jueves, 22 de diciembre de 2016

Transporte urbano: Estrés, caos, contaminación, incapacidad e impotencia

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SANTO DOMINGO,R.D.- El transporte urbano en la capital dominicana es sinónimo de estrés, caos, contaminación, falta de educación, carencia de un régimen de consecuencias, impotencia e incapacidad del Estado ante uno de los problemas que más impacto negativo tiene en la productividad. Se impone la ley del más fuerte.
Un verdadero pandemónium vehicular es lo que todos los días, a toda hora, se sufre en las calles de Santo Domingo.
Las principales arterias para el tránsito parecen reventar en medio de la imprudencia de conductores, principalmente del transporte público, que no respetan señalización, agentes de tránsito, convirtiendo la experiencia de manejar en el juego de “sálvese quien pueda”.
La famosa frase de que “andamos como chivos sin ley” cabe perfectamente para identificar una de las principales razones por las que la capital se convierte en “un solo tapón” que estresa al más paciente de los dominicanos.
El sector carece de una ley que aglutine todos los aspectos: planificación, fiscalización, castigo, concesión de rutas y frecuencias, educación y prevención, entre otros.
La imprudencia se expresa de diversas maneras: seguir a una ambulancia en medio del tapón, hacer dos y tres carriles para doblar a la izquierda, acelerar cuando el semáforo está en amarillo, tomar y dejar pasajeros donde dice claramente “no pasajeros” o estacionarse debajo del letrero que lo prohíbe; rebases temerarios, cortar la fila de vehículos delante para subir a los elevados, andar sin luces y no encender direccionales para doblar y cambiar de carril.
La falta de conciencia de los conductores también se expresa en seguir derecho en un carril que es para doblar a la izquierda, tomar o dejar un pasajeros al cruzar la calle cuando el semáforo cambió a verde, salir de una parada sin avisar, detenerse antes de subir a un elevado para dejar un pasajero, hacer los famosos “corte de machetes” sin importar el peligro de un accidente; no ceder el paso, entrar a una avenida o calle principal sin hacer el pare de lugar, cortar el paso en esquinas taponadas aunque sepa que tampoco podrá pasar, transitar a altas velocidades en calles estrechas, doblar en U donde no se puede y hasta amenazar a quien intente reclamar una imprudencia, entre otras tantas formas de imprudencia.
Con los conductores de motocicletas el agravamiento del problema llega a niveles olímpicos. Aunque saben que está prohibido transitar por los elevados y andar sin el casco protector, las redadas de la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) dan cuenta de la inobservancia de esta prohibición.
De nada han servido las campañas que diversas instituciones públicas y privadas han implementado para mejorar o viabilizar el tránsito en la capital y en todo el país.
Expertos consultados por elDinero coinciden en que la falta de educación y conciencia de quienes portan una licencia de conducir, unido a un régimen de consecuencia ineficaz, ha empeorado el problema. Llegar estresado al trabajo por culpa de un tapón o por las imprudencias de los conductores es lo común y todo indica que la solución está en manos de muchos protagonistas.
Las soluciones puestas en ejecución por el Estado durante los últimos 40 años han fracasado, con excepción del Metro de Santo Domingo que sí ha demostrado ser un sistema de transporte económico y seguro para la población, subsidiado con niveles de transparencia superiores a las exenciones impositivas que reciben sindicatos de autobuses y carros del concho. Su desventaja radica en lo limitado de su alcance geográfico.
El politólogo y especialista en seguridad ciudadana y consultor privado Daniel Pou observa que el transporte, en medio del caos, se ha convertido en un sector desregulado muy a pesar de la multiplicidad de agencias que existen para normarlo, pero que no funcionan, el cual actúa en razón de una visión “anarco-empresarial” que se superpone a los niveles de responsabilidad y control propios que debe tener el Estado.
“Se ha creado un espacio donde el Estado ha perdido la autoridad que debe tener en la regulación de los espacios públicos y las vías de transporte, lo cual es una aberración terrible. Santo Domingo es un pandemónium vehicular”, sostuvo.
Proyecto de ley
Para el diputado Rafael Tobías Crespo, exdirector de Tránsito Terrestre y quien impulsa la Ley de Movilidad Terrestre, Tránsito, Transporte y Seguridad Vial, el problema es estructural y carga con una historia amarga desde hace muchísimos años. Lo primero que identifica es que no hay una legislación efectiva, actualizada y que responda a las necesidades de la realidad dominicana.

http://www.eldinero.com.do/11174/transporte-urbano-estres-caos-contaminacion-incapacidad-e-impotencia/

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