SANTO DOMINGO,R.D.- La inseguridad ciudadana no debe ser sólo analizada desde la necesidad del fortalecimiento policial como instrumento de prevención y persecución; ni reducirse a sus consecuencias más evidentes que son la delincuencia y la violencia. Vale la pena observarla desde una visión más integral que tome en cuenta la educación, el empoderamiento ciudadano, bienestar social y el desarrollo del aparato productivo como ente generador de empleos, como aspectos causales cuyas deficiencias en sí mismas se convierten en caldos de cultivo para la inseguridad ciudadana. Es por eso que una concepción holística para fortalecer la seguridad ciudadana no debería estar desvinculada de la energía como factor de desarrollo.
En un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Universidad de Stanford, titulado “Los costos del crimen y de la violencia en América Latina y el Caribe” se utilizó el consumo de electricidad como indicador de la actividad económica con el objetivo de evaluar los costos económicos de la violencia relacionada con el narcotráfico. Dicho estudio revela que en ciertos municipios de México, el consumo de electricidad está correlacionado negativamente con la violencia; es decir, que una variable disminuye conforme la otra aumenta. Por tanto, los municipios con las tasas más altas provocada por los cárteles del narcotráfico reflejaron una disminución considerable en el consumo de electricidad.
Una sociedad que tenga bajos niveles de educación es más proclive a reproducir ciudadanos más violentos y envueltos en actividades delictivas. Por tanto, en planteles escolares sin un suministro de electricidad constante, se dificulta el desarrollo pleno de los estudiantes, y en el caso de las tandas nocturnas se reducen las horas de clases y la deserción aumenta.
Un aparato productivo basado en pequeñas, medianas y microempresas sin un servicio constante de electricidad tiende a la quiebra y a despidos de empleados (desempleos) entonces, una parte podría incubar en actos delictivos y violentos como justificación de la sobrevivencia.
Calles, callejones y avenidas a oscuras sin la adecuada iluminación inducen a mayores facilidades para los actos delictivos bajo el amparo del apagón. De igual manera, los destacamentos policiales no pueden hacer un trabajo de persecución y prevención adecuado, si en muchas ocasiones se ven afectados por la falta de energía en cuanto a la radio comunicación y usos de computadoras.
En términos geográficos, los clientes de las empresas distribuidoras (EDEs) están agrupados en circuitos, por barrios, sectores y ensanches. Los circuitos se clasifican en A, B, C y D según el nivel de cobranza y pérdidas, y en función de eso reciben las horas de suministro de electricidad. Por ejemplo, un sector que reciba 24 horas de energía eléctrica está clasificado como A, esto se debe al nivel de cobranza de la energía suministrada que es mayor al 90% y las pérdidas de energía menores al 20%. En el caso de los circuitos B, éstos reciben 21 horas de electricidad al día y sus niveles de cobranza se encuentra entre 80-90% y las pérdidas se encuentran entre el 20% y 30%; los circuitos C reciben 16 horas de electricidad, el nivel de cobranza está entre 60-80% y el nivel de pérdidas entre 30-40%; y por último, los circuitos D reciben 14 horas diarias de electricidad, su nivel de cobranza es menor del 60% y las pérdidas mayores a un 40% respectivamente.
El informe comercial corporativo de la CDEEE a mayo 2014, nos indica que las empresas distribuidoras de electricidad tienen 1,957,778 clientes activos distribuidos en 712 circuitos a nivel nacional de los cuales 377 son tipo A; 21 tipo B ; 115 tipo C; y 199 clasificados como tipo D. Esta realidad nos indica que el 53% de los circuitos a nivel nacional reciben 24 horas de electricidad, el 3% reciben en promedio 21 horas, el 16% recibe 16 horas de energía promedio y el restante 28% reciben 14 horas de energía al día. Esto significa que el 44% de los circuitos en el país reciben más de 8 horas de apagones diarios; afectando este porcentaje a mucho más de la mitad de los clientes a nivel nacional, ya que los mayores niveles de pérdidas se encuentran en los sectores de menor poder adquisitivo y más populosos del país.
Si analizamos los datos estadísticos suministrados por el Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Interconectado (OC) relativos a la curva diaria de la demanda no servida (apagones), nos daremos cuenta que la mayor cantidad de apagones se producen en las horas picos comprendidas entre las 7:00 p.m. a las 10:00 p.m. Esto evidencia que las noches se vuelven bastantes inseguras en aquellos barrios cuyos circuitos son clasificados C y D.
Es por eso, que cualquier iniciativa del Estado vinculada a la seguridad ciudadana debe tomar en cuenta la provisión de energía eléctrica constante y de calidad como forma de impactar en la reducción de la violencia y la delincuencia.
¡Un país apagado, no es un país seguro!
Por: Milton Morrison
http://www.listindiario.com/economia-and-negocios/2014/8/14/333729/Energia-y-seguridad-ciudadana
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