viernes, 8 de agosto de 2014

LOS CLIENTES FACTURADOS POR LAS DISTRIBUIDORAS (EDES) HAN CRECIDO

SANTO DOMINGO,R.D.- El informe de desempeño de la CDEEE a mayo 2014 nos indica que en los últimos cinco años, la cantidad de clientes facturados por las empresas distribuidoras (EDEs) ha crecido un 43.9%, pasando de 1,341,427 clientes en el año 2009, a 1,931,517 a mayo del 2014, de los cuales hay 499,328 beneficiarios de Bonoluz. No obstante, la compra de energía en el año 2010 fue de 13,402 GWh, y en el 2014 de 13,646 GWh evidenciando un crecimiento de sólo 1.8%. Este aumento significativo de clientes ante el muy discreto aumento de la compra o suministro de energía se podría entender sobre la base de que los nuevos eran consumidores activos de electricidad aún no recibieran una factura, o que se ha estado suministrando menos energía a pesar del incremento de clientes.   
Con la gestión de la demanda (apagones programados) las empresas distribuidoras utilizan la lógica de dar menos energía para reducir el déficit financiero, lo que tiende a entenderse como un ahorro.
Esta es una manera casi coercitiva de llevar a la población a “hacer menos para usar menos”, cuando lo correcto sería que los consumidores recibieran el 100% de su demanda diaria con las señales de precios correspondientes, e hicieran un uso racional de esa energía basados en el concepto de “hacer lo mismo con menos”, como forma aplicar la racionalidad económica que se refleja en sus bolsillos para reducir un sobrecosto, más que tratar de reducir un déficit induciendo un ahorro basado en un subsidio.
Competitividad
Tanto el sector industrial y comercial como el residencial serán más competitivos en la medida que sean más eficientes energéticamente. Es decir, que produzcan, ofrezcan el mismo servicio, y tengan la misma calidad de vida con un consumo de energía por unidad de producto, servicio o confort cada vez más reducido.
¿Producir más energía o usar más eficientemente la que tenemos? He ahí el dilema. Es más económico ahorrar un kilovatio-hora de energía bajo un sentido de eficiencia, que producirlo; y para el aparato productivo y la vida cotidiana es más costoso recibir un kilovatio-hora de apagón a que les sea suplida la energía. Por tanto, el costo de oportunidad del apagón eléctrico es mayor que el de suplir energía continua bajo las condiciones actuales del sector eléctrico.
Los motivos más comunes que inducen a un consumo irracional de la energía están vinculados a que el consumidor recibe un precio de energía muy por debajo del costo real, o porque la hurta o se la regalan; o el precio del servicio es tan bajo respecto a sus ingresos que el derroche o uso indiscriminado de la electricidad no afecta su presupuesto. Es ahí que encuentra sustento la expresión de “a lo que no nos cuesta hagámosle fiesta”; o las comparaciones de muchos cuando dicen que en el estado de la Florida hogares tienen aires acondicionados encendidos el día completo y la factura eléctrica les llega muy baja en comparación con la de nuestro país.  
Hacer uso racional de la energía debe convertirse en algo más que palabras. Ha de ser la transformación de una necesidad en una cultura que supere el inmediatismo, lo coyuntural y sea sostenible en el tiempo.

http://www.listindiario.com/economia-and-negocios/2014/8/7/332832/Eficiencia-energetica-el-camino-no-transitado

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