SANTO DOMINGO,R.D.- Derrotadas todas las estrategias destinadas a destruir la Revolución
Bolivariana de Venezuela, y en momentos de profundización de la ofensiva interna
contra el contrabando, el acaparamiento y la corrupción, un extraño fenómeno
económico a escala global, el desplome inusitado de los precios del petróleo,
viene a reactivar el escenario de la guerra económica contra ella, enfilándose
hacia el desgaste del gobierno, la caída de sus finanzas, el incremento del
desabastecimiento, y por consiguiente, el azuzamiento del descontento y la
ingobernabilidad.
En realidad, nada nuevo, solo que en esta ocasión se está poniendo de
manifiesto que, llegado el momento, el gran capital universal dueño de los
mercados, el comercio, los flujos de dinero y la prensa parece decidido a ir al
rescate de la maltrecha y apaleada oligarquía venezolana, ineficaz, torpe y
chapucera, y se muestra dispuesto a apretarse un poco el cinturón, o, lo que es
lo mismo, a perder unas migajas de sus astronómicas ganancias globales, con tal
de (eso supone) cortar el nudo gordiano que representan la Revolución venezolana
y los procesos que su triunfo y persistencia han desatado, y no solo en América
Latina.
Quien vive en nuestra época sabe de sobra que mediante las más despiadadas y
egoístas operaciones trasnacionales de especulación con los precios de los
combustibles y los alimentos, las grandes empresas capitalistas no solo han
centuplicado sus ganancias y creado el caos en el precario, y ya de por sí
injusto, sistema económico internacional, sino también fomentando las crisis de
gobernabilidad, especialmente en países del Tercer Mundo, con evidentes fines
geopolíticos. Se sabe que un puñado de magnates, con la anuencia y la
complicidad de los gobiernos de Estados Unidos y Europa, y sin necesidad de
salir de sus elegantes oficinas refrigeradas, son capaces de abrir y cerrar las
llaves del infierno, desatando hambrunas, carestías, protestas, disturbios,
guerras civiles, golpes de Estado e invasiones con pretextos “estabilizadores y
humanitarios” con los que se pueden desembarazar, elegante y democráticamente,
de gobiernos y líderes políticos a los que consideran “incómodos u
hostiles”.
Suposiciones
Las supuestas causas a las que los voceros del gran
capital internacional han apelado para “explicar” el desplome del mercado de los
combustibles son: el aumento de la producción de petróleo no convencional en
Estados Unidos, el enfriamiento de la economía mundial, especialmente debido al
descenso de la demanda europea y asiática, y por último, que los conflictos en
el Medio Oriente (Irak, Libia y Siria) no han representado una merma sensible en
sus respectivas producciones.
Supongamos, por un momento, que estas “causas” sean ciertas, aunque nos
resulten muy difíciles de creer. La pregunta pertinente es: ¿acaso ese mismo
gran capital global, que abre y cierra la llave, y que tiene en sus manos todos
los hilos para protegerse, se resignaría, en medio de su eterna e
inconmensurable rapacidad, a perder, de brazos cruzados, una tajada de sus
enormes ganancias? ¿No nos ha demostrado siempre, en medio de todas las crisis,
que es capaz de condenar a la extinción a pueblos enteros, por guerras, hambres
y epidemias, con tal de aumentar sus ingresos? En consecuencia, ¿a qué se debe
esta extraña pasividad? ¿Qué está esperando?
Arabia Saudita, Qatar y Kuwait, de los primeros exportadores mundiales, y
estrechos aliados norteamericanos, tienen reservas de divisas de tal magnitud
que podrían estar años sin exportar petróleo, y sin sufrir daños apreciables en
sus economías. Europa se beneficia con el desplome de los precios, pues a las
puertas del invierno, podrá pagar mejor y depender menos del gas y los
combustibles rusos, con lo cual podría acelerar su recuperación. Y por supuesto,
los Estados Unidos se están beneficiando al limitar casi a cero sus
importaciones, lo que representa un ahorro considerable, lo cual agradece su
maltrecha economía.
Lo que algunos analistas internacionales han comenzado ya a llamar
“petroconspiración”, afecta, especialmente, a los exportadores más vulnerables,
cuyos gobiernos, “casualmente”, no gozan de la simpatía imperial, como es el
caso de Venezuela, Rusia, Ecuador e Irán.
Conspiración
Con fuertes visos de ser una crisis preñada de cálculo
geopolítico, alevosía y premeditación, y aunque no lo fuese, lo cierto es que el
desplome del mercado petrolero está siendo utilizado para minar la estabilidad
de gobiernos indeseados por el gran capital global y el imperio, sumándose a su
infinito arsenal de armas de presión, violencia, chantaje y juego sucio para
imponer sus designios a escala planetaria.
Pero aún una jugada diabólica de este tipo tiene un lado débil, y es que
apuesta por lograr los efectos deseados en el corto plazo y se basa en el
volátil sacrificio de los vampiros insaciables de la economía mundial, que ya
deben estar nerviosos, llamando a sus operadores políticos, al ver que se
prolonga la época de vacas flacas en sus arcas y crece la tentación de volver a
la orgía de las ganancias fáciles y abundantes.
Cualquier estratega de la geopolítica mundial que base una jugada en la
“solidaridad ilimitada” o en el “sacrificio temporal” de quienes solo saben
ganar a cualquier precio, es un soñador, un imbécil, o ambas cosas.
No existe solidaridad entre explotadores sin alma, por lo tanto, si el
desplome del mercado petrolero se debe, como parece ser, a una
“petroconspiración”, esta tiene sus días contados. Y si se tratase,
ciertamente, de un fenómeno espontáneo, solo que oportunistamente aprovechado
por los súperpoderes globales, también tiene sus días contados, pues la avaricia
no se cruzará de brazos mucho tiempo, contemplando pérdidas inimaginables.
Por supuesto que la crisis petrolera está siendo utilizada por las vitrolas
de los intereses hegemónicos imperialistas en el mundo, cada una en su idioma
natal y haciendo gala de sus modismos folclóricos. Con la disciplina de los
adictos a los talking points, levantan cabeza los agoreros de la “ine-vitable”
debacle venezolana; los que arremeten contra Petrocaribe y los mecanismos
solidarios de integración regional; los neoliberales vergonzantes o
desfachatados; los que “instruyen” a los lectores de los diarios con su
sapiencia conservadora y retrógrada, que considera herejía y pecados nefandos
todos los intentos de construir un mundo menos injusto y más solidario. Un buen
ejemplo de semejante proceder, maldiciones y fatales augurios, puede hallarse en
el artículo “Petrocaribe, al borde del precipicio”, autoría del ex gerente del
Banco Central dominicano, publicado en un diario matutino (que no es este), el 5
de diciembre del presente año.
Espontánea o inducida, la crisis en los precios del combustible ha despertado
un mal disimulado júbilo en quienes se supone debían estar muy preocupados y
tristes, al ver afectados sus intereses más sagrados. Esperan ver caer a
gobiernos revolucionarios, antiimperialistas, o simplemente dignos,
especialmente, el de Venezuela.
Valga recordar a los plumíferos atildados del gran capital y el imperio, que
con armas económicas, especialmente el bloqueo genocida, se trató de asfixiar a
la Revolución cubana, la cual pronto cumplirá 56 años.
Sin dudas, el gran capital parásito y explotador es corredor de distancias
cortas, mientras que los pueblos en revolución, se ha demostrado, son corredores
de maratón. Veremos quién se cansa primero, y quién abandona la carrera.
http://www.listindiario.com/economia-and-negocios/2014/12/8/348412/Precios-del-petroleo-un-desplome-inducido-o-aprovechado
No hay comentarios:
Publicar un comentario