Una vez que la administración pública y las empresas privadas han asumido funcionalmente la Seguridad Energética, esto se traduce en una mejora de los niveles de protección sectorial, fortaleciendo las posiciones en el escenario energético regional, hemisférico y global, junto con una mayor eficiencia operativa y unos mejores resultados económicos. La diferencia estriba en el tratamiento de la energía de manera holística, integrada, optimizada, anticipada y resiliente, ante la necesidad de reducir la vulnerabilidad y la sensibilidad del sector energético, asegurando la fiabilidad de las Infraestructuras Criticas como parte del sistema energético y su vinculación a otros sectores.
Como podemos ver la energía es de gran trascendencia para la Seguridad Nacional, de ahí que relacionar la Seguridad y Defensa no es válido únicamente en tiempos de guerra o para el sector militar propiamente dicho. Como también en el ámbito empresarial sería errático relegarla al área de seguridad corporativa con una visión muy reduccionista de seguridad física. De manera que los efectos benéficos derivados de las medidas de Seguridad Energética son más evidentes en el ámbito civil y en tiempo de paz, ya que en tiempo de guerra la energía es un objetivo, pero en tiempo de paz es también un campo donde se libran innúmeras batallas, pues las amenazas, riesgos y agresiones sobre el sector energético ya sean externas, internas, espontaneas o inducidas siempre estarán presentes.
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