Las pensiones de lujo son las jubilaciones que superan por mucho el dinero que los beneficiarios cotizaron durante su vida laboral, lo que obliga al resto de contribuyentes a pagar la diferencia mediante el pago de impuestos al Gobierno.
Algunas de estas jubilaciones alcanzan hasta los ¢14 millones, sin deducciones, según expone un reportaje publicado por La Nación este 10 de setiembre.
En el país, existen casi 3.800 jubilaciones que superan los ¢2,5 millones mensuales. Casi 1 de cada 2 de estos pensionados proviene de las universidades públicas.
Las pensiones de lujo provienen principalmente de tres fuentes: Magisterio Nacional (docentes), Poder Judicial y Dirección Nacional de Pensiones, que administra 14 regímenes gubernamentales.
Todas estas pensiones ya han sido gravadas, pero en proporciones distintas.
En este reportaje, usted podrá encontrar completa la base de datos de las pensiones de lujo, así como respuestas a las siguientes preguntas:
-¿Quiénes son las personas que mayores montos reciben?
-¿Cuánto se les rebaja actualmente a estas pensiones?
-¿A cuáles pensiones se les rebaja más y cuáles se les rebaja menos?
-¿Cuánto le cuestan actualmente al país estas pensiones?
-¿Cómo se crearon estas pensiones de lujo?
-¿Cuántas pensiones de lujo tiene cada régimen?
https://www.nacion.com/el-pais/politica/que-son-las-pensiones-de-lujo-quienes-las/4TDD5QKIE5FDVBN5N2UTFC7LZE/story/
Cuando se habla de pensiones de lujo, todo mundo piensa en esas jubilaciones altísimas, de siete u ocho millones de colones mensuales para arriba. ¡Hay quien cobra como dieciocho millones!
ResponderEliminarHace un par de años hablé del “capitalismo pensionista” pensando en esas situaciones en las que algunos no solo ganan bastante más como jubilados que como trabajadores, sino que el excedente les permite una acumulación de capital a costa del ahorro ajeno. Y, como no hay prohibición para seguir trabajando, el que quiera sigue ejerciendo su profesión en forma privada, ganando aún más plata.
Cuando uno comenta con amigos extranjeros que aquí hay afortunados que reciben $15.000 y hasta $25.000 mensuales de fondos públicos, les parece que uno exagera. Preguntan: ¿es que toda esa gente eran gerentes o presidentes de grandes corporaciones? A veces Varguitas habla paja, pero en esto se limita a transcribir la realidad. No omito reconocer que a esas pensiones se les han impuesto deducciones.
Digo, sin embargo, que la manera como los medios de comunicación y, en general, las personas, hablamos sobre las pensiones de lujo es equivocada. Lo pongo así: toda pensión altísima es una pensión de lujo, pero no toda pensión de lujo es altísima.
¿Cómo así? Si defino pensión de lujo como aquella en la que una persona recibe más de lo que cotizó, entonces resulta que en los regímenes especiales hay mucho lujo no detectado. Si como chofer gano medio millón, me jubilo y recibo una pensión de un millón (aplicando las reglas legales del juego), eso es una pensión de lujo. Lo mismo una persona que reciba dos millones mensuales, y en su vida aportó recursos para una pensión de un millón.
Pensión de lujo es cuando uno se lleva mucho más de lo que aportó (sin contar las pensiones no contributivas, que tienen un fin social y son enanos de otro cuento). Recuerden que, en el mundo, lo normal es que la pensión nunca llegue a cubrir el ingreso laboral previo sino una parte de él, por lo que pensionarse con un 100% es ya, de por sí, boato.
La Asamblea Legislativa ha introducido afectaciones a las pensiones altísimas, pero la mayoría de las pensiones de lujo siguen ahí, por debajo del radar, pues no son por montos exagerados. Me parece necesario entrarles, porque la insostenibilidad de los regímenes especiales está alimentada por todas las pensiones de lujo y no solo por las jubilaciones más altas.