sábado, 9 de enero de 2016

El cambio climático en el nuevo milenio

Una de las mayores preocupaciones que se ciernen en la actualidad sobre el presente y el futuro de la humanidad es el cambio climático. Esta frase breve, pero que encierra múltiples peligros para la existencia de los seres vivos, hace varias décadas que anda de boca en boca en todos los confines de la tierra.
 Todo aquel medianamente interesado en la suerte del género humano, así como de los animales, plantas y de las infraestructuras creadas por los hombres, debe inquietarse sobre este tema e indagar sobre su significado y las proyecciones que él encierra para el futuro inmediato.
Es por eso que  considero  oportuno comentar, sin ser experto en la materia, algunos puntos que considero fundamentales para entender una serie de catástrofes que azotan campos, pueblos y ciudades alrededor del mundo, y cuya génesis tiene que ver de manera directa con el cambio climático.
Lo primero es definir qué es el cambio climático. Según los especialistas en la materia se trata de un cambio significativo y duradero de los patrones del clima, con adulteraciones que inciden de manera significativa en la vida de grandes zonas pobladas o deshabitadas, urbanas o rurales, llanas o montañosas, costeñas o de tierra adentro.
Tanto la climatología como la meteorología han venido analizando las variaciones de los fenómenos atmosféricos. Y no se trata de una inquietud de estos tiempos, pues ya Claudio Ptolomeo, en la segunda centuria de la Era Cristiana, se formulaba inquietudes sobre el tema en cuestión.
 Siglos atrás el cambio climático se originaba exclusivamente por causas naturales, especialmente por  las variaciones de la energía que se recibe del sol y la forma de  circulación de las corrientes oceánicas, entre otros factores.
 Pero la poderosa y depredadora mano del hombre apareció  incidiendo en este problema planetario desde que en el Reino Unido se dio inicio, en el siglo XVIII,  a la llamada Revolución Industrial, que luego se fue extendiendo a todos los rincones del mundo. Ese hecho histórico fue un paso de avance gigantesco para mejorar en lo inmediato las condiciones de vida de la humanidad, pero como secuela trajo aparejada una transformación acelerada de las condiciones climáticas, con grandes repercusiones negativas para el clima por el uso masivo del carbón, de la máquina a vapor y de todo lo que ha venido creándose como foco de polución ambiental a partir de ahí hasta el presente.
En nuestro tiempo las dramáticas variaciones del clima, y sus catastróficas consecuencias de pérdidas de vidas y propiedades, están vinculadas a la acción desaprensiva del hombre. Es la  llamada “influencia antrópica”, es decir el cambio causado por las actividades humanas, a través de la emisión de CO2 y otros gases que atrapan calor, así como también la destrucción de grandes extensiones de bosques que causan, finalmente, un calentamiento global.
El calentamiento global consiste en un aumento de la temperatura de la atmósfera terrestre, producido por el aumento en las emisiones de gases que resultan de las actividades humanas, entre estas la quema de combustibles fósiles (carbón, gasolina, gas natural y petróleo) y la deforestación. 
Una de las regiones que más se han visto afectadas por desastres naturales extremos que se asocian al cambio climático es Latinoamérica.
Los especialistas han analizado que las principales consecuencias del cambio climático son el desprendimiento de gigantescas porciones de glaciares, el  aumento de los  caudales de los ríos, arroyos y lagos  que al salirse de sus cauces naturales provocan graves inundaciones, afectando a cientos de miles de familias y trastornando la vida cotidiana de ciudades enteras, como está ocurriendo en estos momentos en Paraguay, Argentina, Uruguay y Brasil.
También se han detectado en muchas regiones del mundo aumentos significativos de las temperaturas de lagos, ríos y otros cuerpos de agua, lo cual afecta directamente a la estructura térmica y la calidad del más preciado líquido para la supervivencia de los seres humanos, animales y plantas.
 Los océanos han sufrido la acidificación de sus aguas producto de la absorción de carbono generado por el hombre. Constantemente se divulga en la prensa internacional grandes desgajamientos de  montañas debido al desbordamiento de glaciares. Algunas regiones de África tienen escasez de producción alimenticia por prolongada sequías o súbitas ríadas. Los fenómenos bautizados como El Niño y La Niña se asoman en cualquier lugar del mundo con una frecuencia indeseada, y las consecuencias siempre son negativas.
Al aumentar el nivel del mar  se reducen  los manglares y humedales, una de cuyas útiles funciones es  prevenir los daños por inundaciones costeras.
El cambio climático también es responsable de las extensas sequías que arruinan la producción agrícola y diezman la ganadería alrededor del mundo, pero paradójicamente es lo que también provoca lluvias intensas, con fatales inundaciones.
Se ha comprobado científicamente que un paulatino agotamiento de los ecosistemas, fruto de la  absorción de CO2,  es la fuente generadora del rápido aumento de los efectos negativos del cambio climático y las temperaturas globales.
Los problemas de la deforestación afectan ominosamente al planeta tierra. Según estudios recientes divulgados por la Organización de las Naciones Unidas, cada año se pierden 12 millones de hectáreas de bosques, lo que equivale al 11% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Se prevee que la tala indiscriminada de árboles siga aumentando, con lo cual se agravará más el de por sí dramático panorama que en términos climáticos acogota a la humanidad.
Es importante poner atención a nuestros bosques, con políticas que coadyuven a la disminución de emisiones relacionadas con los suelos, bosques y agricultura. Es altamente prioritario aplicar medidas de mitigación en el sector forestal.
Recientemente culminó en la ciudad de París, Francia, una conferencia sobre el cambio climático, cuyo objetivo principal se centró  en limitar el aumento de la temperatura global en menos de 2º C, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,  en un 40%  hasta el año 2030 y elevar dicha reducción hasta alcanzar  un 60% en el 2040, para lo cual  cerca doscientas naciones se comprometieron a reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles y la utilización de cualquier material que fomente el calentamiento global.
Esta vez hay unanimidad en cuanto a enfrentar con eficacia el problema que ocasiona una atmósfera cargada de dióxido de carbono, gas metano y óxido de nitrito, así como los llamados gases industriales fluorados, los fósiles, el carbón vegetal y otros, los cuales deben ir desapareciendo paulatinamente en un proceso ascendente y sin marcha atrás. Ocupando su lugar las energías solar y eólica y otras de carácter renovable.
 De todas las energías renovables, la solar es la que más potencial sin explotar tiene. Hemos visto el dato proporcionado por la Agencia Internacional de la Energía, la cual pronostica que para el año 2050 el sol podría ser la mayor fuente mundial de electricidad. Este desarrollo ahorraría alrededor de 6.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año.
Los presidentes Barak Obama y Xi Jinping han elogiado el acuerdo parisino, contrario a lo que ocurrió el 11 de diciembre del 1997 cuando en la ciudad de Kioto, Japón, los mayores emisores de gases de efecto invernaderos (Estados Unidos de Norteamérica y China) se negaron a firmar el Protocolo sobre el cambio climático que allí se emitió y que debería entrar en vigencia el 16 de febrero del 2005. Esa negativa es causante en gran medida de los gravísimos problemas que hoy sufre toda la humanidad.
La puesta en práctica de lo que los expertos han denominado la  “economía verde” y el uso de “energías limpias" es lo único que puede salvar al planeta tierra de la destrucción a que lo lleva la desaprensión del hombre.
 Para cumplir las metas fijadas en París la proyectada inversión de cien mil millones de dólares al año es una suma modesta para una misión tan grande.
Esperamos que  en los próximos meses todos los países que forman parte de las Naciones Unidas firmen el Acuerdo de París, y que el mismo comience a concretizarse con la apertura de los diferentes grupos de trabajo que deberán desparramarse por todos los rincones del mundo.


http://www.elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=459644

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