domingo, 17 de enero de 2016

La aventura de Punta Catalina

SANTO DOMINGO,R.D.- Casi todos los especialistas sobre el sector eléctrico dominicano aprueban la instalación de nuevas plantas de generación eléctrica en el sistema, incluyendo alguna de carbón mineral. El propósito estratégico es reducir apreciablemente el precio de generación de la energía y lograr una diversificación balanceada de la matriz de combustibles y tecnologías del parque de generación.
Algunos sectores, preocupados por el tema de la contaminación, han reclamado priorizar las plantas de gas natural en lugar de la de carbón mineral. Sin embargo, los expertos y empresarios en esa industria saben que para instalar una planta eléctrica de gas natural primero se necesita construir una terminal gasífera para descargar y almacenar  el gas y, además, firmar un contrato de abastecimiento de gas natural por un periodo de entre 15 a 20 años con una empresa productora a gran escala ubicada en Estados Unidos u otra nación, todo lo cual supone inversiones y compromisos de hasta miles de millones de dólares dependiendo de la extensión del contrato y del volumen de gas contratado. (Aunque la expansión del mercado de combustibles en la India y China, junto a la indetenible caída de los precios del petróleo, paralelo al boom del fracking y de las innovaciones tecnológicas en la industria de combustibles de los Estados Unidos en años recientes, entre otros factores, están contribuyendo a la liberalización y flexibilización del mercado internacional del gas natural).
La otra opción sería construir un gasoducto desde la terminal de gas de Andrés Boca Chica hasta la localización de la nueva planta, pero la terminal de Andrés es propiedad de AES Dominicana, que la construyó para sus propios negocios y proyectos.
Como se aprecia, la consigna de carbón no, gas natural sí, obliga contestar las preguntas: ¿cómo se conseguiría, almacenaría y transportaría el gas  natural? ¿Quién enfrentaría la garantía del contrato y el paquete de costos y riesgos pre-planta y producción?
Por esa razón, durante más de una década casi el único proyecto gasífero importante en el país ha sido el de AES en Andrés y su extensión en dos plantas en Los Mina. La casa matriz AES Corporation es una gigante energética mundial  con enorme logística tecnológica y empresarial que le permiten enfrentar holgadamente esas inversiones y riesgos.
En esas perspectivas, queda claro que un proyecto de planta eléctrica de 300 megavatios o más, basado en gas natural, implica doble inversión: en la planta eléctrica (o las plantas) y en la terminal de gas más el contrato de abastecimiento a largo plazo. En mercados eléctricos como el dominicano este tipo de iniciativa con tantas dependencias y riesgos difícilmente la realiza una empresa promedio, sola, sin contar con gran respaldo  empresarial internacional, salvo que cuente con una importante participación o garantía del Estado en, por ejemplo, contratos de largo plazo de compra de energía a cargo de las empresas distribuidoras del Estado y con la concesión de facilidades para la construcción del puerto, las instalaciones de la terminal de gas y algún gasoducto.
El proyecto de Punta Catalina – como otros proyectados en el gran Cibao donde existe déficit de generación – pudo haber sido perfectamente un proyecto de gas natural en el marco de una alianza estratégica del Estado y el sector privado, porque aparte AES Corporation, existen otras gigantes energéticas en el mundo que participan en proyectos de ese tipo en otros países.
Las dificultades citadas al principio de este artículo, junto a la necesidad tecnológica y económica de balancear la matriz de generación llevaron a que Radhamés Segura, primero,   y Celso Marranzini, luego, hicieran  grandes esfuerzos para la construcción de plantas de carbón con participación del sector privado. Esfuerzos que fueron frustrados.
Hoy tenemos que las plantas de carbón que se construyen en Punta Catalina serán finalizadas algún día, pero según datos del propio Gobierno, el Estado y el pueblo quedaran con una deuda que oscilara entre 2,300 y 2,500 millones de dólares, es decir, entre 103,000 y 112,000 millones de pesos.
Esa extraordinaria deuda, hija de una absurda estrategia de la CDEEE y Danilo, perfilan al proyecto de Punta Catalina como un costoso (e innecesario) gran fracaso financiero…lo veremos en la próxima entrega.

http://acento.com.do/2016/opinion/8314600-la-aventura-de-punta-catalina/

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