lunes, 16 de septiembre de 2019

Pobre servicio público de agua y luz alienta a empresas privadas


Industrias de purificación de agua y venta de inversores y plantas suben las ganancias cubriendo un vacío del Estado
SANTO DOMINGO,R.D.- La debilidad histórica del Estado dominicano en dos servicios fundamentales, como son el agua y la energía eléctrica, se ha traducido en “alimento” para el sector privado, que ha ido llenando esos vacíos. Pero adquirir esos servicios ha acabado encareciéndole enormemente la vida al consumidor.
Entre los dos (compra de agua y pago energía) socaban cada mes el presupuesto del hogar, mientras las empresas engrosan las cajas registradoras por concepto de sus ventas.
Con el tema del agua hay varios factores que caminan en contra de los usuarios: No se puede usar para beber la del grifo (la que llega por tuberías), porque no es seguro hacerlo, pero además hay falta de confianza por parte del público. Poca gente se atreve a tomársela. El otro factor es que la cobertura sigue siendo limitada en el territorio nacional.
Mientras, por el lado eléctrico, los constantes e históricos cortes o apagones hacen muy difícil la vida, sin el acompañamiento de inversores, plantas eléctricas y en el peor de los casos velas o lámparas de tubo (básicamente en la zona rural).
Cuantificar la cantidad de inversores y otros aparatos que todavía se comercializan al año para cubrir los déficits de “luz” no es una tarea fácil; oficialmente no hay registros sobre ese capítulo. Pero el hecho de que opere todavía en el país una cantidad inmensa de empresas fabricantes, ofrece una aproximación a la respuesta que se busca.
La cobertura de agua, (las personas que tienen el líquido en el espacio donde viven) era en el año 2013 de apenas 46.3% por acometida, es decir, en instalaciones en viviendas, y alcanzaba a 67%, cuando se consideraba la existencia en los patios. Esto, de acuerdo con datos ofrecidos en varios momentos y escenarios por el Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (Inapa). Es probable que la situación haya variado, para bien o para bien en los tiempos actuales.
Hace varios años un estudio determinó que en República Dominicana se requiere establecer planes generales de manejo integrado en las macrocuencas que abastecen los acueductos principales y acciones a microescala que involucren las poblaciones de las comunidades.
La investigación la realizó el Instituto Dominicano de Desarrollo Integral (IDDI) y The Nature Conservancy, con auspicio de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
En poco más de diez años el mercado de agua en botellitas de 16 onzas ha crecido entre el 30 y el 35%, de acuerdo con datos la Asociación Dominicana de Embotelladoras de Aguas Purificadas (Adeagua), cortados a diciembre de 2018.
El negocio de agua, en general, ha adquirido niveles tan importantes como quizás nunca imaginaron nuestros antepasados, quienes advertían que “un día el agua sería vendida”, sin imaginar la fuerza que tendría ese negocio para estos tiempos. Pero las cifras hablan.
El sector formal de agua tiene agrupados en la Adeagua unos 100 miembros. En el país existen alrededor de 300 empresas formales del ramo, pero de manera informal hay alrededor de 1,000, indican las cifras de la organización que agrupa a las empresas formalizadas.
Lo ideal sería que la gente no tenga que comprar una sola gota de agua, sino que el grifo de la llave pueda proporcionarla en condiciones óptimas, tanto para consumo, como para otras actividades. No ocurre así. Más del 80% de la población dominicana consume agua embotellada, indican los números de la Adeagua, ofrecidas a elCaribe.
Las empresas formales del sector generan cerca de 10,000 empleos directos y otra cantidad de indirectos. En adición a la comercialización de agua usada para tomar, existe un negocio de camiones cisternas, que ofertan el líquido fundamentalmente para uso doméstico, y hay disponible también marcas de agua importada para la ingesta, procedentes de variados países, entre ellos España, Francia, Estados Unidos y de Italia. Sin embargo, ese tipo de producto extranjero presente en el mercado local no afecta a la industria, pues su consumo y uso no alcanza el 1% dentro de la demanda, según Adeagua. Tampoco es competencia desleal, porque su precio suele ser más elevado que las marcas nacionales. Un camión de agua cuesta entre 700 y 1,200 pesos, según el tamaño. Un botellón para consumo cuesta entre 65 y 75 pesos en el comercio al detalle. En fin, el dominicano se ha acostumbrado a consumir agua envasada, que adquiere en colmados u otros establecimientos. Las inversiones instaladas en las empresas embotelladoras superan los US$400 millones.

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