Al
finalizar el mes agosto del 2014 el precio del barril del petróleo West
Texas Intermediate (WTI), que es el que se usa en el país para fijar
semanalmente el precio de los combustibles, cerró a 94 dólares. Un año
después, ese mismo tipo de petróleo se vende a 40.8 dólares, una caída
equivalente a un 57 por ciento. Hace un año el galón de gasolina Premium
se vendía a 266 pesos con 50 centavos. La semana pasada, del 15 al 21
de agosto, la gasolina Premium se vendía a 215 pesos con 50 centavos el
galón, una reducción de apenas un 19 por ciento.
Se trata de una desproporción increíble entre la reducción de un 57
por ciento en el precio del barril de petróleo en los mercados
internacionales y la disminución de un 19 por ciento en el derivado más
caro, que consumen la gente de clase media, buscando mayor rendimiento y
protección del motor de sus vehículos. La tarifa de la factura
eléctrica ha permanecido congelada. Especialistas locales del sector
eléctrico consideran que debieran estar un 30 por ciento por debajo de
la que pagamos los que vivimos en zonas residenciales.
Cuando se intentó despolitizar la fijación del precio de los
combustibles, mediante la Ley 112-00, se hizo con la idea de
concientizar a la población de que los precios internos deben reflejar
la evolución del precio del barril del petróleo, el costo de importarlo,
impuestos, los márgenes de intermediación de los transportistas,
detallistas y todos los agentes involucrados. Entonces, se acuñó la
frase de que si sube, sube y si baja, baja, que solo se aplica en su
justa dimensión y más allá si el petróleo se encarece.
Hasta ahora, nos hemos beneficiado a nivel macroeconómico, pero a
nivel micro, en los bolsillos de los consumidores, no hemos sentido los
beneficios de la debacle del precio del petróleo, que de continuar con
la tendencia de las últimas semanas podría bajar a los niveles
históricos de finales de la década del 90 del siglo pasado. La
combinación de la suspensión de las sanciones económicas a Irán, la
caída del crecimiento de china, impactando negativamente en las
economías emergentes, y las nuevas técnica de extracción de
combustibles, auguran que al menos en los próximos dos años habrá
petróleo barato.
Una de las preocupaciones de la tendencia en picada del precio de
petróleo es su impacto en las recaudaciones fiscales. Al respecto, en el
mes de diciembre del 2014 el Banco Central barajó dos escenarios, en
los que proyectaba que los ingresos fiscales se reducirán en RD$2,251.4
millones, si el precio del petróleo, en promedio bajaba en un 10 por
cierto, con relación al estimado en el presupuesto y en RD$5,628.4
millones, si baja un 25 por ciento.
¿Qué dicen las estadísticas fiscales? De acuerdo con la Dirección
General de Impuestos Internos, el cobro del impuesto ad valorem (16 por
ciento de ITBIS) cayó de RD$11,843.5 millones en el periodo enero –
julio del 2014 a RD$8,171.3 millones en igual periodo del 2015. Sin
embargo, el impuesto especifico a los combustibles, que se ajusta por la
inflación, aumentó de RD$15,688.2 a RD$18,082.1 millones. Siendo el
efecto neto en la reducción de las recaudaciones por concepto de
impuesto a los hidrocarburos de RD$1,278.3 millones.
Al parecer, las excusas para no traducir en una mayor reducción del
precio de los combustibles y en una disminución sustancial de la tarifa
eléctrica tienen más que ver con la sobre estimación de los ingresos
fiscales, que con el impacto impositivo de la caída de la cotización del
petróleo, como lo revela el hecho de que la DGII estimó ingresos
fiscales para el periodo enero – julio 2015 por RD$202,274.4 millones,
recaudando efectivamente en dicho periodo RD$192,530.4 millones,
quedando por debajo de lo programado RD$9,743.7 millones.
http://www.7dias.com.do/opiniones/2015/08/24/i195288_precio-del-barril-petroleo-hacia-piso.html#.Vds8VpeYB1g
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