jueves, 29 de agosto de 2013

Mentes que cambiaron el mundo

La gravedad, la evolución por selección natural, la relatividad, la radioactividad, el código genético, el Big Bang, los motores eléctricos, la energía nuclear, los fármacos sintéticos, el escaneo del cerebro, los ordenadores e internet son solo unos pocos ejemplos de la larga lista de experimentos y descubrimientos de grandes científicos que han cambiado el mundo y la vida cotidiana.
Tras esos logros hay historias de personas fuera de lo común, con una gran visión científica. Seres excepcionales que, en ocasiones, tuvieron que enfrentarse a la incomprensión de sus coetáneos.
Las peripecias de 43 de ellos han sido compiladas en el libro "Los grandes científicos. Una epopeya del conocimiento", coordinado por el británico Andrew Robinson, autor numerosas obras de ciencia, historia de la ciencia y de las artes.
La obra ha sido escrita por un equipo internacional de científicos e historiadores de la ciencia. Para tener una visión más cercana de estos 43 cerebros se reproducen numerosas de sus notas, diagramas, dibujos y cartas, así como fotografías, grabados e, incluso, esculturas.
Cuarenta y tres hombres y mujeres
El volumen cubre las principales disciplinas científicas, desde la astronomía hasta la psicología. Va organizado por temáticas y arranca desde la escala más grande, el universo, hasta la más pequeña, el interior del átomo. Las dos últimas secciones se centran en la vida, así como en el cuerpo y la mente.
Inaugura sus páginas Nicolás Copérnico (1473-1543) el astrónomo y erudito del siglo XVI que tuvo la "osadía" de desafiar la cosmología de Aristóteles y Tolomeo, inamovible desde la Edad Media, de que era la Tierra la que daba vueltas alrededor del Sol, y no al contrario.

Con ese cambio de perspectiva inició una revolución que transformaría para siempre la ciencia. Se necesitaron diez meses para imprimir el voluminoso "De revolutionibus". Copérnico murió el mismo día en que le enseñaron el primer ejemplar impreso de su magna obra, el 24 de mayo de 1543.
Fundamental fue también la aportación del analista del movimiento planetario, Johannes Kepler (1571-1630), cuyos descubrimientos proporcionaron una base para la ley universal de la gravedad, de Isaac Newton, así como de la óptica moderna. Una obra de juventud, publicada póstumamente con el título de "El Sueño de Kepler", es considerada pionera en la literatura de ciencia ficción. 
Pero fue Galileo Galilei (1564-1642) quien sentó los cimientos de la ciencia moderna al ser el precursor del estudio de la naturaleza mediante la experimentación, la medición y el cálculo matemático. En 1989, la NASA le honró bautizando "Galileo" a una de sus naves espaciales, precisamente a la que envió a estudiar Júpiter y sus lunas, descubiertas por el investigador cuatro siglos antes.


El deslumbrante talento de Isaac Newton (1642-1727), quien huérfano de padre sufrió una infancia difícil y solitaria, salvó de una vida gris a quien ha pasado a la historia por acuñar las leyes del movimiento y de la gravedad, convertido en una leyenda científica, nunca empañada pese a que su conducta, muchas veces tiránica, fue condenable.
Pero el mayor cambio en nuestra comprensión del espacio y del tiempo desde Newton se debió a Albert Einstein (1879-1955) y sus teorías sobre el espacio, el tiempo y la relatividad. Nada en su niñez (la criada de su familia lo tildaba de "estúpido") hacía presagiar su brillante futuro: académicamente fue bueno, pero en absoluto un prodigio.
Uno de los mayores astrónomos de los tiempos modernos fue el estadounidense Edwin Hubble (1889-1953), quien demostró que la Vía Láctea, a la que pertenece el Sol, no es más que una galaxia ordinaria, lo que revolucionó nuestra comprensión de la naturaleza y la escala del universo en expansión.

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