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S O S. Es el llamado de auxilio que, con emanaciones
y ecos de dolor, clama La Tierra, como un llamado urgente a la
conciencia de los hombres para que cesen su poder destructivo con
pensamientos, sentimientos y acciones en lo queda de virgen en el
planeta. Y es que con sus eventos catastróficos diseña el esquema de lo
que puede ocurrir oportunamente, alfabetizando cósmicamente, con la
pedagogía que tiene a mano, y que pueda ser asimilada por el hombre que
no entiende que con esta actitud, presiona a los Elementos de La Tierra,
a devolver con sufrimientos las imprudencias con que acomete al mundo.
El calentamiento global, que consecuentemente arrastra al sufrimiento
con el aumento de ciclones, terremotos, tsunami, tornados, inundaciones,
sequías, que traen consigo un alto número de muertes y daños a la
propiedad, economía y agricultura, esta última, quien aporta los
alimentos, se ha diezmado en el campo y sus productos, provocando
hambruna y pestilencias a la humanidad, de la que no podrá salir en
virtud de que no está dando la importancia debida al efecto
invernadero, que con sus acontecimientos presionan y alertan, a que se
cambie la conducta de manejar la vida, con una extensión directa al
medio ambiente y sus productos.
Si se extremara la observación de lo que sucede, como variaciones del clima y el comportamiento y disciplina de algunos productos de vidas, como son las aves migratorias, que han adelantado su periodo de migración, como también, el hábitat de osos polares y focas por el deshielo de los glaciares, que apuntan por demás, a elevar los niveles de los mares, enfocándose a que desaparezcan territorios que están bajo su nivel. Y todo esto se concilia con el llamado que está haciendo el Espíritu de la Tierra, para que no se improvise, al enfrentar los fenomenitos que se apuntan, si no se toman con prontitud las medidas encaminadas a ello.
Viene a la memoria, el recuerdo de aquellos juegos infantiles, como “el topao”, y “Amagar y no dar”, estos juegos manifiestan en su contenido una disposición oculta, dirigida al hombre o género de esta época. Y es que la humanidad apuesta por aquello, de quien no ha vivido las calamidades y situaciones catastróficas, se cree invulnerable a lo que se presagia con estos eventos, aplicándose aquí lo de amagar y no dar, argumentando el hombre que toda la vida se ha dicho que siempre estos eventos han ocurrido en toda la historia de la humanidad”
El hombre como el avestruz, se cree separado y protegido, no asimila, que en la humanidad pende “la Espada de Damocles”, por un acontecimiento astronómico y planetario que puede provocar un caos mundial, comprometiendo el equilibrio con la inversión de los polos del planeta, socavando sus estructuras psicofísicas, permitiendo con esto, lograr el cambio esperado de conciencia, encaminándose al modelo del Hombre Crístico, pautado en la Economía Divina, por Directores Planetarios para estos tiempos.
Esto permitirá elevar la vibración, consecuente con la conducta del hombre que aceptó su transformación para adecuarse a la vibración espiritual que se manifestará con el cambio. Estos cambios deberán producirse, quiera o no el hombre, porque los procesos evolutivos así lo requieren y demandan. Y esto no es para crear pánico, si el temor es morir, se entiende que el común denominador, opositor de vivir es morir, y esta muerte se está produciendo lentamente por la imprudencia que se motoriza en el hombre.
http://www.listindiario.com/religion/2015/09/27/389752/un-llamado-de-auxilio-para-la-tierra
Si se extremara la observación de lo que sucede, como variaciones del clima y el comportamiento y disciplina de algunos productos de vidas, como son las aves migratorias, que han adelantado su periodo de migración, como también, el hábitat de osos polares y focas por el deshielo de los glaciares, que apuntan por demás, a elevar los niveles de los mares, enfocándose a que desaparezcan territorios que están bajo su nivel. Y todo esto se concilia con el llamado que está haciendo el Espíritu de la Tierra, para que no se improvise, al enfrentar los fenomenitos que se apuntan, si no se toman con prontitud las medidas encaminadas a ello.
Viene a la memoria, el recuerdo de aquellos juegos infantiles, como “el topao”, y “Amagar y no dar”, estos juegos manifiestan en su contenido una disposición oculta, dirigida al hombre o género de esta época. Y es que la humanidad apuesta por aquello, de quien no ha vivido las calamidades y situaciones catastróficas, se cree invulnerable a lo que se presagia con estos eventos, aplicándose aquí lo de amagar y no dar, argumentando el hombre que toda la vida se ha dicho que siempre estos eventos han ocurrido en toda la historia de la humanidad”
El hombre como el avestruz, se cree separado y protegido, no asimila, que en la humanidad pende “la Espada de Damocles”, por un acontecimiento astronómico y planetario que puede provocar un caos mundial, comprometiendo el equilibrio con la inversión de los polos del planeta, socavando sus estructuras psicofísicas, permitiendo con esto, lograr el cambio esperado de conciencia, encaminándose al modelo del Hombre Crístico, pautado en la Economía Divina, por Directores Planetarios para estos tiempos.
Esto permitirá elevar la vibración, consecuente con la conducta del hombre que aceptó su transformación para adecuarse a la vibración espiritual que se manifestará con el cambio. Estos cambios deberán producirse, quiera o no el hombre, porque los procesos evolutivos así lo requieren y demandan. Y esto no es para crear pánico, si el temor es morir, se entiende que el común denominador, opositor de vivir es morir, y esta muerte se está produciendo lentamente por la imprudencia que se motoriza en el hombre.
http://www.listindiario.com/religion/2015/09/27/389752/un-llamado-de-auxilio-para-la-tierra
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