Santo Domingo,R.D.- La producción de azúcar en el Ingenio Cristóbal Colón se inició en
1883. Y no ha parado. Los años sólo han servido para afianzarla como una
de las empresas íconos de la industria en República Dominicana. La
eficiencia y estabilidad con que opera hoy dista de los vaivenes que
caracterizaron la época en que fue fundado. Aún se ven vestigios de los
primeros tornillos y ruedas industriales de sus inicios.
Pisar
cada centímetro de los terrenos que soportan la pesada y gigantesca
estructura de acero, donde funcionan los molinos que extraen el jugo de
la caña, remonta al gobierno de entonces, presidido por Ulises Heureaux.
Desde
1921 es propiedad de la familia Vicini. Para este año el ingenio era
propiedad de las hermanas María Nariño viuda Mola y Mercedes Nariño
Fernández de Castro. Sus terrenos tienen una extensión de 388,467
tareas, de las cuales 165,967 están bajo cultivo de caña y 220,000 están
dedicadas a potreros. También tiene 2,500 tareas sembradas de plátano,
guineo, yuca, batata, berenjena, guandules, habichuela, maíz y frutales.
La
capacidad actual de molienda es de 5,500 toneladas métricas de caña por
día, con una capacidad de producción que oscila entre 600 y 700
toneladas métricas de azúcar por día. La zafra se inicia formalmente el 1
de diciembre y dura hasta junio próximo
Hoy es una de las 40 empresas que tiene una certificación de la Dirección de Seguridad e Higiene del Ministerio de Trabajo.
El
Consorcio Azucarero de Empresas Industriales (CAEI) es la sombrilla
bajo la cual se desarrolla el Ingenio Cristóbal Colón. Su vicepresidente
ejecutivo, Alberto Potes, vislumbra un futuro promisorio para la
industria azucarera dominicana, pero está consciente de que se
requieren cambios importantes para que la empresa alcance metas de una
organización de alto desempeño y sea competitiva a nivel nacional e
internacional.
La meta está definida: mejorar la productividad
agrícola, reducir los costos, mejorar la productividad de corte, alce y
transporte de la caña, ampliar la capacidad instalada de la fábrica y
desarrollar al personal para que tenga las competencias necesarias para
lograr esos objetivos.
La empresa tiene un plan de desarrollo y
expansión al 2020, el cual plantea llevar el ingenio de la capacidad
actual 5,500 toneladas a 14,000 toneladas por día. La inversión
requerida está entre US$60 y US$70 millones.
“El plan estratégico
contempla una serie de inversiones y desarrollo estratégico en campo,
que es donde está la palanca de negocios. Fortalecer y ampliar la parte
agrícola, corte y transporte de la caña. Luego, dentro de nuestra meta,
es tener una fábrica eficiente en la que podamos tener confiabilidad las
24 horas del día de manera continua”, explicó.
En cuanto a la
eficiencia, Potes se refiere a que la materia prima que entre a molienda
pueda dar la mayor cantidad de azúcar. Destaca que a la fecha el
balance energético de la empresa también es positivo, ya que hay
excedente de bagazos por ser una industria que consume vapor por
tonelada de caña en niveles de estándares internacionales. “Hoy estamos
en 950 y 980 libras de vapor por toneladas de caña y eso hace que al
otro lado nos sobre bagazo, el cual lo vendemos a un tercero, que a su
vez lo revende a firmas en el país que producen vapor combustible fósil.
Esto nos indica que nuestro bagazo ayuda a que desde el punto de vista
ambiental haya menos emisiones”, explica Potes.
El vicepresidente
ejecutivo del ingenio destaca que en cuanto a la fábrica hay un plan
que implicará hacer inversiones en las diferentes estaciones para crecer
de manera importante en cada una de ellas, ya que si la meta es llegar a
14,000 toneladas por día eso implicará hacer importantes inversiones.
“Tenemos
que montar una caldera nueva o turbogenerador y eso hará que
electrifiquemos muchos de los procesos y sigamos con los excedentes de
bagazos para cogenerar y vender, así como guardar reservas para generar
electricidad una vez terminada la zafra. Todo se puede hacer empacando
el bagazo de una manera armónica con el medio ambiente”, explica el
ejecutivo del Cristóbal Colón.
Una zafra normal de caña deja
alrededor de 40,000 toneladas de bagazos por año, pero de esa cantidad
se consumen alrededor del 80%. “Toda nuestra producción de vapor es con
base en el bagazo que producimos aquí”, apunta.
Ingenio Cristóbal
Colón tiene 18,000 hectáreas sembradas de caña con una productividad
media de 60 a 65 toneladas por hectárea sin agua y con riego entre 90 y
100 toneladas. El proceso de adecuación de los campos está en vía para
lograr la meta. “En promedio esta zafra nos está dando alrededor de 62
toneladas por hectárea”, explica.
Para la presenta zafra hay
expectativas de pasar el millón de toneladas de caña e ir creciendo para
la próxima molienda de 1.1 ó 1.2 millón de toneladas para ubicar la
producción en 2.2 millones de toneladas aproximadamente por zafra en
cuatro años.
De igual manera, según explica el Potes, todo este
proceso va acompañado de desarrollos en la parte agrícola, agua, nuevas
variedades y manejo fitosanitario en el laboratorio de clase mundial, en
el cual se producen los barrenadores o perforadores de la caña que
hacen el control entomológico.
En lo que respecto a la cosecha y
transporte de la caña hasta la planta, vicepresidente ejecutivo del
Ingenio Cristóbal Colón apunta que se han implementado vías internas
para transportar la materia prima, evitando así poner el riesgo a la
población y garantizando mayor seguridad y puntualidad.
Entre los
planes a corto y mediano plazo está duplicar la capacidad de arrastre,
pues si en vez de una cola se logran traer dos o tres es factible para
disminuir costos e incrementar la productividad.
Al referirse al
objetivo de una empresa azucarera, Potes señala que uno de las metas es
extraer la mayor cantidad de jugo posible a la caña, el cual tiene una
cantidad de azúcar. Esto quiere decir, explica, que si la caña se deja
varios días la intemperie su rendimiento se verá afectado.
El
vicepresidente ejecutivo del ingenio destaca que una de las acciones más
importantes que realiza la empresa está relacionada con el desarrollo
de los proveedores o colones que suplen la caña, lo cual ha venido
sucediendo porque en los últimos años han venido reactivando la
producción.
“Nosotros suplimos a nuestros colonos de abonos,
herbicidas, asesoría técnica, semillas y les ayudamos a preparar la
tierra sin interés en el financiamiento que conllevaría. Por ejemplo,
entregamos el abono ahora y nos lo pagan cuando llegue la zafra y no
corren los intereses”, apuntó.
Como parte de del compromiso con la
conservación del medio ambiente, CAEI trabaja de manera permanente para
proteger los suelos, la fauna y la flora, con un manejo adecuado de las
aguas, los residuos sólidos y las emisiones al aire.
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