SANTO DOMINGO,R.D.- El gran problema de la economía dominicana
radica en el subsidio al sector eléctrico. No en el servicio de la deuda
ni en el déficit fiscal, como políticamente se pretende manipular.
En
consecuencia, la prioridad del gobierno tiene que ser la modificación
de la matriz de costos del parque energético, y en eso marcha
aceleradamente el Presidente Danilo Medina.
Y es que tan oneroso
resulta el subsidio eléctrico, que la proyección para este año es de
unos 1,800 millones de dólares, más de 75 mil millones de pesos. Una
cifra superior a la que se asigna en el presupuesto a todos los
ministerios ---a excepción de Educación--- y prácticamente igual a todo
el gasto en salud y en infraestructuras que el Estado ejecutará en el
2013.
En un país pobre y de tantas carencias y necesidades,
constituye un crimen continuar quemando en esa hoguera tal cantidad de
dinero. Porque se trata de recursos que no van a optimizar la matriz de
generación y ni siquiera a mejorar las redes. Ese dinero es única y
exclusivamente para subsidiar la tarifa y las pérdidas. Y cada centavo
va a parar a los bolsillos de inversionistas en un negocio que ofrece un
rendimiento incomparable con ningún otro en el mundoÖ al menos lícito.
Y ese dinero hay que buscarlo necesariamente, quiera o no
quiera el gobierno. Porque de lo contrario apagan las plantas, sin
importar el daño económico y social que puedan ocasionar.
Consciente
de esto, inmediatamente asumió la Presidencia de la República Danilo
Medina dispuso que el Estado hiciera las inversiones que fueran
necesarias para enfrentar el problema.
Para ello se hacía
necesario que el Estado invirtiera en generación de energía, para así
colocarnos en una posición negociadora menos vulnerable para cuando
llegue, en los próximos tres años, el momento de replantearse con los
generadores las condiciones del Acuerdo de Madrid.
Luego de
muchos estudios y diagnósticos, el equipo eléctrico del gobierno
determinó que lo más aconsejable era que se adquirieran 600 megavatios
de generación a carbón mineral.
Conocedores del tipo y el tamaño
que supone una inversión de este tipo, la CDEEE decidió licitarla. Para
lo cual se hizo acompañar de la empresa Stanley Consultants. Una
consultora estadounidense especializada en el sector eléctrico, con más
de un siglo de experiencia en el desarrollo de propuestas y evaluaciones
técnicas.
Lo que no sólo supuso un importante desembolso, sino también un largo y riguroso proceso evaluativo. Que tomó tiempo.
Un
tiempo que tanto Rubén Bichara y el equipo eléctrico, pero sobre todo
el Presidente Medina, han preferido invertir en dotar a este proyecto de
todos los blindajes que fueran necesarios con el fin de garantizar su
eficiencia técnica, las previsiones medioambientales y la transparencia
que amerita una inversión de esa envergadura.
Aunque con ello se sacrificara el rédito político de inaugurarla en su gobierno.
Casi
un año tienen en este proceso de adjudicación de las plantas. Más de 50
empresas mostraron interés, y al final sólo cuatro presentaron ofertas y
calificaron para la evaluación.
Y aunque aún no se conoce el
resultado, ya han comenzado a producirse filtraciones, chismes,
escarceos y zancadillas en torno al proceso. Lo que permite avizorar la
que se vendrá cuando se conozca el consorcio adjudicatario de estas
plantas.
Porque una de esas empresas tendrá que ganar y las otras
tres tendrán que perder. Y es casi seguro que las tres que perderán
montarán campañas contra la licitación. Pues se trata de una inversión
de 1,800 millones de dólares, la mayor jamás realizada por el Estado en
un solo proyecto.
Una de las empresas, que a partir de su
propuesta intuye que no ganará, está por madrugar con la campaña. Se
tienen informes muy confiables ---algunos reposan incluso en el despacho
del Presidente--- de que se prepara una ofensiva en contra de la
licitación de las plantas.
Y hay reportes de prensa donde se
afirma que otra empresa de las participantes ---en este caso Posco
Engeniering, asociada a la brasileña Andrade Gutiérrez--- pide a la
Dirección de Contrataciones Públicas investigar a otra de las empresas
licitantes, quejándose por la forma como se ha manejado el proceso. Lo
que parece ser el pistoletazo de salida de lo que se avecina.
Esa
ha sido siempre la tradición en las licitaciones dominicanas. No vale
la transparencia con que se manejen las licitaciones. Ellas sólo son
buenas si favorecen al interesado. De lo contrario, las desacreditan.
Los
intereses que serán afectados por no ganar esta licitación, sumados a
los están haciendo cada día más millonarios con el actual esquema y se
resisten a cambiar el modelo, permiten proyectar la dimensión de las
embestidas que se avecinan con la intención de sabotear este proyecto.
No
sería la primera vez que lo hicieran. Entre el 2004 y el 2006 se
opusieron rabiosamente a la instalación de dos plantas a carbón que
Radhamés Segura había contratado en China, y que supondrían una
generación de 1,200 MV.
En aquella oportunidad lograron sus
objetivos. Las plantas no se instalaronÖ Y desde entonces el Estado ha
debido transferirles más de 12 mil millones de dólares.
Satisface
escuchar las declaraciones del Vicepresidente Ejecutivo de la CDEEE,
Rubén Bichara, en el sentido de que ese proceso de instalación de las
plantas no lo detendrá nadie.
Lo misma actitud se espera del Presidente Medina.
Quien
no debe permitir que los ladridos pagados por los intereses afectados
en esta licitación derriben su firme determinación de hacer lo que nunca
se ha hecho en el sector eléctrico: enfrentar el problema con la mirada
puesta en el interés de la nación, aunque con ello se afecten
multimillonarios intereses nacionales y extranjeros.
Al país no
debe importarle si esas plantas las hacen los chinos, lo americanos,
los brasileñosÖo quien sea. Porque la forma como hasta ahora se ha
llevado el proceso, con prudencia y mesura, y con el acompañamiento y la
asesoría de esta consultora internacional, representa una garantía de
la transparencia en la adjudicación de esas plantas, y de su viabilidad
técnica y medioambiental.
¡Porque lo importante es que se hagan...Y que se hagan bien!
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