SANTO DOMINGO,R.D.- Durante las últimas dos semanas, el periódico Listín Diario ha traído, tanto en sus portadas, como en sus principales páginas interiores, amplios reportajes sobre la dramática realidad de la severa contaminación cloacal de las aguas subterráneas de la Ciudad Capital dominicana, fruto de la ausencia de un adecuado sistema de alcantarillado sanitario que cubra toda la ciudad, reportajes para los cuales el Listín ha consultado a la Dirección Ejecutiva de la Corporación del Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD), a la Dirección Ejecutiva del Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), a la ministra de Salud Pública, al presidente del Colegio Médico Dominicano, y a quien suscribe este artículo para el periódico elCaribe.
Después de estos amplios y profundos reportajes, donde todos hemos descrito la preocupante realidad de la alta concentración bacterial en un subsuelo constituido por una roca caliza coralina altamente porosa y altamente permeable, la cual recibe diariamente todas las aguas vertidas directamente desde nuestros inodoros, y sin ningún tratamiento antibacterial, y después del editorial del Listín Diario que expresa su preocupación por lo que en nuestras declaraciones denominamos “bomba bacteriológica en nuestras aguas subterráneas”, definición que también aparece en el amplio texto que escribimos para el libro titulado “Desafíos de las Aguas Urbanas en Las Américas”, y que acaba de ser publicado en todo el continente americano con los auspicios de la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS), alguien con suficiente poder gubernamental para resolver ese problema ya debió asumir el tema de manera pública, pero no ha sido así.
Mucha gente dice que los alcantarillados sanitarios sólo transportan desechos humanos mal olientes, a través de redes subsuperficiales ocultas de nuestras miradas, y que como esas cosas no se ven desde la superficie, a nadie interesan, y que por tales motivos los gobiernos no se preocupan por ese serio problema, cada día creciente, y al parecer la gente tiene la razón, pues no importa la magnitud de las denuncias, ni importa la alta concentración de excrementos en las mismas aguas subterráneas que en cada torre aprovechamos y subimos desde el subsuelo para completar los volúmenes de aguas de nuestras cisternas de abastecimiento, y desde donde nos llega parte del agua que diariamente utilizamos para cepillarnos, para bañarnos, para cocer nuestros alimentos, para lavar nuestras ropas y para lavar nuestros utensilios de cocina.
Y las preguntas obligadas serían: ¿realmente nos estamos cepillando los dientes con agua limpia, o nos estamos ensuciando los dientes con los mismos excrementos que todos descargamos diariamente al subsuelo por falta de un adecuado alcantarillado sanitario?
¿Realmente nos estamos bañando el cuerpo con agua limpia, o nos estamos ensuciando el cuerpo con los mismos excrementos que nosotros y nuestros vecinos descargamos diariamente al subsuelo porque Santo Domingo no dispone de un verdadero sistema de alcantarillado sanitario?
¿Realmente estamos lavando nuestros utensilios de cocina, como cucharas, cuchillos y tenedores, antes de nuestras comidas, o los estamos ensuciando con las aguas cargadas de excrementos que suben a la cisterna a través de los pozos que nuestros ingenieros contratistas dejan hechos en cada lujosa torre donde hemos comprado apartamentos que han costado sumas millonarias, y donde por vivir allí nos creemos pertenecer a una clase social muy alta, cuando en términos sanitarios realmente estamos viviendo peor que la clase más baja de cualquier ciudad organizada donde el saneamiento básico es prioritario y es funcional?
Lo lamentable de todo esto, es que no obstante esta dramática realidad, publicada con amplios despliegues por la prensa nacional, ni al Gobierno, ni al Congreso, ni mucho menos a la clase política nacional, les interesa resolver este grave problema que pone en peligro la salud de todos, y que en realidad, es de alcance nacional. l
Mucha gente dice que los alcantarillados sanitarios sólo transportan desechos humanos malolientes, a través de redes subsuperficiales ocultas de nuestras miradas, y que como esas cosas no se ven desde la superficie, a nadie interesan...”
www.elcaribe.com.do/2015/04/20/alcantarillado-sanitario-santo-domingo
Después de estos amplios y profundos reportajes, donde todos hemos descrito la preocupante realidad de la alta concentración bacterial en un subsuelo constituido por una roca caliza coralina altamente porosa y altamente permeable, la cual recibe diariamente todas las aguas vertidas directamente desde nuestros inodoros, y sin ningún tratamiento antibacterial, y después del editorial del Listín Diario que expresa su preocupación por lo que en nuestras declaraciones denominamos “bomba bacteriológica en nuestras aguas subterráneas”, definición que también aparece en el amplio texto que escribimos para el libro titulado “Desafíos de las Aguas Urbanas en Las Américas”, y que acaba de ser publicado en todo el continente americano con los auspicios de la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANAS), alguien con suficiente poder gubernamental para resolver ese problema ya debió asumir el tema de manera pública, pero no ha sido así.
Mucha gente dice que los alcantarillados sanitarios sólo transportan desechos humanos mal olientes, a través de redes subsuperficiales ocultas de nuestras miradas, y que como esas cosas no se ven desde la superficie, a nadie interesan, y que por tales motivos los gobiernos no se preocupan por ese serio problema, cada día creciente, y al parecer la gente tiene la razón, pues no importa la magnitud de las denuncias, ni importa la alta concentración de excrementos en las mismas aguas subterráneas que en cada torre aprovechamos y subimos desde el subsuelo para completar los volúmenes de aguas de nuestras cisternas de abastecimiento, y desde donde nos llega parte del agua que diariamente utilizamos para cepillarnos, para bañarnos, para cocer nuestros alimentos, para lavar nuestras ropas y para lavar nuestros utensilios de cocina.
Y las preguntas obligadas serían: ¿realmente nos estamos cepillando los dientes con agua limpia, o nos estamos ensuciando los dientes con los mismos excrementos que todos descargamos diariamente al subsuelo por falta de un adecuado alcantarillado sanitario?
¿Realmente nos estamos bañando el cuerpo con agua limpia, o nos estamos ensuciando el cuerpo con los mismos excrementos que nosotros y nuestros vecinos descargamos diariamente al subsuelo porque Santo Domingo no dispone de un verdadero sistema de alcantarillado sanitario?
¿Realmente estamos lavando nuestros utensilios de cocina, como cucharas, cuchillos y tenedores, antes de nuestras comidas, o los estamos ensuciando con las aguas cargadas de excrementos que suben a la cisterna a través de los pozos que nuestros ingenieros contratistas dejan hechos en cada lujosa torre donde hemos comprado apartamentos que han costado sumas millonarias, y donde por vivir allí nos creemos pertenecer a una clase social muy alta, cuando en términos sanitarios realmente estamos viviendo peor que la clase más baja de cualquier ciudad organizada donde el saneamiento básico es prioritario y es funcional?
Lo lamentable de todo esto, es que no obstante esta dramática realidad, publicada con amplios despliegues por la prensa nacional, ni al Gobierno, ni al Congreso, ni mucho menos a la clase política nacional, les interesa resolver este grave problema que pone en peligro la salud de todos, y que en realidad, es de alcance nacional. l
Mucha gente dice que los alcantarillados sanitarios sólo transportan desechos humanos malolientes, a través de redes subsuperficiales ocultas de nuestras miradas, y que como esas cosas no se ven desde la superficie, a nadie interesan...”
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