viernes, 26 de julio de 2019

Crisis climática nos empujará a “un mundo que no podemos ni imaginar”


La directora del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUMA), Inger Andersen, advirtió en una entrevista a Efe de la necesidad de que tanto los Gobiernos como las personas en sus rutinas diarias tomen acciones inmediatas para evitar “crear un mundo que no podemos ni imaginar”.
“Si no tomamos acciones, vamos a crear un mundo que incluso no podemos ni imaginar, en el sentido de que estamos viviendo más allá de los últimos límites (que soporta) el planeta”, dijo Andersen en su despacho de la sede neoyorquina del PNUMA.
Pausadamente fue describiendo algunos de los efectos que se sentirán si no se revierte la crisis climática y la temperatura media del planeta, que ha aumentado 1 grado centígrado de media en comparación con la era preindustrial, sube por encima de 1,5 grados centígrados en los próximos años.
“Grandes partes de tierra se habrán ido” sumergidas bajo los mares por el deshielos de los polos; “grandes partes de la tierra no estarán habitadas”, por las altas temperaturas; en muchas “no se podrá cultivar” y millones de personas se verán forzadas a migrar, si no se avanza hacia un mundo descarbonizado, prevé la danesa.
Andersen recuerda que el último informe sobre biodiversidad sostiene que de los 8,7 millones de especies animales y vegetales, un millón se encuentra en riesgo de extinción y avisa de que la “naturaleza nos está enviando mensajes”.
“Estos mensajes nos llegan en forma de incendios, olas de calor, tormentas o inundaciones, la naturaleza nos está diciendo que necesitamos actuar”, dice, antes de insistir en la perentoria necesidad de descarbonizar las economías e invertir en energía renovable.
Pero también de actuar de manera local, reduciendo la huella de carbón, cambiando los hábitos de transporte y de uso de la energía o reciclando.
“El cambio climático es una cuestión de existencia para la humanidad”, dice Andersen, que también hace hincapié en que la clave está en “invertir en naturaleza”.
Esta inversión se debe hacer, según apunta, en diversidad biológica, “porque no conocemos la implicación” que puede tener la desaparición de especies, pero también en la lucha contra la contaminación.
“Más de 8 millones de personas mueren de manera prematura todos los años por la contaminación del aire (...). Tenemos que tratar nuestros desperdicios. Tenemos que reutilizar, reutilizar y reutilizar, esa es la solución”, declara.
Pero también recuerda la importancia de los océanos como fuente de alimento, como parte fundamental en las pautas del clima y como generadores de oxígeno: “Una de cada dos inspiraciones la tomamos de los océanos”, dice.
Pero más allá de esta visión catastrófica, Andersen reconoce que “en los últimos años, la gente ha empezado a ver el verdadero impacto” del cambio climático en sus vidas y cómo está afectando en todos los ámbitos.
Incluso muchos partidos políticos están viendo que la preocupación por el medio ambiente también se traduce en votos.
La directora del PNUMA, cuya sede general se encuentra en Kenia, resalta el compromiso mostrado por el secretario general de la ONU, António Guterres, ante la crisis climática y la convocatoria de una cumbre sobre acción para el cambio prevista para el próximo septiembre.
Explica que en el reciente Foro Político de Alto Nivel para los Objetivos de Desarrollo Sostenible, celebrado en la ONU entre el 9 y el 18 de julio, quedó patente cómo la preocupación por la crisis climática ha transcendido el ámbito de los Ministerios de Medio Ambiente y Asuntos Sociales e implica ahora a los de Exteriores y Economía y, en septiembre, a los jefes de Estado y de Gobierno.
“Los hechos no son una cuestión de fe”, -acentúa-. “Los hechos hablan de hechos e indican que el clima está cambiando debido a la actividad humana. Son hechos científicos que no se pueden negar”, subraya Andersen, en respuesta a la posición de líderes políticos como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Para la exdirectora general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza es imperioso descarbonizar la economía.
Pero “en este periodo de transición”, vuelve a insistir en que hay que asegurarse “de que invertimos en naturaleza”, en bosques, en tierras, en manglares.
Se necesitan 20 años y con dicha inversión en biodiversidad “la naturaleza nos puede dar una pausa”.

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