jueves, 10 de septiembre de 2015

Aqui sobra agua



10001422471059jpg.jpg
Como en República Dominicana nadie se ocupa de los problemas esenciales, la inmensa masa de personas, con sus funcionarios y su prensa, viven colocando temas coyunturales como si se tratara de una amenaza realmente preocupante.
El último tema que se trata por la tangente es el de la sequía hidrológica como consecuencia natural de la falta de previsión para aumentar anualmente la capacidad de almacenamiento para cuando llega la sequía meteorológica poder seguir supliendo agua para consumo humano, animal, la agricultura y la generación de electricidad.
Es cierto que las precipitaciones de lluvia durante este año han estado por debajo del promedio, pero esa no es la causa de que millones de dominicanos estén viviendo un verdadero drama para conseguir un cubo de agua para uso doméstico y que la agropecuaria –especialmente en la región sur- esté destruida por la falta de agua para irrigar y dar de beber al ganado.
La causa puntual es que ni el gobierno ni sus funcionarios tienen una estrategia para acumular y aprovechar racionalmente un recurso tan vital como lo es el agua. Están dedicados a administrar carencias, a consumir recursos y a martirizar a las personas que alguna vez confiaron en que se ocuparían de asumir con responsabilidad la función pública.
Por eso es que cada vez que hay una sequía meteorológica, toda la acción de los funcionarios se reduce a pedir al Presidente de la República que le asigne millones de pesos para alquilar camiones cisterna (un negociazo), tapar huecos en canales (por donde se escapa el agua todo el año) y perforar pozos…
Con la cantidad de lluvia que se registra cada año en este país habría agua suficiente para abastecer todos los acueductos, los canales de regadío y reforestar las cuencas altas de los ríos más importantes, siempre que el gobierno dispusiera de una estrategia de limpieza de todas las represas y construyera pequeñas presas en los cursos de agua que bajan de las cordilleras al litoral. Por cada 100 litros de agua que caen en el territorio nacional, 70 se pierden en el mar y de los 30 que se almacenan, más de la mitad se pierden por fugas o uso irracional. Eso no es problema de sequía.
Nunca puedo olvidar cuando en 2012 fuimos un grupo de periodistas a Chile a observar el cierre programado de una mina de oro propiedad de Barrick. Cuando bajamos de la cordillera de los Andes vi una enorme represa que almacena agua del río Elqui. Como había visto que el río discurría con apenas un pequeño hilo de agua por esas tierras desérticas, no comprendía para qué una represa tan grande con tan poca agua.
Mi sorpresa fue superada cuando uno de los anfitriones me explicó que esa represa surtía todos los acueductos  y la irrigación del Valle del Elqui, incluidas grandes ciudades como La Serena, Vicuña y otras de la región de Coquimbo. Para más sorpresa aun me dijo que la presa estaba en bajo nivel porque “hace cinco años que no llueve”.
¡Cinco años sin lluvias y con un cañito de agua del río Elqui todos los acueductos seguían funcionando y la agropecuaria seguía produciendo!
Esa es la diferencia entre un país (Chile) y una caricatura de país (República Dominicana).
Lo peor es que frente a la perenne falta de agua suficiente para los hogares y la agropecuaria, los perjudicados aguantan todos los embustes y relajos de funcionarios que no les importan los ciudadanos más que para que vayan a concentraciones políticas, les pidan pesetas y a cambio les den el voto para continuar en un círculo perverso de incompetencia, corrupción e insensibilidad.
Que miles de familias en las principales ciudades y cientos de familias en las poblaciones más pequeñas no tengan agua para bañarse o sancochar un plátano debía mover a las juntas de vecinos y a las organizaciones barriales a levantarse cívicamente y reclamar una solución adecuada y duradera para el abastecimiento de agua que es vital para mantener la salud.
Por igual, la quiebra masiva de agricultores y ganaderos por falta de agua debe motivar a un nivel organizativo para que los funcionarios pasen de ser administradores de precariedades a gerentes competentes que tengan capacidad para impulsar proyectos de almacenamiento de agua, de reforestación y conservación.
Aquí tengo que recordar además al padre Luis Quinn. En el año 1974 había una sequía y él encabezaba la construcción de un canal de riego desde el río El Canal, afluente del Ocoa, hasta Rincón del Pino –en una primera etapa-. Durante una misa dominical en el templo de la parroquia de Ocoa, varias personas elevaron plegarias para que lloviera. El padre Luis elevó una para que no lloviera y de inmediato explicó que si llovía se interrumpía y se dañaba el trabajo de construir un canal que daría agua permanente a la agropecuaria y a familias trabajadoras.
Su lógica era total: con el agua del río El Canal yendo al mar Caribe correspondía a los hombres construir un canal para irrigar los predios y no depender de la “voluntad de Dios” para que lloviera y no se perdieran las cosechas por sequía.


 http://acento.com.do/2015/opinion/editorial/8271144-aqui-sobra-agua/

No hay comentarios:

Publicar un comentario