En América Latina y el Caribe, tanto el crecimiento poblacional estimado como las expectativas de mejora de la
calidad de la vida constituyen la base de proyecciones de un crecimiento anual del 3% durante las próximas
décadas. Esto implica que la región necesitará duplicar la capacidad instalada de generación eléctrica hasta
alcanzar cerca de 600 GW hacia 2050, a un costo cercano a los US$430 mil millones3
. Si bien esto implica un
desafío, también ofrece una oportunidad para que la región redefina su modelo energético.
ALC ya cuenta con un sector eléctrico bajo en carbono, el cual se encuentra anclado en un recurso hidrológico
sustancial. Sin embargo, la demanda esperada de energía requerirá realizar ampliaciones significativas a la
matriz energética existente. Afortunadamente, la región tiene la capacidad de producir cerca de 78 PWh4
a
partir de energía solar, eólica, marina, geotérmica y de biomasa. La capacidad pico nominal correspondiente a
esta generación es de aproximadamente de 34 TW5
(la capacidad instalada eléctrica mundial es de 5 TW), muy
superior a cualquier demanda esperada. El costo de uso de estas Tecnologías de Energías Renovables No
Convencionales(TERNCTERNC) se está reduciendo y en algunos casos ya son competitivas con los combustibles
fósiles.
Estos recursos representan opciones cuyas emisiones de carbono son cercanas a cero. Asimismo constituyen
recursos energéticos propios y sin fecha de vencimiento, los cuales además proporcionan varios beneficios
sociales6
como seguridad energética, resiliencia climática, mejoras ambientales locales, creación de empleos
domésticos y una reducción en los gastos por combustibles fósiles, entre otros. Según un estimado, el valor de
estos beneficios sociales podría ascender a US$50 por cada MWh suministrado, lo cual ubica a varias de estas
alternativas en posiciones altamente competitivas.
Aunque se supone que, en lo fundamental, las reglas que aplican al sector eléctrico en ALC y en el mundo son
en general son “tecnológicamente neutras”, lo cierto es que se moldearon a la medida de las tecnologías
convencionales de generación eléctrica y por lo tanto muestran sesgos intrínsecos contra la energía renovable.
Las TERNC difieren de la generación convencional en sus estructuras de costos, en los flujos de ganancias y
costos, así como en los perfiles de generación, distribución geográfica y en la amplia variedad de beneficios
sociales que producen. Por lo tanto, el escalamiento de estas TERNC requerirá la reformulación del marco
regulatorio.
Con el fin de acomodar tales diferencias, los países pueden implementar mecanismos para compensar los
sesgos actuales, o bien reformar el marco regulatorio e institucional del mercado de la electricidad de manera
que se convierta en un campo de juego verdaderamente nivelado, en especial en lo que se refiere a acomodar
generación variable y a desarrollar mecanismos de precios. Las políticas públicas desempeñan un papel
importante cuando se trata de reducir los riesgos asociados con las TERNC y de aumentar el potencial de
rentabilidad de tales inversiones. Los países y regiones que tomen la delantera en desarrollar estas nuevas
fuentes de energía lograrán una obvia ventaja en uno de los sectores de más rápido crecimiento en el mundo,
lo cual les permitirá aprovechar plenamente el crecimiento económico y la generación de empleo que de allí se
deriven.
https://publications.iadb.org/bitstream/handle/11319/5744/Repensemos_nuestro_futuro_energ_tico%20(3).pdf?sequence=4
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