Por: Patricia
Velasco
Según datos del Banco Mundial, desde
1992 a 2014, la República Dominicana tuvo una tasa de crecimiento medio del
5,4% y en los últimos dos años su Producto Interior Bruto (PIB) se sitúa en el
7%. El ritmo al que disminuye la desigualdad, por el contrario, no es el mismo
y sorprenden los datos de 2013, sitúan su índice de pobreza en un 41%, sólo
superado en la región por Honduras (62%) y Haití (58%).
Nos encontramos,
por tanto, con el país con mayor crecimiento económico en América Latina y el
Caribe, pero con casi la mitad de su población en situación de pobreza.
El acceso a servicios públicos
básicos sigue siendo muy desigual y en general de muy baja calidad, sobre todo
para las personas de escasos recursos. Así, menos del 50 % de la población
dominicana dispone de agua en sus hogares, con una brecha del 25 % entre las
zonas rurales y urbanas y del 41 % entre las provincias. Dentro de las zonas
urbanas, en las zonas periféricas está el mayor problema de acceso al
agua.
Otro dato importante es que tan solo
el 7 % de las aguas residuales producidas son tratadas, el resto contamina
directamente las aguas subterráneas, ríos y costas. En ciertas comunidades
todavía persiste la práctica de descarga libre o defecación a cielo abierto.
Durante mi trabajo con CESAL
Dominicana a lo largo de este año coordinando el Plan de Gestión social
comunitario para las provincias de Barahona, Bahoruco, Independencia, Elias
Piña, San Cristóbal y San Pedro de Macorís, dentro del Programa de Inversiones
de Agua Potable y Saneamiento de INAPA (Instituto Nacional de Agua Potable y
Alcantarillado) y financiado por el Fondo de Cooperación de Agua y Saneamiento
de la Cooperación Española y el BID, algunos de los aspectos más importantes
relacionados con esta problemática que he podido observar son:
• Tanto el Estado como la población son conscientes de las deficiencias
del servicio y de la importancia del mismo, si bien, en relación con aspectos
tales como la calidad del agua, encontramos que en ocasiones la población tiene
una percepción equivocada de la misma. Considera que es de calidad y así,
utiliza agua contaminada para su consumo y baño, lo que origina múltiples
enfermedades.
• Problemas tales como la falta de
continuidad del servicio, la mala calidad del agua o la lejanía de una fuente
de suministro, provocan que la población no pague el agua. Es cierto que se
necesita promover un cambio en la población con respecto a esto en todo el país
y concienciar sobre la importancia del pago del servicio de agua, pero para
ello, antes es necesario garantizar una adecuada gestión, mantenimiento y
calidad del servicio por parte de la institución responsable. ¿Cómo va a pagar
la población por un servicio que no tiene? además, ninguna persona debe verse
privada del derecho al agua y saneamiento debido a razones económicas, por lo
que se deben buscar estructuras de tarifación que permitan el acceso a toda la
población.
• La compra de camión de agua y otras
fuentes alternativas de abastecimiento, conlleva a un gasto elevadísimo y
generalizado en los hogares de la República Dominicana, al que se ven obligados
a hacer frente al no disponer de agua ni en calidad ni en cantidad suficiente
para su consumo.
• La búsqueda de agua en fuentes
alejadas de la vivienda, provoca ausentismo escolar, y que en muchos casos las
mujeres emplean tiempos muy elevados que las privan de desarrollar otras
actividades.
• La contaminación del agua en RD
está causada en gran medida por las graves deficiencias de saneamiento que
ejercen tanto las instituciones vinculadas, como el Estado. En muchas
ocasiones, además, responden con soluciones de saneamiento que no se adaptan a
las necesidades de la población, que no respetan su dignidad y que por tanto
son rechazadas por la misma, no utilizándose.
Dada la función esencial del agua y
del saneamiento, no podemos hablar por tanto de DESARROLLO ni de crecimiento en
la República Dominicana hasta que no haya acceso a ellos. Se deben centrar
pues, todos los esfuerzos en asegurar un acceso a agua potable y saneamiento
mejorado, y para ello considero fundamental fortalecer y ejercer un control en
las instituciones responsables, para que realicen una gestión adecuada de los
recursos, tanto materiales como humanos, de los que disponen y se les dota. A
partir de aquí, estoy convencida, de que la población a cambio de poder
disfrutar de su derecho humano al agua y al saneamiento, está dispuesta a
participar, capacitarse, mejorar sus hábitos de higiene, implicarse, cumplir
con el pago del servicio y adoptar todas las medidas que por su parte sean
necesarias.
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