el agua, esto es, títulos jurídicos para la utilización de un determinado caudal de agua de cierta calidad en cierto período de tiempo en un proceso de la producción.
El paradigma económico enmarcó el diseño de la legislación sobre aguas en muchos países de la región durante el siglo XIX y gran parte del XX. Ello dio lugar a un régimen regulatorio estructurado desde el enfoque dominial, que dividía entre las aguas públicas de propiedad del Estado, cuyo aprovechamiento mediante usos especiales era concedido administrativamente por este, y las privadas de propiedad de los particulares, que eran aquellas que no se consideraban claves para el bienestar general. Las leyes de agua tenían, en ese contexto, una función estratégica: brindar seguridad a los titulares de derechos de uso del agua y coordinar administrativamente sus diferentes aprovechamientos, pero privilegiando siempre el uso económico de los recursos naturales mediante derechos de propiedad, aun a expensas de sus funciones ambiental y social.
En esa visión mercantilizada de los recursos naturales subyacía la idea de que el otorgamiento de derechos de propiedad cumplía un rol civilizatorio que permitiría a la humanidad pasar de un estadio evolutivo primitivo—marcado por la propiedad colectiva de los pueblos indígenas— a uno superior centrado en el comercio de bienes.
En esa concepción, tanto el aspecto ambiental como el social se veían desplazados del análisis y por lo tanto la sustentabilidad en el uso no resultaba una pauta primordial del sistema, en especial porque la abundancia de los recursos invisibilizaba los problemas de agotamiento y existía poco conocimiento científico sobre los impactos de la actividad humana.
2. Paradigma ambiental
La consideración del agua como recurso natural y su consiguiente deber de preservación obligaron a superar la visión unidimensional que la concebía como un mero objeto del cual había que extraer el máximo beneficio económico, abriendo paso a la aplicación de un catálogo de principios encaminados a evitar la destrucción de los ecosistemas por la intervención antrópica. Entre ellos se destacan los de prevención, precaución, equidad intergeneracional, responsabilidad, sustentabilidad y cooperación.
El cambio es fundamental. Mientras el paradigma económico se caracteriza por presuponer la intervención en el recurso, el paradigma ambiental se centra en los límites y la sustentabilidad de esa intervención y por ello suele enmarcar las resistencias contra pretensiones de corte económico-productivo.
3. Paradigma social
Las necesidades básicas para el consumo humano son contempladas por la mayoría de las legislaciones desde antaño a través del instituto del uso común de las aguas y la prioridad conferida al uso especial de abastecimiento poblacional. Sin embargo, en la práctica, tales mecanismos han resultado insuficientes para garantizar a grandes sectores de la población el acceso a las cantidades mínimas de agua necesarias para el desarrollo de una vida digna. El paradigma social también tiene una dimensión económica, que se relaciona principalmente con la defensa por parte de las comunidades locales e indígenas de sus modelos productivos y propuestas de desarrollo económico.
La dimensión social de los CpA se encuentra representada en la actualidad por el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento (DHAS), que consagra —con la máxima jerarquía a nivel internacional— la prioridad absoluta de los usos de subsistencia para abastecimiento humano frente a todos los demás destinos. Dentro de este paradigma pueden incluirse las reivindicaciones del agua como factor de igualación social, algunos reclamos indígenas, la pequeña agricultura, etc.
El dato característico de la perspectiva social está dado, entre otros, por el impacto que producen en la gestión de los recursos hídricos las exigencias de disponibilidad, calidad y accesibilidad al agua, que conforman el contenido esencial del DHAS. Otra muestra clara de los desafíos asociados a esta mirada se observa en la iniciativa global de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio.
El paradigma social normalmente se enfrenta con las demandas del paradigma económico, pero también tensiona con el ambiental, en especial por el impacto que la ampliación de las coberturas de agua potable y saneamiento puede tener en las condiciones o en los caudales ecológicos de las fuentes de agua.
Análisis, prevención y solución de conflictos
Los CpA podrían ser prevenidos y resueltos de un modo más eficiente si los modelos de gobernabilidad comenzaran a reflejar los cambios de enfoque sobre los recursos hídricos, dando lugar a perspectivas integrales, cooperativas y participativas.
El análisis de los conflictos constituye una instancia crucial y previa a la adopción de las medidas para su prevención o solución, atento que medidas inapropiadas, por errores de análisis o de cálculo, no sólo corren el riesgo de fracasar sino que pueden conducir incluso a su recrudecimiento, intensificación o prolongación. El análisis o monitoreo de los conflictos debe mantenerse en el tiempo, habida cuenta de la tendencia indubitable de la mayoría de ellos a persistir e, incluso, resurgir. Aun cuando el conflicto haya alcanzado una aparente solución o equilibrio, el mismo se mantendrá en estado latente; a este respecto, resulta imprescindible un enfoque interdisciplinario y un particular conocimiento de la historia y las condiciones locales, pues el agua muchas veces no constituye más que el emergente de un conflicto anterior y de otra naturaleza.
Los conflictos deben prevenirse desde las instancias mismas de planificación –columna vertebral de la gestión integrada de los recursos hídricos– que debe incorporar elementos de planificación adaptativa y de manejo integrado de cuencas, que contribuirán a evitar con flictos a futuro en el incierto escenario que el cambio climático plantea para los recursos hídricos en cada país, cuenca o región.
Los planes deben necesariamente ser sometidos a un riguroso proceso de evaluación económica, social y ambiental donde se ventilen costos y beneficios, económicos y sociales, alternativas disponibles, impactos ambientales, medidas de mitigación y adaptación, etc. Debe garantizarse la disponibilidad y publicidad de la información y facilitar su acceso.
En este proceso resulta capital la adopción de mecanismos que permitan la participación auténtica de todos los actores involucrados, entendiendo por tal la informada, con posibilidades reales de incidir en las decisiones, tanto de usuarios de agua en sentido estricto como de ciudadanos en general.
Los CpA son de difícil solución, por la cantidad de actores, intereses y sectores involucrados.
Su tendencia a resurgir transforma toda solución en provisoria y precaria de donde se hace imprescindible la anticipación, para evitar y prevenir su producción. El diálogo, la negociación y la mediación son instrumentos claves que permiten a los interesados participar activamente y apropiarse de la decisión frente al paradigma de solución judicial que no deja de ser percibida como decisión impuesta. Pueden existir múltiples instancias para la solución de los CpA, a condición de que el tercero facultado para su resolución sea imparcial, independiente y cuente con los elementos para hacerlo adecuadamente.
La sola existencia de un tercero realmente imparcial e independiente capaz de resolver el conflicto constituye un incentivo a las partes para alcanzar un acuerdo y, como tal, para prevenir conflictos.
En definitiva, los desafíos que plantean los CpA pasan por el fortalecimiento de la gobernabilidad hídrica, por la superación de las miradas de corto plazo que conducen a la desatención de la temática y la consiguiente debilidad de las instituciones encargadas de llevarla adelante, la fragmentación en la gestión, tanto territorial como sectorial, y la deficiente cultura del agua.


Fuente: Revista Hydria

http://estrucplan.com.ar/articulos/analisis-de-los-conflictos-por-el-agua-en-america-latina-y-el-caribe/

jueves, 22 de noviembre de 2018

Agua Para Un Mundo Sostenible

EL CRECIMIENTO INSOSTENIBLE Y LA CRECIENTE DEMANDA MUNDIAL DE AGUA
  • La población mundial crece a un ritmo de unos 80 millones de personas al año (USCB, 2012) y se prevé que alcance los 9.100 millones en 2015, con 2.400 millones de personas viviendo en África Subsahariana (UNDESA, 2013a).
  • El producto interior bruto mundial aumentó un promedio de un 3,5% anual de 1960 a 2012 (World Economics, 2014). Gran parte de este crecimiento económico ha tenido un coste social y ambiental significativo.
  • El crecimiento demográfico, la urbanización, la industrialización y el aumento de la producción y el consumo han generado una demanda de agua dulce cada vez mayor.
  • Se prevé que en 2030 el mundo tendrá que enfrentarse a un déficit mundial del 40% de agua en un escenario climático en que todo sigue igual (2030 WRG, 2009).
  • La cuestión es que hay agua suficiente como para satisfacer las necesidades crecientes del mundo, pero no si no cambiamos radicalmente el modo en que se usa, se maneja y se comparte el agua. La crisis hídrica mundial es una crisis de gobernanza (WWAP, 2006), mucho más que de recursos disponibles.
  • Las demandas en competencia entre sí aumentan el riesgo de conflictos localizados y conllevarán decisiones cada vez más difíciles en lo que respecta a la asignación de los recursos y a limitar la expansión de sectores cruciales para el desarrollo sostenible. El nexo agua-alimentos-energía plantea decisiones políticas difíciles, y gestionar cada sector, tanto por separado como conjuntamente, implica hacer concesiones (WWAP, 2014).
  • De las 263 cuencas transfronterizas del mundo, 158 carecen de cualquier tipo de marco de gestión cooperativa. De las 105 cuencas hidrográficas con instituciones hídricas, aproximadamente las dos terceras partes incluyen a tres o más estados ribereños, y sin embargo menos del 20% de los acuerdos que las acompañan son multilaterales (UNEP, 2002).
  • El cambio climático exacerbará los riesgos asociados con variaciones en la distribución y disponibilidad de los recursos hídricos.
  • Las aguas subterráneas abastecen de agua potable por lo menos al 50% de la población mundial y representan el 43% de toda el agua utilizada para el riego (FAO, 2010). A nivel mundial, 2.500 millones de personas dependen exclusivamente de los recursos de aguas subterráneas para satisfacer sus necesidades básicas diarias de agua (UNESCO, 2012).
  • Se estima que el 20% de los acuíferos mundiales está siendo sobreexplotado (Gleeson et al., 2012), lo que va a tener graves consecuencias, como el hundimiento del suelo y la intrusión de agua salada (USGS, 2013).
  • Las pérdidas económicas debidas a los peligros relacionados con el agua han aumentado considerablemente en la última década. Desde 1992, las inundaciones, sequías y tormentas han afectado a 4.200 millones de personas (el 95% de todas las personas afectadas por todos los desastres) y han ocasionado 1,3 billones de dólares estadounidenses de daños (el 63% de todos los daños) (UNISDR, 2012).
  • La disponibilidad de agua se enfrenta a las presiones de la contaminación. Se espera que la eutrofización de las aguas superficiales y las zonas costeras aumente en casi todas partes hasta 2030 (UNDESA, 2012). A nivel mundial, el número de lagos con floraciones de algas nocivas aumentará un 20% por lo menos hasta 2050.
  • A nivel regional, se informa de que el límite global de sostenibilidad ecológica de agua disponible para su extracción ha sido superado por una tercera parte aproximadamente de la población, y aumentará hasta aproximadamente la mitad hacia el año 2030 (WWAP, 2012).
  • En la mayoría de países, la financiación de las infraestructuras hídricas procede de los gobiernos, aunque muchos países en vías de desarrollo dependen todavía de las ayudas externas para financiar la gestión de los recursos hídricos y los servicios públicos. Más de la mitad de países con un índice de desarrollo humano bajo han informado de que la financiación destinada al desarrollo y la gestión de los recursos hídricos procedente de los presupuestos de los gobiernos y de la ayuda oficial al desarrollo ha ido en aumento durante los últimos 20 años (UN-Water, 2012).
  • Desafíos como las crisis económicas, la escasez de alimentos y el cambio climático amenazan con socavar el progreso económico y social de los últimos años.

Informe de las Naciones Unidas sobre los recursos hídricos en el mundo 2015

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Análisis De Los Conflictos Por El Agua En América Latina Y El Caribe

En los últimos años la región ha observado un creciente nivel de conflictividad en relación con el desarrollo y emplazamiento de emprendimientos productivos, en especial aquellos extractivos y de gran envergadura que —por implicar el uso intensivo de recursos naturales y de agua en particular— impactan en las condiciones de vida de la población y en el medio ambiente. Es común que esas disputas se caractericen por una alta polarización, ausencia de espacios de diálogo, asimetrías informativas, poca transparencia, insuficiencia o dificultad de manejo de evidencias científicas, intereses ocultos y conflictos de valores e ideologías subyacentes. Todo esto dificulta su abordaje y conduce en muchos casos a mecanismos no deliberativos de resolución caracterizados por altos costos de transacción.
Los conflictos por el agua (CpA) son el resultado de la multiplicidad de demandas o aspiraciones que confluyen sobre los limitados recursos hídricos y que no pueden satisfacerse simultáneamente; materializan relaciones antagónicas que surgen de la colisión de posiciones e intereses en torno a la cantidad, calidad y oportunidad de agua disponible para los diferentes actores.
Si bien el agua tiene un lugar preponderante en el núcleo de las disputas, se presentan en ellas connotaciones culturales, históricas, territoriales, sociales, políticas, económicas y distributivas que son claves para su comprensión y resolución, haciendo especialmente necesarios los abordajes interdisciplinarios.
Los CpA no constituyen hechos aislados, sino un aspecto estructural de la dinámica social que obedece a múltiples causas, derivadas en muchos casos de las debilidades en la gobernabilidad del agua y el aumento de la capacidad de movilización de la sociedad civil, pero también de una distribución social injusta y de diferencias ideológicas. Por otra parte, si bien los CpA están generalmente dotados de una connotación negativa, ellos pueden constituir una forma de expresión donde se confrontan discursos, emergen nuevos actores y aspiraciones políticas y sociales, y se generan propuestas y oportunidades.
Los CpA revisten usualmente el carácter de conflictos ambientales o socio ambientales, dado el lugar central y preeminente que el recurso hídrico posee en el ecosistema y en la sociedad. Ellos presentan también una escala espacial y territorial muy diversa que puede ir desde lo local, regional y nacional hasta la esfera internacional o transfronteriza cuando el recurso es compartido por dos o más Estados. Estas escalas varían la naturaleza del conflicto, así como el marco jurídico y los instrumentos disponibles para su resolución.
El primer desafío que se plantea en el análisis de los CpA es la falta de claridad en los desacuerdos.La opacidad sobre los actores e intereses involucrados y su diversidad y heterogeneidad, conducen a escenarios de confusión que impiden comenzar el diálogo, alargan e intensifican las disputas y controversias y, consecuentemente, demoran las soluciones.
Concepto y tipología de los conflictos por el agua
El agua, aun más que otros recursos naturales, presenta una serie de características que, en caso de un abordaje inadecuado, pueden promover la conflictividad. La tipología de conflictos atiende, inicialmente, a estos rasgos del recurso. La primera de ellas se vincula con la movilidad inherente al ciclo hidrológico, que no atiende a límites políticos, administrativos ni jurídicos, y con ello dificulta la determinación y aplicación de derechos sobre el agua, generando incertidumbre.
La segunda reside en la diversidad de usos del agua, que puede dar lugar a rivalidad en los aprovechamientos. Un tercer rasgo del agua que puede propiciar conflictos es su naturaleza unidireccional y la asimetría de las interrelaciones e interdependencias entre los usuarios ubicados aguas arriba y aguas abajo en un sistema hídrico integrado.
En términos generales, un conflicto es una clase de relación social cuyos participantes persiguen objetivos incompatibles entre sí. En el caso del agua, esas pretensiones discordantes se vinculan con su aprovechamiento real o potencial. Con base en estos aspectos, es posible ensayar la tipología que se presenta a continuación.
a) Conflictos entre usos
Estos conflictos ocurren cuando el recurso no satisface (cuantitativa, cualitativamente o en el tiempo) las demandas que generan los diferentes destinos del agua de una cuenca. Esta categoría incluye conflictos entre usos actuales entre sí (riego, abastecimiento de agua potable, generación hidroeléctrica, minería, etc.), entre éstos y nuevos usos (modalidades extractivas novedosas, aprovechamientos que implican un uso más intensivo, en el sentido de mayor uso consuntivo o mayor impacto ambiental) y la posibilidad de reservar una porción del recurso para aprovechamientos futuros (trasvases entre cuencas, mantenimiento de caudales ecológicos, etc.). Esta insuficiencia del recurso se agrava por el hecho de que los derechos o permisos de su uso suelen no estar debidamente delimitados —aun menos en todos sus atributos—, protegidos ni inscritos. Desde esta perspectiva, una muestra especialmente sensible para América Latina y el Caribe es la de las industrias extractivas, aunque también en forma cada vez más perceptible lo son la agricultura intensiva y la expansión urbana descontrolada. Los sectores de minería y petróleo resultan claves para las economías de muchos países y suponen para la región miles de millones de dólares en inversiones predominantemente extranjeras. Paralelamente, ese tipo de industrias demanda la utilización de grandes cantidades de agua para sus operaciones, lo que muchas veces se traduce en disputas con otras actividades. La situación de tensión entre los beneficios derivados de las inversiones y la preservación del recurso se ha visto agravada en los últimos años ante la proliferación de proyectos como resultado del aumento de los precios internacionales de esas materias primas. Muchos emprendimientos que eran técnicamente o económicamente inviables hasta hace pocos años se han vuelto atractivos para los inversores, incrementando la demanda de agua para estos nuevos usos.
Cabe agregar que es habitual que surjan CpA de este tipo en relación con los usos que dependen del almacenamiento en embalses para asignar el caudal anual en el tiempo: la generación de hidroelectricidad necesita manejar los caudales
para satisfacer la demanda energética que se concentra en los meses de invierno, estando desfasada en el tiempo de las necesidades estacionales para el uso agrícola (verano).
Un aspecto muchas veces soslayado al analizar los conflictos entre usos se relaciona también con los destinos no extractivos del agua, los cuales en ocasiones poseen una trascendencia económica, ambiental y social decisiva (valor paisajístico, turismo, comercio inmobiliario, etc.). Estos usos también ingresan en conflicto con otros —especialmente los extractivos— y merecen un tratamiento mucho más minucioso del que reciben actualmente.
La competencia entre los usos agrícola, industrial y doméstico está entre los principales factores de generación de CpA entre los medios urbano y rural. La demanda creciente de agua para uso doméstico e industrial como resultado de las tendencias de expansión urbana imperantes en el último siglo produce el agotamiento de las fuentes de agua cercanas a los grandes centros poblacionales y obliga a echar mano de aquellas cada vez más distantes y costosas, a menudo privando de este recurso a las zonas rurales próximas y causando graves efectos económicos, sociales, culturales y ambientales sobre las áreas desde las cuales el recurso se transfiere.
También el aumento de descargas de aguas servidas en los cuerpos de agua cercanos a las zonas urbanas constituye una fuente directa de CpA entre usos industriales, agrícolas, domésticos, turísticos y recreativos asociados a la calidad del recurso.
Otra causa de CpA en este ámbito es la obstaculización de las vías de drenaje urbano por obras como resultado de los desarreglos en la expansión urbana. La mayoría de las ciudades en la región, tanto las ubicadas en zonas de lluvias frecuentes como aquellas sujetas a altas variaciones en intensidad de lluvias o al efecto de crecidas de ríos, carecen de infraestructura de drenaje urbano adecuada y, en general, han sido desarrolladas sin planificación urbana, territorial ni de uso del suelo. La sistemática ocupación de los cauces y las planicies de inundación es entonces una creciente fuente de conflicto.
b) Conflictos entre usuarios
Este tipo de CpA se centra en las características de los diferentes actores que comparten el recurso hídrico y sus intereses en competencia, siendo especialmente sensibles hoy los vinculados con empresas y grupos vulnerables, usuarios consuetudinarios y los formales o entre usuarios actuales y potenciales.
Otro actor recurrente de los CpA entre usuarios es el sector minero. Estas firmas, sea en etapa de exploración o explotación, se vuelven protagonistas de las disputas por dos grandes razones: primero, por la obtención —generalmente vía la asignación por parte del Estado, pero también en algunos casos por mecanismos de mercado o simplemente por hacer uso de “aguas del minero”— de derechos de explotación sobre fuentes de agua que venían siendo controladas y utilizadas—de jure o de facto, y normalmente con menor intensidad (menor uso consuntivo)— por
la comunidad de la zona del proyecto, ocasionando con ello disputas relacionadas con la cantidad del recurso. Y en segundo lugar por la contaminación potencial, que aumenta exponencialmente la reacción de los afectados.
Los CpA que involucran a usuarios vinculados con la minería no siempre enfrentan, sin embargo, a grandes empresas con las poblacioneslocales afectadas. En ocasiones, la denominada minería informal configura un problema ambiental y social de mucha mayor complejidad y gravedad que el anterior, debido a la dispersión espacial y dificultad para el control e identificación de los responsables.
Los conflictos entre usuarios tradicionales —en especial, indígenas y campesinos— y actividades económicas, como minería y riego, suelen relacionarse con la debilidad de los sistemas de protección de los usos consuetudinarios. En general, las legislaciones priorizan la protección de los usos con derivación (extractivos) en desmedro de los que son sin derivación; es decir, aquellos usos in situ asociados al régimen natural de las aguas, tales como pesca, abrevadero o el uso de pastizales resultantes de la recurrencia de aguas.
Cabe agregar que en la mayoría de los países de la región es común que una parte importante de los aprovechamientos se realice sin derechos ni permisos de uso (o descarga) regularizados ni inscritos en registro público alguno y cuyas características resultan difícil de constatar, y también que los usuarios no respeten las condiciones de extracción o vertimiento. Los derechos o permisos debidamente registrados normalmente se limitan a los usuarios más nuevos. Esa falta de identificación dificulta la protección de los derechos y usos, y es una importante fuente de los CpA.
c) Conflictos con actores no usuarios
Los conflictos no sólo se producen entre quienes comparten el recurso, sino también frente a terceros. La primera fuente de este tipo de CpA son las intervenciones sobre una cuenca no vinculadas directamente con el uso del agua, como extracción de áridos, deforestación o construcciones que afectan su capacidad natural para captar, retener, depurar, infiltrar, recargar, evacuar, transportar y distribuir agua en cantidad, calidad y oportunidad.
En un plano más general, también se producen conflictos cuando se desplazan de la agenda pública las necesidades de conservación y gestión del recurso hídrico, por ejemplo con la priorización de otras erogaciones presupuestarias en desmedro de las necesarias para la gobernabilidad del agua.
d) Conflictos intergeneracionales
Los conflictos intergeneracionales involucran la tensión entre las necesidades y preferencias de las generaciones actuales y la preservación del recurso como derecho de las generaciones futuras. Cabe observar que todo uso de agua conlleva un impacto futuro, por lo que el tema es si estos efectos son transitorios o permanentes y, en este último caso, cómo son manejados, compensados y mitigados.
Los conflictos intergeneracionales vinculados con los grandes emprendimientos se ven agravados por un factor clave: la sujeción de esos proyectos a los regímenes internacionales de protección de las inversiones extranjeras.
e) Conflictos interjurisdiccionales
Este tipo de CpA refleja la tensión entre los objetivos y competencias de las diferentes divisiones político-administrativas, como resultado de su falta de correspondencia con los límites físicos o territoriales de las cuencas y los problemas de fragmentación y falta de coordinación que ello trae aparejado. Los CpA interjurisdiccionales se pueden dar tanto entre países como entre municipios, estados, regiones y provincias que comparten una misma cuenca y que, consecuentemente, compiten por un recurso escaso y por la transferencia de las externalidades o impactos negativos de la intervención humana sobre él. La posibilidad de surgimiento de un CpA de este tipo presenta una especial gravitación en el caso de recursos compartidos entre países, debido a las insuficiencias que en muchos casos presenta el derecho internacional.
f) Conflictos institucionales
Estos conflictos ponen de manifiesto las disputas entre los diferentes actores públicos y privados cuyos ámbitos de actuación impactan en la gestión y en el aprovechamiento del agua. A nivel gubernamental se plasman en la falta de coordinación entre las autoridades de agua y las áreas encargadas de obras de infraestructura, medio ambiente, ordenamiento territorial, planificación, generación de energía, servicios de agua potable, agricultura y otros sectores. En el plano privado, se relaciona con el surgimiento de intereses sectoriales y grupos de presión. La intervención de múltiples actores institucionales en el análisis, aprobación y supervisión de los proyectos que impactan en los recursos hídricos y en los ecosistemas relacionados, es una de las principales fuentes de inconsistencias gubernamentales, que son campo especialmente propicio para el surgimiento de CpA.
Paradigmas
Las posiciones de los sujetos que intervienen en los conflictos descritos están enmarcadas en paradigmas que expresan las diversas dimensiones del desarrollo sustentable o de los usos del agua que, en la mayoría de los casos, se presentan entrelazadas y no de manera pura.
1. Paradigma económico
Por paradigma económico se entiende la consideración preponderante de la faceta económica del agua por parte de la legislación, su concepción unidimensional como factor o insumo de los procesos de producción de bienes y servicios; es decir, como recurso productivo o económico. Esta visión hace hincapié en el aprovechamiento del recurso y, por ende, tiene como eje la obtención de derechos sobre el agua, esto es, títulos jurídicos para la utilización de un determinado caudal de agua de cierta calidad en cierto período de tiempo en un proceso de la producción.
El paradigma económico enmarcó el diseño de la legislación sobre aguas en muchos países de la región durante el siglo XIX y gran parte del XX. Ello dio lugar a un régimen regulatorio estructurado desde el enfoque dominial, que dividía entre las aguas públicas de propiedad del Estado, cuyo aprovechamiento mediante usos especiales era concedido administrativamente por este, y las privadas de propiedad de los particulares, que eran aquellas que no se consideraban claves para el bienestar general. Las leyes de agua tenían, en ese contexto, una función estratégica: brindar seguridad a los titulares de derechos de uso del agua y coordinar administrativamente sus diferentes aprovechamientos, pero privilegiando siempre el uso económico de los recursos naturales mediante derechos de propiedad, aun a expensas de sus funciones ambiental y social.
En esa visión mercantilizada de los recursos naturales subyacía la idea de que el otorgamiento de derechos de propiedad cumplía un rol civilizatorio que permitiría a la humanidad pasar de un estadio evolutivo primitivo—marcado por la propiedad colectiva de los pueblos indígenas— a uno superior centrado en el comercio de bienes.
En esa concepción, tanto el aspecto ambiental como el social se veían desplazados del análisis y por lo tanto la sustentabilidad en el uso no resultaba una pauta primordial del sistema, en especial porque la abundancia de los recursos invisibilizaba los problemas de agotamiento y existía poco conocimiento científico sobre los impactos de la actividad humana.
2. Paradigma ambiental
La consideración del agua como recurso natural y su consiguiente deber de preservación obligaron a superar la visión unidimensional que la concebía como un mero objeto del cual había que extraer el máximo beneficio económico, abriendo paso a la aplicación de un catálogo de principios encaminados a evitar la destrucción de los ecosistemas por la intervención antrópica. Entre ellos se destacan los de prevención, precaución, equidad intergeneracional, responsabilidad, sustentabilidad y cooperación.
El cambio es fundamental. Mientras el paradigma económico se caracteriza por presuponer la intervención en el recurso, el paradigma ambiental se centra en los límites y la sustentabilidad de esa intervención y por ello suele enmarcar las resistencias contra pretensiones de corte económico-productivo.
3. Paradigma social
Las necesidades básicas para el consumo humano son contempladas por la mayoría de las legislaciones desde antaño a través del instituto del uso común de las aguas y la prioridad conferida al uso especial de abastecimiento poblacional. Sin embargo, en la práctica, tales mecanismos han resultado insuficientes para garantizar a grandes sectores de la población el acceso a las cantidades mínimas de agua necesarias para el desarrollo de una vida digna. El paradigma social también tiene una dimensión económica, que se relaciona principalmente con la defensa por parte de las comunidades locales e indígenas de sus modelos productivos y propuestas de desarrollo económico.
La dimensión social de los CpA se encuentra representada en la actualidad por el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento (DHAS), que consagra —con la máxima jerarquía a nivel internacional— la prioridad absoluta de los usos de subsistencia para abastecimiento humano frente a todos los demás destinos. Dentro de este paradigma pueden incluirse las reivindicaciones del agua como factor de igualación social, algunos reclamos indígenas, la pequeña agricultura, etc.
El dato característico de la perspectiva social está dado, entre otros, por el impacto que producen en la gestión de los recursos hídricos las exigencias de disponibilidad, calidad y accesibilidad al agua, que conforman el contenido esencial del DHAS. Otra muestra clara de los desafíos asociados a esta mirada se observa en la iniciativa global de los Objetivos
de Desarrollo del Milenio.
El paradigma social normalmente se enfrenta con las demandas del paradigma económico, pero también tensiona con el ambiental, en especial por el impacto que la ampliación de las coberturas de agua potable y saneamiento puede tener en las condiciones o en los caudales ecológicos de las fuentes de agua.
Análisis, prevención y solución de conflictos
Los CpA podrían ser prevenidos y resueltos de un modo más eficiente si los modelos de gobernabilidad comenzaran a reflejar los cambios de enfoque sobre los recursos hídricos, dando lugar a perspectivas integrales, cooperativas y participativas.
El análisis de los conflictos constituye una instancia crucial y previa a la adopción de las medidas para su prevención o solución, atento que medidas inapropiadas, por errores de análisis o de cálculo, no sólo corren el riesgo de fracasar sino que pueden conducir incluso a su recrudecimiento, intensificación o prolongación. El análisis o monitoreo de los conflictos debe mantenerse en el tiempo, habida cuenta de la tendencia indubitable de la mayoría de ellos a persistir e, incluso, resurgir. Aun cuando el conflicto haya alcanzado una aparente solución o equilibrio, el mismo se mantendrá en estado latente; a este respecto, resulta imprescindible un enfoque interdisciplinario y un particular conocimiento de la historia y las condiciones locales, pues el agua muchas veces no constituye más que el emergente de un conflicto anterior y de otra naturaleza.
Los conflictos deben prevenirse desde las instancias mismas de planificación –columna vertebral de la gestión integrada de los recursos hídricos– que debe incorporar elementos de planificación adaptativa y de manejo integrado de cuencas, que contribuirán a evitar con flictos a futuro en el incierto escenario que el cambio climático plantea para los recursos hídricos en cada país, cuenca o región.
Los planes deben necesariamente ser sometidos a un riguroso proceso de evaluación económica, social y ambiental donde se ventilen costos y beneficios, económicos y sociales, alternativas disponibles, impactos ambientales, medidas de mitigación y adaptación, etc. Debe garantizarse la disponibilidad y publicidad de la información y facilitar su acceso.
En este proceso resulta capital la adopción de mecanismos que permitan la participación auténtica de todos los actores involucrados, entendiendo por tal la informada, con posibilidades reales de incidir en las decisiones, tanto de usuarios de agua en sentido estricto como de ciudadanos en general.
Los CpA son de difícil solución, por la cantidad de actores, intereses y sectores involucrados.
Su tendencia a resurgir transforma toda solución en provisoria y precaria de donde se hace imprescindible la anticipación, para evitar y prevenir su producción. El diálogo, la negociación y la mediación son instrumentos claves que permiten a los interesados participar activamente y apropiarse de la decisión frente al paradigma de solución judicial que no deja de ser percibida como decisión impuesta. Pueden existir múltiples instancias para la solución de los CpA, a condición de que el tercero facultado para su resolución sea imparcial, independiente y cuente con los elementos para hacerlo adecuadamente.
La sola existencia de un tercero realmente imparcial e independiente capaz de resolver el conflicto constituye un incentivo a las partes para alcanzar un acuerdo y, como tal, para prevenir conflictos.
En definitiva, los desafíos que plantean los CpA pasan por el fortalecimiento de la gobernabilidad hídrica, por la superación de las miradas de corto plazo que conducen a la desatención de la temática y la consiguiente debilidad de las instituciones encargadas de llevarla adelante, la fragmentación en la gestión, tanto territorial como sectorial, y la deficiente cultura del agua.


Fuente: Revista Hydria

http://estrucplan.com.ar/articulos/analisis-de-los-conflictos-por-el-agua-en-america-latina-y-el-caribe/

martes, 20 de noviembre de 2018

Minutos no usados en el teléfono se acumularán 12 meses

SANTO DOMINGO,R.D.- El proyecto de ley que dispone la regulación de los servicios telefónicos en República Dominicana y que se estudia en la Cámara de Diputados, obligará a las empresas prestadoras del servicio a traspasar al cliente los minutos no consumidos durante el mes de la facturación y deberán acumular esa cantidad de minutos en un tiempo de 12 meses.

Transcurrido el plazo de los 12 meses, los minutos que la persona acumule y no consuma, se considerarán automáticamente expirados. El proyecto de las Telecomunicaciones lo conoce la Comisión Permanente de Tecnología de la Información de la Cámara de Diputados, que preside el diputado Miguel Ángel Jazmín, quien junto a un grupo de 14 legisladores de la cámara baja, trabaja en los aspectos consensuados y aprobados por el Senado de la República. Este proyecto inició su proceso por el Senado, a iniciativa del senador Dionis Sánchez, con la finalidad de que las empresas telefónicas sean reguladas o estén obligadas a ofrecer a sus clientes las ventajas de cada servicio y los derechos que tienen en cada plan que elijan.

Usuarios no paguen publicidad. Otro aspecto que ataca el proyecto es para que los dueños de las empresas telefónicas no les cobren a sus clientes la publicidad que les envían en forma de llamadas o mensajes, por lo que plantea que estén exentas de todo pago, al no implicar un consumo al usuario receptor, señala el artículo 5 de la iniciativa en discusión.
El proyecto de ley coloca al Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (INDOTEL) como el ente regulador al momento de que se apruebe la pieza.
Asimismo, en cuanto a las sanciones, indica que se reputan de cometer faltas administrativas las prestadoras de servicios públicos de las telecomunicaciones que incumplan frente a los usuarios las disposiciones, calificando las faltas de muy graves. Entonces, dispondrá que las prestadoras del servicio sean sancionadas con un Cargo de Incumpliento (CI), de conformidad con las sanciones establecidas para las faltas graves, conforme a la Ley General de las Telecomunicaciones.


http://hoy.com.do/minutos-no-usados-en-el-telefono-se-acumularan-12-meses/

lunes, 19 de noviembre de 2018

ETED invierte RD$14,818 millones en 69 proyectos


SANTO DOMINGO,R.D.- En los últimos 11 años la Empresa de Transmisión Eléctrica Dominicana (ETED) ha puesto en servicio unos 69 proyectos que integran al sistema de transmisión eléctrico dominicano, unos 859 kilómetros de líneas a 69/138/345 voltios (kV) con una inversión de RD$14,818 millones.
Entre los proyectos ejecutados se encuentran 2,775 megavoltiamperio (MVA) de capacidad instalada con la construcción y ampliación de 23 subestaciones a nivel nacional en tensiones de 138/69 kV. También la entidad ha instalado 12 nodos ópticos, y 1,069 kilómetros de fibra óptica para el proyecto República Digital.
Estos datos fueron dados a conocer por Julián Santana, administrador de la ETED durante la celebración del décimo primer aniversario de la entidad.
Expuso que todos estos proyectos fueron ejecutados con una inversión de RD$14,818,286,882.18 y concebidos desde el Plan de Expansión de la ETED 2008-2012, el cual fue actualizado en su versión 2013-2020, como parte de la Estrategia Nacional de Desarrollo (END), en procura de mejorar la confiabilidad y la calidad del suministro eléctrico en todo el país con eficiencia, seguridad y en armonía con la comunidad y el medio ambiente.
Citó entre los proyectos recientes la extensión de la autopista eléctrica 345kV hacia la zona este de la provincia de Santo Domingo, la construcción de dos importantes subestaciones a 345kV como son las subestaciones ubicadas en el paraje Cabreto de San Luis y Bonao III en el municipio de Bonao.
Además, la ETED cuenta con un Centro de Control de Energía (CCE), con tecnología de clase mundial, certificado con la norma de calidad ISO 9001:2015, la cual lo convierte en el único centro de operaciones del sistema eléctrico nacional interconectado avalado bajo los estándares internacionales, siendo un referente que aporta un elemento diferente dentro de todas las instituciones del sector eléctrico dominicano.
Actualmente la ETED está construyendo una línea de transmisión de 138kV desde el parque eólico Juancho-los Cocos hasta Pedernales y otra línea de transmisión 138kV desde Duverge a Jímani.
Otros proyectos importantes son la subestación de Higüey 138/69kV y la subestación de La Vega 138/69kV que impactarán positivamente a los municipios de Higüey y La Vega.

http://hoy.com.do/eted-invierte-rd14818-millones-en-69-proyectos/

domingo, 18 de noviembre de 2018

¿Pensiones suficientes o sueldos suficientes?

SANTO DOMINGO,R.D.- Al comenzar este escrito aclaremos lo ya reiterado en otro artículo anterior en cuanto al término emocional de pensiones o sueldos dignos, lo cual es una apelación sentimental y no racional.
Por ello se usa el término de suficientes en vez de dignas, de manera de poder emplear un vocablo explicable, y no la apelación politiquera de dignos.
Cuando se hace la afirmación de futuras pensiones, para aquellos privilegiados de estar en el régimen de pensiones contributivas, y no los esquemas de pensiones privilegiadas que tienen los legisladores y otros estamentos del servicio público, se critica su incapacidad de proveer suficientes recursos a los de menor sueldo con qué costear sus necesidades básicas de alimentación, salud y otros requerimientos.
Pero se obvia el punto de partida que es la remuneración, o sueldos, los cuales en nuestro país su mínimo es demasiado bajito como para proporcionar las necesidades básicas antes citadas.
Y decimos salario mínimo por que la mayoría de los cotizantes actuales perciben dos o menos salarios mínimos. ¿Debemos preguntarnos si con esos niveles de sueldos puede haber pensiones suficientes?
Una vez establecido un adecuado nivel mínimo de ingresos, se puede partir del análisis del actual sistema de pensiones, donde aun no se han establecido los mecanismos que permitan incorporar a la mayoría de la fuerza trabajadora del país, ya que esta se encuentra en la informalidad, amén de los independientes, pymes y otros sectores productivos. Sin ello tenemos un sistema excluyente.
Entonces, con un régimen de pensiones incluyente nos podemos proponer analizar los factores que contribuirían al aumento de las pensiones, considerando que hoy en día tenemos una vida productiva más larga, gracias a que nuestras condiciones de salud y longevidad son mayores; que debemos lograr un mayor nivel de ahorros y perfeccionar la legislación, incluyendo el cumplimento de las responsabilidades del Estado, las cuales a la fecha ha eludido. Solo así tendremos pensiones suficientes: lo demás es demagogia.

http://eldia.com.do/pensiones-suficientes-o-sueldos-suficientes/