Como si al país le cayeran las maldiciones de los Gatos Negros, Tutankamón, las Conejitas Playboy o Moctezuma sobre la energía eléctrica, tanto su ausencia, la corrupción como los subsidios han causado más daño que la Primera y Segunda Guerras mundiales, y han quemado el fondillo a los más sabios de la ingeniería y la administración financiera.
Son memorables los plazos que, en distintos gobiernos, han sido fijados para terminar con la crisis en el sistema energético nacional, particularmente con los apagones, que desde los primeros años de la década de 1970 fueron atribuidos a las averías que se producían cuando las colas de las chichiguas se enredaban con el tendido eléctrico. En esencia, se producían por la escasa generación de electricidad y los retrasos en los desembolsos financieros.
En estos más de 50 años, el desabastecimiento y el desplome energético han sido nefastos y traumáticos para los sectores residenciales, comerciales, industriales y estatales, en un fenómeno sin similitudes en América Latina. Para entender medianamente ese fenómeno, se precisa una sucinta narrativa pedagógica, más aún para descifrar por qué la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) se traga la mayor partida (51 mil millones de pesos) del déficit consolidado del presupuesto general del Estado del 2021.
Las ovejas negras subyugantes han sido los subsidios, la compra y venta de kilovatios con escasísimo margen de ganancia, la compra en dólares y la facturación hecha en el disminuido peso, el robo de luz por los usuarios, las cobranzas bajas, las pérdidas en las redes de distribución por la obsolescencia de los equipos de transmisión de las subestaciones; los contratos lacerantes, la corrupción y las continuas subidas en los precios de los derivados del petróleo en el mercado internacional.
La ausencia para aplicar la transparencia y la Ley General de Electricidad no han terminado con los hechos precitados, como tampoco la creación de un tinglado de instituciones encargadas de la regulación, la generación, la transmisión y la distribución: CNE, SIE, CDEE, EGEHID, ETC, UERS, PRA, EDE-NORTE, EDE-SUR, EDE-ESTE, etc. Y la esperanza más motivante ha sido la firma de un Pacto Eléctrico, en la veta de la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030.
La reforma del sector eléctrico de 1999 no detuvo las distorsiones y, por los alardes de las anteriores administraciones de la CDEEE, se creyó que habíamos avanzado, pero sobresalieron los anti-héroes en villanías, que en sus momentos fueron cuestionadas.
Por igual, la firma del pacto con el sector eléctrico del 2012 se vislumbró como el punto de partida para dar respuesta a un problema que le acelera el corazón al más reposado. A todo el que tuviera que aportar, se le pidió que aporte, para que no morir achicharrados.
En noviembre del 2012 fue suscrito un pacto eléctrico, con la asistencia de los generadores, bajo señalamientos de que no se querían apagones financieros y de que no se aguantaban más operar en las actuales condiciones. Tradicionalmente, las autoridades han adeudado miles de millones de dólares a los que les venden energía, y para abonarles una parte tuvieron que comprometer el crédito gubernamental, emitiendo bonos soberanos y, en pocos días, las cuentas volvieron a ponerse del mismo tamaño.
Los acuerdos con los generadores y distribuidores han perjudicado al país porque, aparte de que la energía se les compra cara, cuando las plantas están apagadas o dañadas, cobran como si estuvieran encendidas, en lo que se entiende como una gran estafa al erario o tesoro público.
Desde entonces se señala que si bien el gobierno no debe suspender unilateralmente esos contratos, porque conllevaría a demandas y a la afectación de la inversión extranjera, sí tiene el derecho de convocar a un diálogo en la búsqueda de una reformulación consensuada, que incluya mejores precios en la adquisición de energía.
Los miembros de la influyente Asociación Dominicana de la Industria Eléctrica (ADIE) nunca deben alegar que las reglas de juego son invariables, ni mucho menos desafiar a un gobierno que está bajo la presión ciudadana, porque sería altamente peligroso para ambos. En coyunturas difíciles, se aconseja ser flexible, y ceder.
El tercer pacto nacional para la reforma del sector eléctrico fue rubricado en el Palacio Nacional – tras consensuar 212 puntos durante por lo menos cinco años- el jueves 25 de febrero de 2021, motorizado por el Consejo Económico y Social (CES), en una ceremonia encabezada por el presidente Luis Abinader. El objetivo indicado ha sido el suministro de electricidad confiable, competitiva y ambientalmente sostenible, para finiquitar el citado lastre histórico.
El sector social/sociedad civil estuvo ausente en la rúbrica del pacto, y posteriormente unas 20 de sus organizaciones interpusieron un recurso de amparo ante el Tribunal Superior Administrativo, anotando quebrantamientos a la Constitución, las leyes y los principios democráticos. Al ser rechazado por esa instancia, amparado en el alegato de que no es de su competencia, apelaron al Tribunal Constitucional.
En el fuego del sofocante calor, el dislocamiento productivo, educativo y social, los millonarios despilfarros y el engorde monetario de unos pocos, en este medio siglo fue engendrado un monstruo de 9 cabezas, que se torna intrincado desmembrar.
1.- La corrupción. Las irregularidades en las Edes fueron totalizadas, en el pasado gobierno, en 30 mil millones de pesos en compras sobrevaloradas y la contratación de proyectos con dobles desembolsos.
2.- Las pérdidas. Las técnicas y no técnicas cruzan la carrera de los 10 mil millones de pesos cada año.
3.- Los subsidios. En los primeros tres meses del 2021, la CDEEE se engulló 8 mil 273.3 millones de pesos, principalmente de auxilios financieros. Para este año, el subsidio proyectado alcanzará 750 millones de dólares.
4.- Los precios del combustible. Por las alzas internacionales de los derivados del petróleo, el gobierno ha consumido, desde enero de este año, unos dos mil 800 millones de pesos.
5.- El robo de energía. Un millón 144 mil usuarios están registrados en el sistema, y 300 mil no pagan, lo que representa un 26.22%.
6.- Los déficits por kilovatios. Esa insuficiencia radica en que se compra el kilovatio a 11.4 centavos de dólares y se vende a 13.4, es decir, con un margen de menos de dos centavos por kilovatios.
7.- Cobranzas bajas. El ejemplo citado: De los cerca de 900 mil usuarios del programa Bono luz, 450 mil (el 50%) cumplen su compromiso de pagar la luz. ¿Ocurre eso con el teléfono?
8.- Pérdidas financieras. En los últimos cinco años, en las EDES se han invertido 53 millones de dólares, sin recuperación sustancial en el servicio, no obstante los grandes esfuerzos de reorganización y ajustes desplegados por sus nuevos incumbentes.
9.- La termoeléctrica Punta Catalina. La complejidad del proyecto y la ausencia de datos acabados (partículas contaminantes, daños denunciados, inversión financiera y auditoría técnica) nos colocan un bozal para emitir juicios.
Los actuales incumbentes del sector eléctrico, encabezados por Antonio Almonte y Andrés Astacio, lucen apuestos y firmemente optimistas. Nos dicen que la nómina ha sido reducida en un 15%, para una economía de 100 millones de pesos; que las Edes requieren ahora menos fondos en los trámites de compras; que se trabaja en la creación de un fondo con un tope de 50 millones de pesos para afrontar las alzas de los combustibles, y que los apagones financieros ya forman parte de la historia. Admiten las pérdidas y la caída de las cobranzas.
Aunque son necesarios, para que no sean tostados por residuos eléctricos peligrosos en circuitos operativos, no basta que el ingeniero Almonte y su equipo se empeñen exclusivamente en los programas de asistencia y contingencia, la reducción de pérdidas eléctricas y gastos, las políticas operacional y modernización de la red de distribución, el control de gestión y otras actividades y proyectos, sujetados a flujogramas y cronogramas. Singulariza la superación de los obstáculos del disenso para el pacto eléctrico ampliado.
Además de la implementación de los esquemas técnico-científicos, con invocaciones tenemos que reclamar piedad patriótica a los buenazos que ceban sus bolsillos en esos negocios electrizantes, la trituración mágica de las embrujadas maldiciones ancestrales y el socorro de Supermán, Batman, El hombre araña, el doctor Vudú, la Pantera Negra, La imbatible Chica Ardilla y otros superhéroes con poderes sobrehumanos.
https://almomento.net/pacto-electrico-9-cabezas-y-maldiciones/
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