domingo, 3 de noviembre de 2013

Caos en el trasporte en R.D.

SANTO DOMINGO,R.D.- Nadie que llegue a República Dominicana y circule por sus vías de comunicación podría responder la interrogante que choca de repente su imaginación: ¿Y este desorden sobre ruedas, esta locura motorizada es un problema transitorio? Sin pesimismo y con aire optimista se exclamaría: ¡Quiera Dios que sea un mal pasajero!
 
Quienes hemos nacido en esta tierra de esperanza, mártires, héroes, y luchadores por el progreso social sin goteras de miseria, no dejamos de soñar en ver un tránsito organizado como uno de los símbolos más fieles de que la sociedad dominicana dejó atrás el subdesarrollo.
 
Si el Presidente de la República desea completar su obra de gobierno con un hecho trascendente que trace la raya de Pizarro para que exista un antes y un después de Danilo en el transporte. Entonces podremos decir con orgullo patrio “se hizo lo me nunca se había hecho”.
 
Había escrito que en una sociedad en la que el mundo urbano desplazó al rural y en la que el automóvil terminó sepultando al caballo como medio de transporte, manejar un vehículo de motor no es un derecho, es algo más, para muchos se convierte en un privilegio deleitable que le aporta encantos maravillosos a la vida. Sin embargo para otros, conducir se vuelve en mortal privilegio que en ocasiones lleva a la tumba a centenares de personas.
 
Las cifras de fallecidos en las calles y carreteras del país son un escándalo planetario. Ellas muestran que de los 192 países pertenecientes a Naciones Unidas, República Dominicana ocupa el primer lugar entre las naciones con más muertes por accidentes de tránsito en el mundo, en relación a su población, con una tasa de 41.7 por cada 100 mil habitantes; según estadísticas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), seguida por  Tailandia, con una tasa de 38.1 por cada 100 mil pobladores. Esa  nación es un territorio de medio millón de kilómetros cuadrados y con 70 millones de personas. Otro Estado con alto índice de muertos en el tránsito es Venezuela, cuya tasa alcanza el 37.2. Este país sudamericano tiene casi un millón de kilómetros cuadrados y 28 millones de habitantes.
 
El caos del tránsito en República Dominicana posee números impactantes, los cuales crecen sin que la ley que rige el tráfico vehicular haya cambiado de manera significativa en más de medio siglo y sin que se logre crear el Ministerio del Transporte. Mientras tanto, como chivo sin ley, por nuestras vías corren diariamente 700 mil carros, cerca de 300 mil jeepetas, sumado a 78 mil 888 autobuses, además de 363 mil 439 camiones y camionetas, agregándose igualmente un millón quinientos 67 mil motores. Cifras que con otros vehículos registrados hacen un total de 3 millones 052,686 unidades. No se atrevan a preguntar cuántos policías de tránsito tenemos de servicio en las calles y autopistas de República Dominicana.
 
Una comparación hace entendible la dimensión del problema del tránsito: un panal de un millón de hormigas produce miedo y una sensación de terror, aunque sus movimientos responden a una organización perfecta. Asimismo, un millón y medio de motocicletas es una cifra gigante en cualquier lugar del mundo.

Por ejemplo, Estados Unidos tiene aproximadamente 350 millones de autos, pero su parque vehicular de motocicletas solo duplica a la existente en las calles dominicanas. Y pensar que  allá no se usan los motores como transporte público, hecho que no evita su alto nivel de riesgo en accidente.
 
Hugh Curran, es periodista del “Sun Sentinel”, un diario del sur de Florida, en un artículo de opinión documenta y da sus razones por las que se debería prohibir la motocicleta en Estados Unidos.  “Qué pasa si te digo que hay un vehículo que rebasa en un 500% la cifra de mortalidad respecto a los automóviles y camiones, produciendo una media de 72 fallecidos por cada 100.000 conductores. Ese vehículo sería un método de transporte estúpido y muy peligroso. Pero espera, que hay más. ¿Y si te digo que el 11% de los accidentes totales se da por este vehículo… Las estadísticas de choques establecen que las motocicletas son la forma más peligrosa de viajar. Los motoristas tienen 37 veces más posibilidades de morir en un accidente que los pasajeros de un vehículo y 8 veces más posibilidades de salir lesionados. Esta trampa mortal es la motocicleta, por supuesto. Creo que definitivamente deberían prohibirla”. Concluye de forma enfática.
 
“De acuerdo con un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la Situación Global de la Seguridad Vial 2013, sólo 28 países tienen leyes integrales para dar seguridad en el tránsito. Entre ellos no está República Dominicana. Según la OMS los cinco principales factores que influyen en que ocurran tantas muertes por accidentes de tránsito son: conducir bajo los efectos del alcohol, el exceso de velocidad, la no utilización del cinturón de seguridad, y del casco protector“. ¿Qué piensan los lectores cuando leyendo estas líneas alcanzan a ver a motoristas con su botella de ron en una mano y el casco amarrado en el sillón? ¡Qué país!
 
En la medida que el transporte público se vuelve ineficiente y que los tapones y el precio de los combustibles se incrementan, también suben los números de motores en el país, como si millón y medio fuera poco, el año pasado se vendieron 69 mil 156  motocicletas, un promedio de 8 cada hora. Mientras que en México en el mismo período se vendieron 76 mil 961 motocicletas, pero la población de este país es de 112 millones y su parque vehicular de 25 millones de unidades de automóviles.
 
Para ciertos sectores latinoamericanos en cuyos países se aumentan también las motocicletas como vehículos de servicios de tránsito, el incremento de motos denota el fracaso en el transporte público. Una realidad similar a la nuestra, pues la inversión multimillonaria en los metros es un recurso más aparente que real. Planificación, presupuesto y eficiencia son las tres palabras guía en la ruta de soluciones en el transporte. Ese trinomio debe impulsar el nacimiento del Ministerio, no como suma de instituciones fantasmas, sino como buró ejecutivo de la política estatal del transporte.
 
Recientemente un diario de Guatemala anota: “Que el parque vehicular de motocicletas vaya en aumento en el Estado significa que hay menos personas utilizando el transporte público, y que en el fondo sólo denota el fracaso en la oferta de un sistema colectivo eficiente… Resulta obvio que esto ocurra porque estamos ante una descomposición brutal de la movilidad, es decir, ningún medio está bien reglamentado, al faltar regulación y al faltar alternativas, la gente busca soluciones a la mano y la moto es la natural solución porque es económica, y frente a una ciudad que está congestionada, implica una mayor posibilidad de circular a mayor velocidad".
 
El llamado al Primer Mandatario está hecho. Un solo párrafo de un decreto marca el rumbo del transporte. Hay que detener la guerra sobre ruedas, pues quienes viajan por nuestras carreteras no comprenden el porqué tantas cruces plantadas a las orillas de nuestras vías de comunicación, dando la sensación de un interminable cementerio.

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