SANTO DOMINGO,R.D.-Cualquier iniciativa que vaya orientada al uso de recursos
energéticos autóctonos, al desarrollo de infraestructuras o la firma de
contratos que garanticen un suministro constante y seguro de algún tipo
de combustible importado contribuye al fortalecimiento de la seguridad o
la independencia energética del país.
Ambos términos (independencia y seguridad) tienden a ser usados de
manera indistinta para referirse a la capacidad de disponer de recursos
energéticos de manera confiable. Sin embargo, existen diferencias
conceptuales entre estos. Cuando nos referimos a independencia
energética, estamos hablando de la capacidad de producir la energía que
se demanda a partir de fuentes autóctonas.
En cuanto a la seguridad energética el concepto que prima es aquel
concerniente a la disponibilidad ininterrumpida que tiene un país de los
recursos energéticos que demanda a precios razonables y en armonía con
el medio ambiente independientemente del origen. La independencia
energética implica altos niveles de seguridad, no así lo contrario. Es
decir, un país puede tener niveles altos de seguridad en el suministro, y
a pesar de eso no ser independiente. Al final de cuentas ambos
conceptos convergen en la necesidad de proveer constancia del suministro
energético ante la demanda del mismo.
Cuando hablamos de energía debemos saber que existen las primarias y
las secundarias. Dentro de las primarias se encuentran el petróleo
crudo, gas natural, carbón, leña, bagazo, solar, eólica; y las
secundarias son las resultantes de las transformaciones de la energía
primaria, tales como la electricidad, el GLP, gasolina, gasoil,
kerosene, avtur, biodiesel, carbón vegetal, coque, etc. que son usadas
en los comercios, hogares, industrias, en el transporte (vehículos),
entre otros.
En el país, la energía usada para la cocción (alimentos) y el
transporte (vehículos) representan mayores volúmenes de consumo que la
electricidad. Por ejemplo, el sector transporte representa el 42.9% de
toda la energía consumida en el país.
El estudio de prospectiva de la demanda de energía de RD 2010-2030
realizado por la Comisión Nacional de Energía y la Fundación Bariloche
nos indican que la importación de energía del país en 2011 representaron
un 87.8% y la producción nacional un 12.2%. Si desagregamos las
importaciones encontraremos que los derivados refinados del petróleo
representaron el 58% del total importado; el petróleo crudo el 19%; el
gas natural 11%; el carbón mineral 9%; y coque el 4%. La limitada
capacidad de la Refinería de petróleo para refinar el petróleo crudo y
producir los derivados hace que tengamos que importar tres veces la
cantidad de productos terminados. En cuanto a la producción nacional,
produjimos energía con leña, hidroeléctricas, eólica, solar, bagazo,
entre otros residuos.
A pesar de que poseemos algunos recursos renovables importantes, que
podemos aprovechar de manera sistemática, la dependencia de combustibles
importados para el transporte y la electricidad es muy alta, situación
que nos coloca como una nación de baja independencia energética con
automática repercusión en bajos niveles de seguridad.
La ley de incentivos a las energías renovables no ha tenido el
impacto que todos esperábamos, pero a pesar de ello es una herramienta
importante para su desarrollo. De igual manera la experiencia en el uso
del gas natural tanto en el transporte como en la electricidad han
ayudado a la diversificación energética. No obstante, se hace imperante
explorar tierras y mares para descartar o no la presencia de
combustibles fósiles en la isla.
En los actuales momentos no es posible lograr una independencia
energética plena basada en recursos energéticos. Sin embargo, tenemos la
posibilidad de aumentar los niveles de seguridad energética del país.
Para ello se hace necesario expandir la capacidad de refinar productos
crudos de Refidomsa aumentandi los niveles de reserva de derivados
terminados (gasolina, gasoil, avtur, GLP) de unos pocos días como es
actualmente, a semanas o meses como debería ser.
Se necesitan construir y expandir infraestructuras de importación de
combustibles que permitan suministros constantes y estabilidad de
precios por medio de contratos de largo plazo. De igual forma,
incrementar la presencia de las fuentes renovables de energía en el
transporte, por ejemplo, usando el gasohol que puede ser mezclado con la
gasolina como sucede en decenas de países alrededor del mundo
incluyendo E.E.UU.
Lo que realmente necesitamos es una política energética clara,
coherente, sostenible y basada en un “rationale” económico que permita
aumentar la seguridad en el suministro, y quizás algún día permitirnos
como país comenzar a izar la bandera de la Independencia energética,
como sucedió con EE.UU. hace 40 años con la famosa proclama energética
de Richard Nixon que se ha materializado gracias al empuje y
participación conjunta entre el Estado y el sector privado.
Milton Morrison
http://egehaina.com/sobre-la-seguridad-y-la-independencia-energetica/
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