SANTO DOMINGO,R.D.- El sistema de salud de la República Dominicana permanece entrampado en un túnel repleto de deficiencias y desigualdades que conspiran contra la salud de los usuarios del sector público y privado, de acuerdo con los planteamientos de la Alianza por el Derecho a la Salud (Adesa).
En la red hospitalaria la lista de dificultades la encabezan la reconstrucción simultánea de 56 hospitales, la falta de equipos para diagnósticos, bajos presupuestos, falta de personal, deshumanización en la atención y visos de corrupción en compras y contrataciones.
En el área privada la magnitud de las deficiencias se concentra en la cobertura del Seguro Familiar de Salud, por cuyas limitaciones el gasto de bolsillo del paciente o sus familiares supera el 40%. Y a esta situación se añade la supuesta debilidad del órgano rector, la Superintendencia de Salud y Riesgos Laborales (Sisalril).
Esas ideas fueron expuestas en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio por el doctor Fulgencio Severino, especialista en seguridad social; Roque Félix, vocero de la Alianza por el Derecho a la Salud; Francisca Peguero, presidenta de la Asociación Nacional de Enfermería, y Pablo Ureña, presidente del programa Niños con una Esperanza.
De acuerdo con la visión de Severino, los cuatro problemas fundamentales del sector salud son escaso financiamiento, incapacidad del Ministerio de Salud, corrupción y filosofía rentista.
“El Estado dominicano se caracteriza principalmente por no tener compromiso con inversión suficiente para que la población reciba un servicio de salud de calidad.
“El segundo elemento es la incapacidad extrema de las autoridades, porque las acciones del Ministerio de Salud y del Servicio Nacional de Salud reflejan una distorsión entre las principales enfermedades que afectan al pueblo dominicano y las medidas que se toman para reducir su impacto”.
En cuanto a las irregularidades administrativas, consideró que el sector salud está dominado por una corrupción extrema en la compra de medicamentos y material gastable.
“El cuarto elemento es que impera, entre las autoridades, una filosofía rentista y de negocios, lo que impacta de forma negativa en la prestación de servicios”.
Félix explicó que la crisis permanente del sector salud está marcada por insuficiencia presupuestaria, con menos de un 2% del PIB asignado en el presupuesto público, dificultades para poner en marcha los modelos de atención previstos en la ley, deficiencias en la rectoría del Ministerio de Salud, ausencia de una planificación responsable “incluyendo la remodelación simultánea de 56 hospitales en todo el país”.
“El auge de una producción faraónica de instalaciones sanitarias sin el equipamiento mínimo; y todos esos problemas repercuten en la salud de los dominicanos”.
Félix también externó su preocupación por la marcha del Seguro Familiar de Salud y las competencias que se abrogan las Administradoras de Riesgos de Salud, y las trabas y dificultades que imponen a los usuarios.
Muchas palabras y pocos hechos concretos. Peguero, como representante de las enfermeras, afirmó que los planes que anuncia el Gobierno para modernizar el sector salud, en los hechos, no llegan a los centros asistenciales.
En el Plan Decenal de Salud, elaborado en 2005, se estableció que el presupuesto de salud estaría -para 2015 y 2016- en un 5% del PIB, sin embargo, dijo, no pasa de 1.8%.
“Con la reconstrucción simultánea de 56 hospitales vemos a diario episodios desgarradores que indignan al más insensible de los seres humanos.
“Gente rebotando de un hospital a otro, sin recursos para resolver sus problemas de salud, porque aquí no se invierte en salud, sino que se gasta en enfermedad”.
El caso Santiago. Ureña, quien mantiene una campaña para lograr que se instalen equipos de diagnóstico en el hospital infantil Arturo Grullón, calificó como “genocidio” la decisión del Gobierno -en la gestión del ministro Freddy Hidalgo- de reparar 56 hospitales al mismo tiempo.
“Con esa decisión al parecer se pretendía exterminar a los pobres, a la gente que no tiene acceso a una salud eficiente.
“Hemos vivido en carne propia esta situación con el hospital Cabral y Báez, un centro regional donde los pacientes tienen que ser atendidos en los pasillos, y la falta de tomógrafos y quirófanos empeoran la situación de los pacientes”.
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SANTO DOMINGO,R.D.- Aunque cuenta con potencial para tener por lo menos 100 minihidroeléctricas más, República Dominicana sólo tiene en la actualidad con 46 de estas en igual número de comunidades adonde no llegan las redes del Sistema Energético Nacional Interconectado.
Estas se han construido en un período de 20 años con una inversión total de RD$800 millones y para lograrlo han intervenido, la Unidad de Electrificación Rural y Suburbana (UERS) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Las minihidroeléctricas llevan energía durante las 24 horas del día y están siendo protegidas por la Red Dominicana para el Desarrollo Sostenibles de las Energías Renovables (Redser) la cual se encarga de ofrecer asesoría técnica y ayuda a mantener en buen estado las undidades de energía.
Además, en la actualidad se están construyendo 7 minihidroeléctricas en diferentes partes de nuestro país con un costo de RD$180 millones.
Las inversiones en estas minihidroeléctricas están normalmente compuesta por un 50% que aporta el Gobierno, un 25% del PNUD y el resto lo pone la comunidad, según explicó el coordinador de Pequeños Subsidios del PNUD, Alberto Sánchez, quien hizo una visita a Diario Libre junto al presidente de Redser, Miguel Lizardo.
Estas unidades de electrificación llevan energía limitada pero constante y las familias pagan una tarifa fija muy baja para manter el servicio. Los colmados tienen otra tarifa un poco más elevada de acuerdo a su demanda.
Los usuarios pueden encender bombillos y algunos aparatos electrónicos, pero ningún artículo de resitencia, como son las planchas, blowers y secadores de pelo.
Para esas actividades hay centros especiales en las comunidades para una correcta administración de la electricidad.
De acuerdo, a Sánchez, estas minihidroeléctrica les han cambiado la vida a decenas de comunidades que antes no contaban con energía eléctrica y ahora se pueden hasta beber su cervecita fría.