miércoles, 27 de abril de 2016

Preguntas sobre los retos del sector eléctrico

SANTO DOMINGO,R.D.- Una sola razón explica el déficit del sector eléctrico: la pésima gestión que por años se ha hecho en el área de comercialización. A las distribuidoras de electricidad han llegado los más afamados expertos, se han hecho los estudios y análisis más profundos y detallados; sus consejos directivos han sido reformados no se sabe cuántas veces, los diagnósticos sobre cómo solucionar la crisis sobran y se han contratado las firmas internacionales más importantes para decirle al país lo que sus ciudadanos de a pies sufren todos los días, incluyendo la industria y el comercio.
La voluntad política, sin lugar a dudas, será una variable esencial para atacar el problema en su raíz. Es probable que sea necesario asumir sacrificios políticos e históricos para romper las cadenas que atan o frenan una solución definitiva. República Dominicana no puede ser tan diferente a otros países que han logrado tener un sector energético eficiente, rentable y con tarifas competitivas.
Hay un sinnúmero de interrogantes que surgen a raíz del estancamiento en que se encuentra el sector eléctrico dominicano. Los empresarios (industriales y comerciantes) y la gente común, el pueblo llano, merecen ver de las autoridades muestras de voluntad real con miras a acabar de una vez y por todas con este gran obstáculo para el desarrollo pleno del país.
¿Por qué no se llega a un consenso entre los actores para sacar del atolladero a este importante sector de la economía? ¿Cuánto cuesta solucionar el problema? ¿Es posible sacar la política de la gestión del sector y colocar a técnicos sin compromisos y que cobren por resultados? ¿Para qué servirá un pacto eléctrico que al final podría convertirse en letra muerta? ¿Qué papel jugará el Estado para dejar que las distribuidoras se rasquen con sus propias uñas? ¿Hasta cuándo habrá que subsidiar la pésima labor de quienes administran las distribuidoras? ¿Por qué pagan justos por pecadores? ¿Por qué las distribuidoras declaran circuitos 24 horas sin cumplir con el mínimo requerido de pérdidas? ¿Se necesita un Supermán que ejecute políticas empresariales eficientes? ¿Qué aporte harán las plantas a carbón a la solución del problema? ¿Por qué no se les exigen resultados reales a quienes reciben un excelente salario y otros beneficios por administrar las deficientes y deficitarias distribuidoras?
Y hay más preguntas. ¿Por qué no se invierte en comercialización si el déficit se genera en esa área? ¿Cuándo será un negocio para el Estado poseer tres distribuidoras de electricidad? ¿Qué se ha solucionado con más de US$6,000 millones en subsidios durante los últimos seis años? ¿Qué pasará ahora con los contratos? ¿Por qué darle energía a barrios y sectores que no pagan el servicio? ¿Cómo explican las autoridades al frente de las distribuidoras que sectores de fácil gestión reciban 12 horas de apagones todos los días? ¿Cuáles niveles de transparencia hay entre las distribuidoras y las empresas contratistas? ¿Por qué hay tres consejos directivos en tres empresas que hacen lo mismo y tiene un único dueño? ¿Por qué no se le hace caso a una propuesta que hicieron algunos empresarios del sector eléctrico dispuestos a encargarse de áreas para gestionarlas ellos mismos?
Hasta aquí las preguntas. Ahora habrá que esperar las respuestas.


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