Al acercarse el “Día del Maestro” recordamos con gran pesar la situación de miseria en que viven tantos maestros/as pensionados, quienes a pesar de su edad, de los largos años trabajando y de las enfermedades, tienen que continuar, ya sea ofreciendo tutorías o en colegios privados (si pueden y si son aceptados). En cualquier país del mundo reciben una pensión digna que les permite disfrutar del descanso al que tienen derecho, menos en República Dominicana, donde un maestro pensionado no puede ni siquiera alimentarse bien, porque la pensión que recibe no alcanza ni para la canasta familiar.
Se trata de consagrados maestros y maestras que han dedicado treinta, cuarenta y hasta sesenta años de su vida a la noble y hermosa tarea de enseñar, orientar y formar a la niñez y a la juventud dominicana.
Los que tienen familia y dependen de ella, sufren al pensar que después de trabajar durante tantos años no tienen el derecho de vivir de una pensión justa.
Pero… ¿Alguien se ha preocupado alguna vez por mejorar la suerte de los maestros pensionados?
Recordamos una antigua frase que dice: “Tiene más hambre que un maestro de escuela”. Siempre la clase magisterial fue mal pagada, marginada y todavía hoy son posiblemente los profesionales con más baja remuneración del país. Sin embargo ¿cómo no valorar la labor de un maestro? Muchos jóvenes hoy han decidido no estudiar pedagogía, a pesar de su vocación. Todos comprendemos el por qué.
Los maestros/as pensionados fueron de verdadera y probada vocación, hicieron de la enseñanza su vida misma, pero eso solo lo saben ellos y los estudiantes que pasaron por su manos.
Todos sabemos los lujosísimos sueldos que poseen muchos funcionarios del Estado, los cuales tienen tal vez cuatro, ocho años laborando y las fabulosas pensiones que por jubilación han recibido los que se han ido. Más toda suerte de privilegios, cuya labor jamás podrá ni igualar ni mucho menos superar la realizada por un maestro/a.
Los maestros pensionados merecen ser tratados con más respeto, apoyo, justicia y dignidad de parte del Ministerio de Educación y del Gobierno, y saber que con quince mil pesos no puede vivir dignamente nadie, y menos personas de la tercera edad, con problemas de salud y que dedicaron toda su vida a la escuela dominicana.
Las/los pensionados de hoy – los maestros de ayer- han sido quizás los que han trabajado en la época más difícil para un maestro dominicano, después de la revolución constitucionalista y de los siguientes años 60 y 70, que fue la época de las famosas movilizaciones de estudiantes, especialmente de liceos secundarios, que utilizaron esa forma de lucha para protestar y mostrar su inconformidad con el Gobierno de entonces, por el irrespeto a los derechos humanos y por las injusticias sociales. Estos jóvenes estudiantes, equivocados o no, en cuanto a su forma de lucha, tenían ideales patrios, eran auténticos al querer una sociedad más justa, que aún hoy, no llega.
Estas movilizaciones traían como consecuencia la inmediata llegada de la Policía Nacional, que llenaba de balas y bombas lacrimógenas los recintos escolares y calles aledañas y sobre todo el maltrato a profesores y estudiantes que metidos a empujones y macanazos en guaguas de la Policía eran llevados al Palacio de la Policía Nacional en calidad de detenidos. Esto ocurría tres o cuatro veces por mes.
¡Qué tiempos aquellos! Maestras desmayadas por los efectos de los gases lacrimógenos, a pesar de los frascos con vinagre y pañuelos blancos que ellos llevaban en sus carteras para contrarrestar esos efectos, pero que a veces de nada servían.
Sin embargo, al día siguiente, conscientes de su deber, todos los profesores/as asistían a sus aulas, con el mismo entusiamo, aunque sabían que en cualquier momento podía suceder otro incidente.
Hoy sabemos de casos de maestras que fueron pensionadas en gobiernos anteriores y a quienes se les ha rebajado hasta diez mil pesos de su pensión, sorpresivamente, sin explicación, en el Gobierno actual, posiblemente pensando que era mucho dinero para una maestra pensionada.
Otras que no han sido incluidos en INABIMA, como si nunca hubieran sido maestras, cuando van a sus oficinas o llaman les responden que sus pensiones no han sido incluidas por el Ministerio de Educación, que dependen del Ministerio de Hacienda.
¡Cuántos privilegios e iniquidades!
¡Cuánta indiferencia del Ministerio de Educación!
Sigamos esperando que se nos haga justicia.
Maestra/o pensionado: Parece que no importan tus esfuerzos para ofrecer lo mejor de ti, no importa que tu salud se deteriore más cada día, lo importante es la satisfacción que sientes por el deber cumplido, por tu entrega, por tu indiscutible y útil labor.
Nuestro querido Juan Luis Guerra, en su música dijo que “En el cielo no hay hospitales”, pero yo digo, que en el cielo SÍ HAY ESCUELA. En ellas tenemos ya un nombramiento oficial, todos lo que hicimos de la enseñanza nuestra vida y nuestra alegría, allí continuaremos siendo felices enseñando y con la mejor remuneración que maestro alguno pueda recibir en la tierra: la presencia de Nuestro Padre Celestial.
No vamos a terminar este artículo sin antes hacer un llamado al Sr. Presidente, cuya bandera ondea buscando hacer lo que que nunca se ha hecho, pues Sr. Presidente le brindamos en bandeja de humildad la oportunidad de casarse con la gloria en muchos hogares dominicanos, haciendo algo que verdaderamente nunca se hecho: “Dignificar al maestro pensionado”.
http://hoy.com.do/maestras-y-maestros-pensionados/
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