lunes, 8 de diciembre de 2014

No, a la privatización del agua en R.D.

SANTO DOMINGO,R.D.- El libro del Génesis, escrito por Abraham, y que es uno de los libros más antiguos, más sagrados y más respetados, al hablarnos de La Creación, nos dice que al principio creó Dios los Cielos y la Tierra, y que la Tierra estaba desordenada y vacía, y que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, y que eso fue en la mañana y en la tarde del primer día, lo que quiere decir que desde el principio, creó Dios, casi simultáneamente, la Tierra con las aguas, como forma de garantizar la vida sobre la Tierra.Pero Dios creó las aguas libres para todos, sí, para todos, para pobres y ricos, para buenos y malos, para cristianos y ateos, pero desde hace dos décadas los ricos, los malos y los ateos, se han estado poniendo de acuerdo para adueñarse de las aguas creadas por Dios, y quitarles el libre acceso a los pobres, a los buenos y a los hijos de la cristianización, mediante la figura de la privatización.Cuando salió de la imprenta, bien impreso y bien encuadernado, el primer proyecto de ley de aguas, el Gobierno nos entregó una copia para lectura, ponderación y emitir opinión, y de inmediato advertimos nuestra oposición a un artículo que abría las puertas a la privatización mediante la participación del sector privado en el aprovechamiento y comercialización del agua, lo cual es inaceptable, porque el libre acceso al agua potable es un derecho fundamental consagrado para todo ser humano, siendo su captación, tratamiento y distribución una responsabilidad ineludible del sector público, quien debe garantizarle a cada ser humano al menos 200 litros de agua potable por día, responsabilidad que nunca debe caer en manos de un sector privado caracterizado por el mercantilismo desbordado.En la Encíclica Populorum progressio, el Papa Pablo VI señaló que “la actividad económica no puede resolver todos los problemas sociales ampliando la lógica mercantil, porque ella debe estar ordenada a la consecución del bien común, que es responsabilidad, sobre todo, de la comunidad política, porque el mercado no debe convertirse en el ámbito donde el más fuerte avasalle al más débil”, estando claro que la privatización del agua serviría para que el más rico avasalle al más pobre, y ningún gobierno salido del pueblo debe permitir semejante abuso contra el mismo pueblo.De ahí que el Papa Benedicto XVI escribía en su Encíclica Caritas in Veritate que “el acaparamiento de los recursos, especialmente del agua, puede provocar graves conflictos entre las poblaciones afectadas” y que “un acuerdo pacífico sobre el uso de los recursos puede salvaguardar la naturaleza y, al mismo tiempo, el bienestar de las sociedades interesadas”, y para lograr ese acuerdo el Estado no puede delegar en el sector privado la administración del agua.Benedicto XVI siempre fue reiterativo en defender la necesidad de garantizar “para todos” un acceso “equitativo, seguro y adecuado al agua”, criterio que coincide con la Resolución 64/292, de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de fecha 28 de julio de 2010, donde se reconoce explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que el agua potable limpia, y el saneamiento, son esenciales para la realización de todos los derechos humanos.Cuando éramos niños disfrutábamos del sagrado derecho al agua potable en el grifo de la casa, en el grifo público de la calle, y en el grifo de la escuela, grifo que todos llamábamos “llave”, y no había mayor placer que “pegarse” largo rato de la “llave” para saciar la sed después de correr durante todo el recreo de la escuela, y era agua potable que nunca nos enfermó, pero ese derecho ya se perdió, porque el agua se contaminó por falta de saneamiento.Ahora nos quieren quitar la libertad de acceder al agua pública, para convertirla en agua privada y cara, pero el pueblo está claro de que esa pretensión irracional merece una sola reacción nacional, No. -

www.elcaribe.com.do/2014/12/08/-privatizacion-del-agua

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