sábado, 11 de julio de 2015

BÚSQUEDA DE ACUERDOS PARA MITIGAR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Un primer elemento a considerar es el tema del Cambio Climático de raíz antropogé-
nica, que remonta sus antecedentes a más de cien años en la agenda científica.
Sin embargo, fue en la segunda mitad del siglo XX, y después que los estudios de
Charles Keeling en 1957 demostraron que, efectivamente la
concentración de  CO2

en la atmósfera había aumentado desde la Revolución Industrial en adelante
(Schoijet, 2008, p. 110), cuando éste se instala formalmente en la agenda política
mundial, principalmente por los esfuerzos desplegados por la ONU para que se
tomara conciencia del problema de la crisis ambiental global, y que tienen en la
Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano de Estocolmo en 1972, un hito
fundamental. De aquí en adelante, la crisis ambiental será tratada como un macro
problema real y donde cada una de sus variables (contaminación, agotamiento de los
recursos naturales, pérdida de la biodiversidad, cambio climático, agujero de ozono,
“explosión” demográfica) no sólo serán estudiadas en su especificidad, sino también
en sus interrelaciones, buscando establecer acuerdos internacionales relativos a su
superación.
En este sentido respecto de la variable del Cambio Climático o calentamiento global,
destaca la Primera Conferencia Mundial sobre el Clima convocada por la ONU
y realizada en 1979. Igualmente en 1983, se creó la Comisión Mundial del Medio
Ambiente y del Desarrollo, que en su conocido informeNuestro Futuro Común
de 1987, volvió a insistir sobre la gravedad del tema del Cambio Climático y la
urgencia de que éste fuera abordado por toda la comunidad internacional. En 1988 la
Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente crearon el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático más
conocido por sus siglas en inglés IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change)
destinado a realizar evaluaciones periódicas sobre este fenómeno y sus consecuencias.
También se puede mencionar que en 1989, en París, se celebró la cumbre de los 7
países más industrializados (G7), donde el elemento convocante fue analizar “los
estragos que se anticipan por efecto de los cambios climáticos globales” (Geisse, 1993,
pp. 104-105). Todos estos eventos facilitaron el camino para que en la primera Cumbre
de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, efectuada en Río de Janeiro en 1992, se
creara la Convención Marco sobre el Cambio Climático (en adelante la Convención).
Posterior a la Cumbre de Río de Janeiro de 1992, cabe mencionar la realización de la
“Cumbre de la Tierra + 5”, que tuvo lugar en un período extraordinario de sesiones de
la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, entre el 23 y 27 de Junio de
1997, precisamente para analizar la ejecución de los acuerdo aprobados en la Cumbre
de Río del 92. Lo interesante de esta Cumbre de la Tierra+5, fue el acuerdo de que los
países debían “adoptar objetivos jurídicamente vinculantes para reducir la emisión
de los gases de efecto invernadero, los cuales son causantes del Cambio Climático”
(http://www.cinu.org.mx). Con este ambiente optimista, cinco meses más tarde,
se llegó a una nueva cumbre de la Convención, efectuada en la ciudad japonesa de
Kyoto en diciembre de 1997, cuyo objetivo fue cumplir con este mandato y obtener
un acuerdo específico de disminución de la emisión de los GEI, por medio de la fijación de cuotas máximas de emisión por país. De esta forma, surgió el conocido
Protocolo de Kyoto, donde los 30 países más industrializados del mundo fueron sus
signatarios iniciales, comprometiéndose a reducir, como promedio, un 5,2% de las
emisiones de GEI entre los años 2008 y 2012, tomando como referencia los niveles
de emisión del año 1990. Sin embargo este Protocolo no ha logrado sus objetivos. En
primer lugar EE.UU., uno de sus firrmantes iniciales, y que en su calidad de mayor
emisor del mundo de GEI se había comprometido en Kyoto con una reducción de
un 7% (vale decir, por sobre el promedio de 5,2%), nunca lo ratificó ya que lo estimó
dañino para su crecimiento económico. Más aún, el expresidente G.W. Bush (hijo)
retiró a EE.UU. del mismo en el 2001. En segundo lugar, este Protocolo recién entró
en vigencia el 16 de febrero del año 2005, siete años después del encuentro en Kyoto,
debido a que se había establecido que solo entraría a regir cuando lo ratificasen los
países industrializados responsables de, al menos, un 55% de las emisiones de CO2,,
quórum
que sólo se logró tras arduas negociaciones, en noviembre de 2004 cuando
Rusia lo ratificó. Y si bien es cierto, ya en 2006, 169 países lo habían ratificado, lo
que implica 65% de las emisiones de CO2del mundo, es claro que el Protocolo ya no
logró las metas propuestas inicialmente, no sólo por la desafección de EE.UU., sino
que además, se estima que no será posible disminuir las emisiones de GEI al nivel
necesario para evitar que la temperatura media del planeta aumente por sobre los 2ºC
(por sobre esta cifra los científicos consideran que el problema se torna desastroso),
si los países en vías de desarrollo no asumen también un compromiso obligatorio de
reducción de sus emisiones. Recuérdese que el Protocolo de Kyoto estableció que la
reducción de las emisiones debía empezar por los países desarrollados por ser los
principales responsables de las mismas y planteó para los países en vías de desarrollo
acciones voluntarias (Tickell, 2009, pp. 17-56; Schoijet, 2008, pp. 201-210).
En la medida que el plazo de expiración del Protocolo (2012), empezó a aproximarse,
los países firrmantes de la Convención del Cambio Climático, incluido EE.UU., se
propusieron elaborar un plan para sustituirlo junto con “mejorarlo”, en el sentido
de hacerlo efectivo. Así, en diciembre del 2007, celebraron una nueva reunión en
la Cumbre en Bali (Indonesia) y establecieron un documento u “hoja de ruta de
Bali”, donde se dieron un plazo de dos años para a construir un nuevo acuerdo que
permitiera responder a los objetivos iniciales de la Convención más allá del 2012.
De esta forma se llegó a la Cumbre de Copenhague en diciembre de 2009, con la
enorme expectativa de alcanzar un acuerdo de reducción de emisiones de los GEI
que fuera vinculante para todos los países firrmantes de la Convención, incluidos los
países en vías de desarrollo. Objetivo que finalmente se frustró, prolongando así la
incertidumbre (y las reuniones) respecto de la posibilidad de alcanzar un acuerdo
eficaz para mitigar el calentamiento global.
Lo cierto es que el tema de avanzar de manera urgente en la reducción de la emisión
de los GEI, es un proceso que está en plena evolución y todo indica que será cada vez
más gravitante en la agenda política mundial. Para muchos científicos ya estamos
enfrentando serias transformaciones del clima a raíz de la elevación de la temperatura
media, lo que explicaría que tradicionales fenómenos climáticos, tales como sequías,
huracanes, monzones, olas de calor y de frío (entre otros), sean cada vez más extremosy devastadores (IPCC, 2007, p. 53; Schoijet, pp. 130-186). Por lo tanto, ya no se tratade evitar que el “problema” suceda sino que mitigarlo antes de que se transforme enirreversible o que la denominada “retroalimentación positiva” del clima se transforme en inmanejable.

Pero más allá de la evidencia científica, dado que este fenómeno se origina por
causas sociales (antropogénicas), su solución es por definición un problema político.
Particularmente, la discusión se focaliza en la emisión de dióxido de carbono (en
adelante CO2), ya que dado su alto impacto en el efecto invernadero las discrepancias
giran en torno a ¿cómo y dónde se disminuyen y/o mitigan sus emisiones y alta
concentración en la atmósfera? En este sentido, el período de tiempo que se abre entre
el avance de las consecuencias físicas del calentamiento global con el nivel y tipo
de acuerdos para mitigarlo que se alcancen o no se alcancen, por parte del sistema
internacional puede ser un periodo crecientemente conflictivo.
 http://www.scielo.cl/pdf/universum/v25n2/art_05.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario