SANTO DOMINGO,R.D.- Indudablemente que con los años la vida deviene con sufrimientos, achaques, enfermedades y finalmente la no envidiable secuela de la no existencia. Todo lo que vive muere, es la ley de la existencia. Lo palpo cada día en mi condición de envejeciente al ver coetáneos caer inmisericordemente reos de una calamidad o la desaparición física. Entonces se nos va una generación y llega otra con su nuevo destino y andanzas para repetir la historia.
Actualmente, me ha tocado la delicada responsabilidad de ser Presidente de los Profesores Jubilados de la Universidad Pública
(Aprejuasd) y he visto como alejados de su habitual trabajo y competencia van cayendo en el olvido y un día más que otro, nos informan de su quebranto o fallecimiento, que con tanta tristeza lamentamos. En estos mismos momentos yacen paralizados en su cama profesores jubilados, que ayer fueron activos representantes de la ciencia, la academia y el discurrir de la faena cultural y docente. Entregados con fervor espartano a la más noble de la tarea humana, aunque algunos en la ignominia de la precariedad, cuando más necesitan de urgencias medicas y medicamentos propios de los envejecientes.
Sufren callados, la inequidad a que los somete la sociedad que no les ofrece seguridad social.
Ellos prepararon a la generación de relevo para la continuidad social, cultural y profesional que debía tomar las riendas del presente y porvenir de la sociedad dominicana. De suerte que no parara cual entelequia, el carro de la historia, y sin embargo los abandonan a toda inclemencia, sin poder recuperar fuerzas porque los medicamentos suben a las nubes y no hay dineros para adquirirlos: la inflación es un demonio que devora sus macros ingresos y no hay quien los defienda, luego de un dilatado apostolado. Solo en la UASD, la matricula de Jubilados oscila en 1300 pasivos profesores y en ocasiones no les aplican los reajustes salariales.
Incluso, quiero llamar la atención de un distinguido comunicador docente Juan Salazar quien posa en cama en un Hospital de Arizona, mientras visitaba a su familia hace dos años y lo sorprendió un derrame cerebral. Salazar es profesor jubilado de la Universidad, periodista en temas educativos en la notable Revista Ahora y Exdirector de Comunicación y Prensa en la Rectoría de la UASD en tiempo del Rector Edilberto Cabral.
Llamo la atención de que hay que legislar o poner en ejecución las leyes vigentes en provecho de recompensar los dilatados servicios intelectuales, académicos, culturales y sociales que en vida han desparramado por todo el País estos apóstoles de las generaciones que les toco cultivar con tanto desvelo. He aquí conquistas que deben ya implementarse en su calidad de vida; reajuste salarial, cupones para el transporte público y privado, bonos vacacionales y navideños, estancias para envejecientes con todo mobiliario confortable, asistencia de salud, creación de talleres artesanales y artísticos para su sano entretenimiento, entradas libres a espectáculos y salas de cine, etc. Todo ello, se implementa con normalidad en muchas naciones de Europa. América del Norte y Sur. Como viven los envejecientes, retrata la forma de existencia de la sociedad en sentido general.
http://acento.com.do/2015/opinion/8251960-mirada-a-los-profesores-jubilados-y-envejecientes/
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