SANTO DOMINGO,R.D.- La gran mayoría de los sistemas previsionales enfrentan crisis financieras, que continuarán agravándose durante las próximas décadas, debido a su falta de adaptación a los grandes avances tecnológicos, a la transición demográfica y a los cambios en el mercado laboral. Paradójicamente, son víctimas de uno de los mayores logros de la humanidad: la extensión sostenida de la esperanza de vida.
Las mayores consecuencias recaen sobre el sistema de reparto, debido a la brecha creciente entre el fondo acumulado y el costo de la nómina de pensionados cada vez más longevos, proceso agravado por la reducción inevitable de la cantidad de trabajadores activos y cotizantes, mientras aumenta los jubilados que disfrutan de un merecido retiro.
Pero, los sistemas de capitalización individual igual están en crisis ya que, si bien no provocan déficits financieros, tampoco garantizan una pensión digna a sus afiliados. Su diseño también carece de flexibilidad para adaptarse a las transformaciones producidas por la revolución tecnológica.
Según el Foro Económico Mundial (FEM), “una verdadera bomba de tiempo estallará el año 2050 cuando el dinero disponible para las jubilaciones tenga un déficit de US$400 billones (en Latinoamérica, trillones), de acuerdo al estudio “Viviremos hasta los 100, ¿cómo podemos solventarlo?, publicado recientemente.
“La cifra es tan gigantesca que, para dimensionarla, habría que decir que es equivalente a 5 veces el tamaño de la economía mundial”, la cual podría poner en jaque a 8 de las mayores economías del planeta: Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Canadá, Australia, China, India y Holanda. (https://www.bbc.com/mundo/noticias-45250089). Subrayado nuestro.
Han Yik, jefe de la división de Inversionistas Institucionales del FEM, señala que “el peor escenario sería un triángulo inverso, donde un gran número de personas mayores vive en la bancarrota o la pobreza, y son mantenidas por una población joven cada vez más pequeña”.
Rediseñar los sistemas para adaptarse a las continuas transformaciones
Ante este panorama sombrío, los investigadores destacan que los gobiernos tienen que reformar los sistemas de pensiones, para que los países se adapten a sociedades donde cada vez es más común que las personas vivan hasta los 100 años. Ya no es posible asegurar un retiro digno, dedicando sólo ingresos sobrantes y marginales. Varias naciones se han tomado en serio estas recomendaciones.
Alemania, por ejemplo, aumentó gradualmente el porcentaje de cotización al 20% a partir del 2020 y al 22% diez años después. Además, dispuso la reducción del monto de las pensiones cuando descienda el número de contribuyentes, o aumente la cantidad de pensionados y jubilados.
Francia, por su parte, enfrentó el déficit creciente del reparto público, elevando de 35 a 41 años el período de aporte para tener derecho a una pensión plena, a pesar de las resistencias y las movilizaciones de los trabajadores y de los grupos progresistas que los apoyan.
En Rusia, el presidente Vladimir Putin reconoce que “el sistema de pensiones puede estallar, si no se introducen cambios, ya que ahora en Rusia por cada dos trabajadores hay un pensionista, mientras la esperanza de vida no deja de aumentar”.
Especialistas estiman que “incluso Estados Unidos, a pesar de contar con un fondo fiduciario para la Seguridad Social de 2,800 millones de dólares, se enfrenta a críticas por prometer más de lo que puede pagar”. A causa del baby boom prevén que, en unos 12 años, dicho fondo se agote.
Luego de meses de investigación y consultas, acabo de publicar un estudio titulado Hacia Pensiones Dignas y Sostenibles, Las crisis y los retos de una reforma integral de los sistemas previsionales. En el mismo se identifican los factores que determinan los crecientes déficits, se cuantifica su impacto y se plantean los lineamientos para un rediseño integral de ambos sistemas, para garantizar pensiones dignas y sostenibles.
Invito a los interesados a analizarlo con apertura conceptual, pensando en el legado que podamos dejarle a las presentes y futuras generaciones.