Santo Domingo,R.D.- Desde la década de los ‘70, la República Dominicana comenzó a sufrir una
terrible crisis eléctrica fruto del crecimiento de la demanda de
energía eléctrica, el crecimiento de los precios del petróleo y la falta
de visión política respecto al paralelismo que debe existir entre la
oferta, la demanda y la garantía de un buen servicio a precio aceptable.
En
el año 1978, la Universidad Católica Madre y Maestra, nos solicitó
hacer un profundo “Análisis del costo de transformar centrales
eléctricas de gasoil y fuel oil a carbón en República Dominicana” cuyos
resultados fueron demoledores en contra de los caros derivados del
petróleo, y extremadamente favorables a la utilización de carbón mineral
de alto poder calorífico para la producción de energía eléctrica de
bajo costo.
La universidad nos solicitó entregar una copia del
estudio a la Corporación Dominicana de Electricidad, institución que ya
analizaba la posibilidad de utilizar carbón mineral como fuente de
energía barata, y el estudio, junto a otros análisis previos, ayudó a
que el Gobierno de Antonio Guzmán decidiera instalar dos plantas
eléctricas duales que operaran con carbón mineral o con búnker C, siendo
terminada Itabo I en el gobierno de Don Antonio, e Itabo II en el
posterior Gobierno de Salvador Jorge Blanco.
Se entendía que a
partir de ese momento todas las demás plantas eléctricas seguirían el
mismo esquema dual que permitiera utilizar el combustible más barato del
mercado. Sin embargo, los vendedores de búnker C, socios formales del
gobierno, presionaron para que las plantas Itabo dejarán de quemar
carbón mineral y sólo utilizaran el búnker C vendido por ellos. El
interés comercial se impuso sobre el interés nacional, con la
complicidad del propio Estado.
Desde ese entonces, todo ha sido
crisis agravada de mal en peor y en la búsqueda de soluciones se han
enganchado todos los mercaderes y políticos deshonestos que han visto en
la gravedad del problema eléctrico su fuente ideal para el rápido
enriquecimiento ilícito mediante el succionamiento de los recursos
económicos de un Estado que ha sido capaz de auto engañarse y auto
quebrarse para enriquecer a un insaciable sector privado.
Cada
vez que hemos logrado convencer a un determinado Gobierno, de que la
solución a la grave crisis eléctrica no está en decir que hay que
aumentar las cobranzas, porque la gente pobre no paga la energía
consumida, lo cual es secundario, sino que la solución está en producir
energía eléctrica de bajo costo mediante el uso de carbón mineral y gas
natural, aparece un sector empresarial, asociado a un poder político
comercial, diciendo que la contaminación del carbón mineral afectaría al
medio ambiente, cuando todos los ambientalistas sabemos que los
productores de electricidad nunca han estado preocupados por nuestro
medio ambiente, sino por sus bien ambientadas riquezas. Ahora que el
presidente Danilo Medina ha decidido instalar plantas a carbón y a gas,
como solución al viejo problema eléctrico, vuelven los mismos mercaderes
del templo a llorar frente al muro de las lamentaciones económicas
personales, diciendo que están en desacuerdo con plantas a carbón.
El
presidente Medina debe decidir a quién responde: si a los intereses del
pueblo que lo eligió, o a los intereses de los mismos empresarios que
ayer se oponían a la revisión del contrato Barrick, y que de manera
hipócrita luego salieron elogiando la nueva renegociación con Barrick.
Superado
exitosamente el reto de Barrick, Danilo Medina tiene dos retos
inmediatos: Revisar los contratos eléctricos, e instalar plantas a
carbón y plantas a gas natural, aunque la rabia electrocute a los
insaciables generadores eléctricos.
http://www.elcaribe.com.do/2013/05/20/contratos-electricos-plantas-gas-carbon
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