viernes, 6 de enero de 2017

El Banco Mundial: Comerciante de Carbono con Conflicto de Intereses

El Banco Mundial ha llegado a ser el principal comerciante internacional de créditos de carbono. Su nuevo papel crea una serie de conflictos de interés. En su tercera conferencia en Kyoto en diciembre de 1997, los grupos de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, lanzaron el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL). El MDL, fue diseñado como un esquema para permitir a los países con objetivos en reducción de emisiones bajo el Protocolo de Kyoto invertir en proyectos que conduzcan a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en países en vía de desarrollo. Simultáneamente, el Banco Mundial reveló su propia propuesta para el comercio del carbono, un Fondo Prototipo de Carbono (FPC). El fondo fue oficialmente abierto en 1999. Desde entonces, el Banco ha creado otros dos fondos de carbono y administra varios fondos en nombre de países donantes individuales, incluyendo a Italia, Países Bajos, y España. El Banco Mundial es el más grande agente de bolsa público de compras de carbono, con más de US $ 1000 millones en su portafolio de crédito de carbono. Documentos internos sobre los orígenes del Fondo Prototipo de Carbono, muestran que fue creado como un modo de generar rentas. El Banco gana hasta el 10 por ciento en comisiones, sobre todos los créditos de carbono que él compra para el fondo que administra. Las críticas siguientes cuestionan el papel prominente del Banco como comerciante de carbono: o El Banco Mundial está en posición tanto de sacar ganancia del MDL, como influir en las reglas del mecanismo, lo que crea un conflicto de intereses. El Banco ha presionado activamente al MDL para hacer sus reglas más amistosas como inversionista, y en términos de la mordaz realidad, menos significativas en cuanto al cambio del clima. En particular el Banco trató de debilitar la interpretación del concepto de fundamental importancia del MDL, la “adicionalidad”, es decir que un proyecto sólo debería ser elegible para crédito de carbono, si no seguiría adelante sin los beneficios que recibe de estos créditos. El debilitamiento de estas reglas permite a los proyectos seguir adelante, por lo que en absoluto, no tiene ningún beneficio para el clima. o Los fondos de carbono del Banco tienen un vergonzoso antecedente de contratación al comprar créditos de proyectos que se completarían independientemente de haber recibido créditos de carbono. Por ejemplo, el proyecto de hidroenergía Xiaogushan en China fue declarado por el Banco de Desarrollo Asiático como la opción de proyecto de menos-costo, y estaba ya en construcción cuando el Banco Mundial propuso apoyarlo con créditos de carbono.20 En este caso los créditos de carbono dieron un buen bono financiero a los desarrolladores, pero el incentivo financiero no impidió la emisión de una sola tonelada de gases invernadero. Dado que los créditos de carbono que los agentes del Banco Mundial aprueban, permiten a los compradores del Norte seguir contaminando, estos tipos de proyectos tienen un impacto negativo en el clima global. o Finalmente, el papel del Banco Mundial como comerciante de carbono señala las contradicciones dentro del propio portafolio de proyectos de energía del Banco. El Banco  sigue contribuyendo al cambio climático por su apoyo a proyectos de combustibles fósiles, aun mientras aparenta ayudar solucionar el problema del cambio climático, a través de sus fondos de carbono. Cada año entre 1992 y 2004, el Banco Mundial en promedio apoyó proyectos de combustibles fósiles, que tienen emisiones de por vida de 1,457 megatones de carbono.21 Esta cifra está entre cuatro a 29 veces la cantidad anual de reducciones de emisiones anticipadas según el MDL.22 La producción de emisiones de los proyectos del portafolio de energía total del Banco, exceden masivamente a la reducción de emisiones realizadas a través de los fondos de carbono. A Través del FPC, el banco está contando (bajo hasta la media tonelada), las emisiones de gas de efecto invernadero que supuestamente se evitaron, a través de los proyectos de ganancias de créditos de carbono. Al mismo tiempo se rehúsa a calcular las emisiones de carbono de su propio portafolio de inversiones energéticas. De esta forma, el Banco cuenta lo que evita, pero no lo que produce, enmascarando el impacto neto de sus operaciones de energía sobre el cambio climático.


http://www.portalces.org/sites/default/files/migrated/docs/1239.pdf

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