Llega el momento de la jubilación y toca recibir esa pensión por la que hemos estado cotizando durante toda nuestra vida laboral. Estas cotizaciones garantizan que, a los 65 años, y después de casi 40 trabajando, podamos retirarnos con, al menos, el mismo nivel de vida que teníamos cuando estábamos en activo.
En España, de hecho, la relación entre la primera pensión y el último sueldo recibido, conocido como tasa de reemplazo, es superior al 80%, una de las más altas de toda la OCDE. Sin embargo, hay numerosos expertos que alertan que esta relación puede ser incluso peor en los próximos años.
Pero, ¿cómo funciona exactamente el sistema de la Seguridad Social en España? A pesar de que muchas personas piensan que sus cotizaciones van satisfaciéndose a un fondo individual que se mantiene inalterado hasta que nos jubilamos, lo cierto es que su funcionamiento dista mucho de ser así.
A través del conocido como sistema de reparto, los cotizantes actuales pagan las pensiones de los jubilados actuales, con la esperanza de que, cuando los primeros pasen a formar parte de la población pasiva, sean recompensados del mismo modo. Este modelo hace que, en realidad, no tenga por qué haber una relación entre las cotizaciones del trabajador y lo efectivamente recibido en el momento de la jubilación.
Así es como realmente está diseñado el sistema de la Seguridad Social en España, un sistema de solidaridad intergeneracional que se va actualizando conforme se van jubilando los trabajadores actuales. Ahora bien, este sistema no está exento de problemas; es necesario que haya una proporción razonable entre proporción activa y pasiva, conocida como tasa de dependencia, para que las cotizaciones actuales sean suficientes como para satisfacer las pensiones actuales.
Una baja tasa de dependencia, el principal riesgo
Según la mayoría de expertos, para que un sistema de reparto sea sostenible, la tasa de dependencia debe ser superior a dos. De otra forma, se podrían poner en riesgo las pensiones actuales por no haber fondos suficientes como para satisfacerlas. De hecho, en España, y como consecuencia de la grave crisis económica que hemos vivido, la tasa de dependencia ha disminuido desde sus máximos en 2007 (de 2,71) hasta poco más de dos en 2017.
Esta situación puede agravarse aún más si cabe si tenemos en cuenta que, en los próximos años, las proyecciones poblacionales apuntan a un mayor envejecimiento de la población española. De hecho, y según el Instituto Nacional de Estadística (INE), el número de nacimientos habrá descendido más de un 23% en 2.023 y un 35% para 2.050, mientras que el número de personas con 65 años aumentará un 12% para 2.023 y casi un 6% para 2.050. Si tenemos en cuenta ambos factores, nos daremos cuenta de que la inversión en la pirámide de población puede provocar que los pensionistas futuros no tengan garantizada su prestación en igualdad de condiciones a como lo hacen en la actualidad.
¿Y qué papel tiene la hucha de las pensiones?
En el año 2000, y con el objetivo de garantizar la sostenibilidad del sistema de reparto de la Seguridad Social, el Gobierno creó el Fondo de Reserva, más conocido como hucha de las pensiones. Este fondo se creó como un estabilizador anticíclico, que debería aumentar con los superávits de la Seguridad Social para que, en momentos de déficit, se pudiesen financiar las pensiones gracias a las aportaciones previas.
De hecho, desde su constitución, se han dotado al Fondo de Reserva 53.598 millones de euros. Sin embargo, y debido sobre todo a la difícil situación económica que ha atravesado España en los últimos años, el Gobierno ha tenido que echar mano de la hucha de las pensiones para satisfacer algunas prestaciones en varias ocasiones. En concreto, en 2015 se realizaron disposiciones por valor de 13.250 millones de euros y en 2016 estas disposiciones aumentaron hasta los 20.136 millones de euros. En total, el Gobierno ha gastado un total de 67.337 millones de euros.
Si en 2017 se sigue el ritmo de disposición de los últimos años, lo más probable es que la hucha se agote en 2018. Y aquí es donde, en caso de que no se vuelva a reponer con mayor empleo, tendremos un problema. Habrá que encontrar una alternativa para financiar las pensiones, y ya son muchos los expertos que abogan por financiar las pensiones a través de los Presupuestos Generales del Estado.
El futuro factor de sostenibilidad, que entrará en funcionamiento en 2019, debería servir para corregir dicho déficit, aunque tendrá como contrapartida una reducción en las prestaciones de los futuros pensionistas.
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