jueves, 23 de abril de 2015

Confusiones e intereses en el sector electrico

SANTO DOMINGO,R.D.- Después de 15 años de la Capitalización de la CDE, la crisis del sector eléctrico se mantiene como nuestro principal reto en materia de políticas públicas.
En realidad, el problema energético del país ha crecido en envergadura y complejidad debido a la electricidad se le adiciona el pujante proceso de descentralización en la distribución y comercialización de los combustibles.
En esas perspectivas, el tema energético no es ya materia exclusiva de algunos ingenieros sino un verdadero problema nacional, un asunto de Estado.
Precisamente, un enfoque integral del problema energético nacional es lo que procura presentarnos Milton Morrison en su reciente libro titulado Confusiones, intereses y debates, 2015 (Editorial Búho).
Milton es el Director Ejecutivo de la Asociación Dominicana de la Industria Eléctrica (ADIE), y consecuentemente un autorizado vocero del empresariado privado que, sin embargo, escribe sobre el tema con un enfoque de interés nacional.
Una buena parte de su libro la dedica a aclarar algunas confusiones que según su parecer abundan en la opinión pública sobre la crisis del servicio eléctrico.
Esa es una valiosa tarea, puesto que la tendencia moderna en políticas públicas es la de promover la participación ciudadana en su formulación y seguimiento, y este libro contribuye a ese propósito con análisis e informaciones plasmados en estilo sencillo.
Sin embargo, el texto también refleja algunas confusiones del autor, como, por ejemplo, su marcada reticencia a aceptar que después de 15 años de reforma la inversión privada en generación eléctrica de bajo costo ha sido notablemente insuficiente.
Milton califica de mito a ese señalamiento (página 101). Posiblemente su confusión se deba a que considere que dicha crítica es unilateral, parcializada, y que descarga en los inversionistas privados toda la culpa de ese déficit de inversión o, peor aún, que los que las sustentan no se enteran de que “[E] en los últimos cinco (5) anos, el sector privado ha ingresado al sistema 553 MW (…)” (escribe Milton).
En la indicada página del libro el propio Milton publica una tabla reveladora. La tabla muestra que desde la instalación de las plantas de AES en Boca Chica y de Monterio en Azua, ambas en el 2003, en los nueve (9) años subsiguientes, es decir, hasta el 2012, al sistema eléctrico solo se le adicionaron 101 MW de origen térmico por parte de la empresa LAESA.
Los importantes proyectos de EGEHAINA en turbinas eólicas y en la planta Quisqueya 2 iniciaron sus operaciones a partir del 2012, principalmente. Es decir, casi un decenio (2003 -2012) de verdadera sequia de capitales frescos para la construcción de centrales nuevas en un parque repleto de plantas viejas, ineficientes  y de altos costos de producción.
Ahora bien, esos resultados reflejan la dinámica del sistema, del modelo de mercado y de regulación (sic) vigentes, y no significan que el sector privado ha sido el único ni principal responsable de tan insatisfactorio desempeño.
Los estudios de los especialistas han demostrado durante años que la ineficacia de la regulación estatal y la debacle institucional y financiera de las empresas distribuidoras en manos del Estado han sido causas efectivas de la sub inversión privada en generación, entre otros factores.
Por otro lado, conviene mantener en perspectivas que la eliminación de la vieja CDE durante la Capitalización significaba trasladar al sector privado la responsabilidad de las grandes y sistemáticas inversiones futuras que demandaría el subsector de generación. Ya no seguiría siendo responsabilidad inmediata, directa, del Estado. En consecuencia, la evaluación de la inversión en generación debe hacerse desde las perspectivas de las necesidades de todo el parque de generación, de su impacto en el volumen y los costos finales de la oferta del sistema, y no en función de las inversiones generalmente modestas realizadas por algunas empresas y ejecutadas de cuando en vez.
En resumen, tanto en el tema que acabamos de comentar como en otros, Milton deja caer a lo largo de su libro, de modo franco y con delicadeza, la cascarita de la provocación al debate profesional, y eso es, a mi entender, el principal mérito de cualquier libro.
El tema eléctrico en nuestro país es escabroso, no solo por su complejidad técnico económica sino también por la espesa maraña de intereses que lo determinan, y es admirable como Milton, pese a su juventud, se sumerge en su análisis y explicación con notable pedagogía. Felicidades.

http://acento.com.do/2015/opinion/8242144-confusiones-e-intereses/

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