lunes, 22 de junio de 2015

La encíclica ambiental del Papa Francisco

SANTO DOMINGO,R.D.- Quienes durante décadas hemos estado predicando un discurso de atención y protección al medio ambiente, con el único interés de proteger la salud y la calidad de vida de la gente, especialmente en lo concerniente al cuidado de la calidad y la cantidad de las aguas disponibles para la sociedad del presente y la del futuro; al cuidado de la pureza del aire que todos necesitamos respirar para llevar una vida de alta calidad; al cuidado, protección y multiplicación del bosque que contribuye a que tengamos lluvias para que nuestros ríos nos provean de las aguas dulces que tanto necesitamos; y al cuidado de la calidad de nuestros suelos para poder producir los alimentos básicos para nuestra subsistencia, hoy debemos sentir la satisfacción del deber cumplido al leer que el texto íntegro de la encíclica ambiental del Papa Francisco, recoge, en 191 páginas, los mismos planteamientos y la misma alerta ambiental que muchos académicos hemos compartido con la comunidad nacional e internacional, siempre con el único interés de ayudar, poniendo las geociencias al servicio de toda la sociedad, pero sin fanatismos, y sin fundamentalismos.

El Papa Francisco ha dado a conocer su especial encíclica ambiental, con trascendencia y alcance mundial, primera en su clase, la cual se extiende mucho más allá de las fronteras de la religión católica, porque sus ejes centrales son ejes fundamentales para garantizar una adecuada calidad de vida para todo ser humano que habita en la Tierra, indistintamente de su credo, indistintamente de su filosofía política, indistintamente de su profesión u ocupación, e indistintamente de la ubicación de su nación.

La encíclica ambiental de Francisco es fruto de un extenso trabajo de recopilación de toda la información científica disponible hasta el día de hoy, información que se sustenta en la investigación, en el análisis y en la razón, no en la religión, ni mucho menos en la pasión, pues la verdad científica no admite apasionamiento religioso, ni apasionamiento político, ni mucho menos apasionamiento social, pues ciencia es ciencia, y no más.

El Papa Francisco ha sido claro al decir que “se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año. La Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”, y todos vemos y sufrimos las consecuencias directas de los vertidos contaminantes sobre nuestras aguas, sobre nuestros suelos y sobre nuestro aire, al extremo de que cada día se hace más difícil encontrar un río urbano que no esté disminuido y severamente contaminado por desechos sanitarios residenciales y desechos químicos industriales.

Esta especial encíclica hace énfasis en “la contaminación que afecta a todos, debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias que contribuyen a la acidificación del suelo y del agua, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agro tóxicos en general”, causas que muy pocos ambientalistas hemos estado señalando de manera reiterada, por considerar que en la lucha ambiental nunca debe de existir ningún sesgo sectorial, como muchas veces existe contra determinados sectores productivos, y porque todas las reales fuentes de contaminación ambiental deben ser identificadas y señaladas para su inmediata corrección y sanción, sin ninguna excepción, pues en una verdadera lucha ambiental nunca debemos tener contaminadores favoritos para su protección, ni contaminadores favoritos para su crucifixión.

Un aspecto fundamental de esta encíclica papal es cuando nos deja bien claro que “sobre muchas cuestiones la Iglesia no tiene voz definitiva, sino que debe promover debates científicos honestos, respetando la diversidad de opiniones”, lo cual debe ser asumido al pie de la letra por todos los gobernantes, por todos los empresarios, por todos los comunicadores y por todos los ciudadanos, pues cada vez que las pasiones y las emociones se adueñan de los corazones, muchos se niegan a escuchar las válidas razones científicas, o legales, que difieren de los criterios pasionales circunstanciales, llegando a veces a caer en el irrespeto y en la desconsideración de quienes durante décadas han puesto sus conocimientos científicos al servicio desinteresado de la nación. 

La encíclica ambiental del Papa Francisco ha venido a reivindicar la validez de la verdadera y honesta lucha geoambiental, cimentada en el amplio conocimiento geocientífico, circunscrita al estricto marco legal, y siempre alejada de toda contaminación pasional. - 


www.elcaribe.com.do/2015/06/22/enciclica-ambiental-del-papa-francisco

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