lunes, 22 de julio de 2019

Las aguas residuales pueden suplir la escasez de agua dulce


Las aguas residuales pueden ser un recurso inestimable para satisfacer la creciente demanda mundial de agua dulce, según un informe de la ONU publicado hoy con motivo del Día Mundial del Agua. Además de su uso para el riego, también puede ser útil para la industria e incluso para consumo humano. También es fuente posible de materias primas.

¿Por qué no modificar nuestro punto de vista y considerar que las ingentes cantidades de aguas residuales domésticas, agrícolas e industriales vertidas a diario en el medio ambiente constituyen un recurso valioso, en vez de un problema oneroso? 

El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2017, titulado “Las aguas residuales – El recurso desaprovechado”, cuya presentación al público ha tenido lugar hoy en Durban, con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua, preconiza ese cambio de planteamiento. 

Este Informe de ONU-Agua, de cuya coordinación se encarga el Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos (WWAP) de la UNESCO, sostiene que las aguas residuales pueden ser un recurso inestimable para satisfacer la creciente demanda mundial de agua dulce y diversas materias primas. 
“El Informe de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2017 nos muestra que una mejora de la gestión de las aguas residuales estriba en reducir su ensuciamiento inicial, eliminar contaminantes de sus flujos, recuperar los subproductos acarreados y reutilizar el agua reciclada. […] Si queremos avanzar en este ámbito es esencial concienciar a la sociedad para que acepte el uso de aguas residuales”, dice la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova, en su prefacio a esta publicación 

Un problema para la salud y el medio ambiente 

Es muy considerable la proporción de aguas residuales que se vierten en el medio ambiente sin que se hayan recogido o tratado previamente. Esto es especialmente cierto en las naciones de bajos ingresos donde sólo se trata un 8% de las aguas residuales domésticas e industriales, un porcentaje muy escaso si se compara con el 70% registrado en los países de ingresos altos. 

Debido a esa falta de tratamiento, en muchas regiones del mundo se vierten aguas residuales contaminadas por bacterias, nitratos, fosfatos y disolventes en lagos y ríos que van a parar al mar, con las consiguientes repercusiones negativas para el medio ambiente y la salud pública. 

En un futuro próximo va a aumentar considerablemente el volumen de aguas residuales que será necesario tratar, sobre todo en las ciudades de países en desarrollo con un rápido crecimiento demográfico. 
“La generación de aguas residuales es uno de los mayores desafíos asociados al crecimiento de los asentamientos informales –barrios de chabolas– en los países en desarrollo”, según los autores del informe. La capital de Nigeria, por ejemplo, genera cada día 1,5 millones de m3 de aguas residuales que desembocan en la Laguna de Lagos, sin haber sido tratadas en su mayor parte. Si no se toman medidas desde ahora mismo, es probable que esta situación se deteriore aún más cuando la ciudad sobrepase los 23 millones de habitantes en 2020. 

La contaminación con agentes patógenos procedentes de los excrementos humanos y animales afecta a casi un tercio de los cursos fluviales de América Latina, África y Asia, poniendo así en peligro la vida de millones de personas. 

En 2012, se produjeron 842.000 defunciones en países de ingresos bajos y medios debido a la contaminación del agua y la insuficiencia de los servicios de saneamiento. Las carencias en el tratamiento de las aguas residuales contribuyen además a la propagación de enfermedades tropicales como el cólera y el dengue. 

Economía circular 

Los disolventes e hidrocarburos producidos por las actividades industriales y mineras, así como los nutrientes –nitrógeno, fósforo y potasio– utilizados como abonos en la agricultura intensiva, intensifican la eutrofización del agua dulce y de los ecosistemas costeros y marinos. 

Se calcula que este fenómeno afecta a unos 245.000 km2 de estos últimos ecosistemas, es decir, una superficie aproximadamente equivalente a la del Reino Unido. El vertido de aguas residuales sin tratar también intensifica la floración de algas tóxicas y acentúa el declive de la diversidad biológica. 


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